Mañana será el día. Internacional o no, de las trabajadoras o tampoco. A veces es complicado hasta asignarle un calificativo a una reivindicación cuando te sientes afectado por el mal de altura y sus debidos respetos.
Por partes, ¿será Internacional o no? Pues sí. Se celebrará en todo el mundo, o sea en el que dios manda, donde cabe occidente, Asia occidentalizada, los países lejanos de la Commonwealth y otros que seguramente ni sepa que existan pero que se habrán globalizado al compás de Netflix como nosotros. Pero claro, “Internacional” es un término con el que hay que tener muchísimo cuidado porque puede llevar a confusión. “Internacional” es el lugar exacto y preciso en el que se encuentran cómodos los comunistas y los de Podemos, que son transversales pero escoraditos y perroflautas. Día de mujeres e internacional, será de feministas peligrosas y carreras antidisturbios, o eso podrían pensar los tabarneses de toda España, que cada vez son más, echándose las manos a su cabeza ultrademocrática, que no quiere follones. Personalmente, para que no se autoexcluyera nadie de esta fiesta por la igualdad, si por mí fuese, no haría bandera de la internacionalidad del asunto. Pero claro, allá cada cual, abrazándose a sus pavores -o a su año y pico de gracia ante las próximas elecciones-. Seguramente este sea el principal motivo que haya llevado a Ciudadanos y el PP a no apoyar la triste fiesta de mañana. Ni 24, ni 2 horas de paro, salvo alguna cosa, como inopinó anteayer Rajoy sin trabarse, corrigiendo a alguna de su partido -o a todos y todas- que proponía un sobreesfuerzo laboral femenino extra para celebrar el 8M, con sushi y sake caro, a la japonesa.
Y de otro lado, 8 de marzo, ¿día de la mujer a secas o, mojándonos, día de la mujer trabajadora? Tendría que pensármelo. De manera encorsetada, masculina, me atrevería a asegurar, amedrentadito, que no existen las mujeres que no trabajen, otra cosa es que no cobren, y por esta razón excluiría el pleonasmo de mujer trabajadora de mi calendario de huelgas favorito. Pero no lo asevero abiertamente así, ojalá fuese tan fácil, sobre todo por cobardía y un poquito, aún insuficiente, de arrepentimiento. Porque el hecho de asumir que se me haga fácil imaginar a un señor descansando su pereza tranquilamente y no tanto a su álter ego femenino, me convierte en peor o más idiota, aunque no lo sepa, y motivo suficiente para que se desarrolle este Día necesario -Internacional o no- de la Mujer -Trabajadora o casi-, entre otras cosas, para erradicar de mí definitivamente esas ideas caritativas y solidarias de caballero arcaico, perversamente bien educado en esta sociedad patriarcal jnjusta. Preferiría no aceptarme imbuído en la asunción de la superioridad afectiva, esforzada y cuidadora de nadie por razones de género, y si consiguiera alcanzar ese propósito de justicia, de verdad, me consideraría mejor persona.
8 de marzo, Día de la Mujer. Mañana es un día para reivindicar la igualdad. Dos horas, tres o las que cada uno considere. Si eres muy hombre, apártate un poco y no grites, ni aplaudas, ni pretendas ayudar. Que ellas saben. Y a partir de pasado, nos llega el turno a todos y a todas de continuar con el plan. Y a ver cómo se nos da.