Hoy me he comprado el gorrito navideño en el todo a cien de abajo y probablemente ya no me lo quite hasta el 26, que es el día más soso de los que se vislumbran a corto plazo para abrazarnos. A partir de entonces comenzaré a concentrarme para entrenar la diversión obligatoria del 31, que ya sería mala uva aburrirme o que me diera sueño, y acabase la noche abrazado a la mantita hipnótica de las series acolchaditas, qué vergüenza y qué ansiedad, sólo de pensarlo. Me siento orgulloso de haberme retocado la rebeldía así con el rimmel del tiempo porque me ha permitido disfrutar de las pequeñas cosas de las grandes masas entrañables, sobre todo en estas fechas, y que durante tantos años me había perdido por servir al mal humor de la indignación y sus irritaciones políticas o económicas. Ahora, obediente y sin úlcera, aunque tan pobre como al nacer, me coso, remendón, como en el villancico, y le doy valor a otros consuelos de tontos, a los cosidos como dios manda, salvo alguna costura, citando a los dobladillos de Rajoy. Dobladillos pero felices, con hijos y tres reyes magos a los que alimentar. ¿Y para qué enderezarnos?, digo yo, si me miro al espejo y con la borla sexy ladeada hacia la derecha me reconozco más joven, guapo y deportista que nunca. Más sumiso y menos responpón, y con más tiempo libre para aprender a comportarme como un buen muchacho y a discernir entre quiénes son los buenos y quiénes los peorísimos, que nos alteran.
Yo supongo que, además de por la fecha, el arbolito y el belén, me siento amoroso porque con mucho esfuerzo y un cincel, los legisladores de los últimos años han conseguido hacer de mí un demócrata perfecto, a su imagen y semejanza. ¡Qué gusto! Esto debe ser el extremo Centro, del que tan bien se hablará en los libros de historia cuando hayamos muerto. A fuerza de recortarnos libertades, nos han convertido en más puros, más buenos, más justos, menos impertinentes y más fáciles de soportar y soportarnos.
El primer pasito, creo, lo constituyó la reforma de la ley de partidos del 2002, que para ilegalizar a los malvados, se incluyeron a los que “apoyaran politicamente la violencia y las actividades de las bandas terroristas”, sí, “justificaran el racismo y la xenofobia”, también, y, “a los que atentaran contra el régimen democrático de libertades”, y ¿estos quiénes serán según quién y cuándo? Algún mindundi que de democracia debía saber muy poco, como el Relator Especial sobre la promoción y la protección de los derechos humanos de las Naciones Unidas, puso esta ley en cuestión en su informe de 16 de diciembre de 2008 por considerar preocupante la limitación que hacía a la libertad de expresión. Pero la norma ahí sigue, vigente y velando por nosotros y nuestros malos pensamientos, como un dómine antiguo. Y se hace camino al andar. Después llegó la ley mordaza, que recortaba la actitud antidemocrática del que quisiera reunirse o manifestarse más de la cuenta o molestando mucho. Seguidamente, contra el mal gusto, incluyendo a los que tirasen pellizcos de monja a través de tuits, canciones o títeres, se contrapuso en 2015 una reforma del Código Penal para ampliarle el delito de odio o enaltecimiento del terrorismo a lo que es hoy, según el juez que la interprete. Y hoy mismo, me he enterado de la proposición no de ley del Grupo Popular en el Congreso contra las noticias falsas, ¿qué va a ser de mí si alguien no me ve tan joven, guapo y deportista como cuento pertinazmente? Como se ha tomado carrerilla en este asunto de mejorarnos socialmente poniéndole límites a la canción protesta, la expresión hiriente o el pensamiento errático, por nuestro bienestar, ya se apunta a la siguiente normativa, que también los Populares presentarán la próxima semana en la Cámara Baja, relativa a impedir el anonimato de los usuarios de las redes sociales. Bien empaquetaditos, con nuestro número en la frente, mejor estaremos y más calladitos, sin causar ningún quebranto al mal uso de las libertades excesivas, para las que no debemos estar preparados. ¿Qué será una mentira y qué noticias, verdaderas? ¿Dejará de existir Papá Noel? Estoy por salir ya del engorro este y quitármelo, por no molestar.