Soy adicto al taxi. De hecho, lo uso a diario. Incluso, diría que lo disfruto, convencido de que se trata de la mejor manera de recorrer la ciudad en sus trayectos medios, largos o urgentes, no pudiendo elegir mejor momento que este para confesarlo y apoyar así al sector en sus presentes, y considero que justas, reivindicaciones.
Claro que me perjudica, por tanto, la decisión patronal -son autónomos- de detener el servicio (¡paro, no huelga!) y, sobre todo, el momento elegido para realizarlo, con los borbotones de tráfico colapsándome las arterias principales desde la aorta a calle Larios, aunque espero, aún con buen ánimo, que mi quebranto personal y el de tantos otros usuarios, conminados a abanicarse los faralaes a pie o, de puntillas, en la Empresa Malagueña de Transportes, haya servido para algo. Asunto que pongo en duda por más ganas que tenga de equivocarme.
Soy optimista, en el punto y hora que menciono el conflicto en pasado, apostando porque hoy mismo vuelvan a circular los taxis malagueños libremente, habiéndose desconvocado el paro. Pero más difícil veo que con esta medida de presión, a mi entender, precipitada, hayan podido resolverse los graves problemas que atenazan su futuro por la dejadez y desavenencias entre los ministerios de Economía y Fomento, más allá de las montañas.
Supongo la feliz desconvocatoria del paro para hoy mismo porque el alcalde se ha metido por medio y conociendo sus enredaderas, habrá intentado lo imposible con su parte contratante de la primera parte para posponer hasta septiembre la siguiente reunión, como suele hacer para convertir en infinitas todas las huelgas en las que interviene a tanto alzado. Se comprometerá a controlar lo que esté fuera de su control y más allá, siempre al borde de sus deseos.
Y, por otra parte, me he referido a que consideraba precipitado que los taxistas hubiesen decidido ausentarse de la feria, por las formas, repentinas e inesperadas y, sobre todo, por la causa última, colmadora final del vaso vaciísimo. Parece ser que el detonante del mannequin challenge de sus carreras fue un bulo. Las mititillas del desaliento por el maltrato recibido, que realmente llevan recibiendo desde hace al menos tres años por la incompetencia de la administración, fue la falsa noticia (o eso espero) de que el Ayuntamiento había habilitado una parada a los vehículos de Cabify en el recinto ferial, cuando estos no pueden legalmente aceptar clientes si no son servicios concertados previamente a través de una aplicación.
Tengo claro que los taxistas llevan razón pero, también, que tienen un mar de matices en contra. Océanos. Por ejemplo, según la normativa vigente debería haber una proporción de una licencia de “coche alquilado con conductor” (Cabify) por cada treinta de taxistas. Realmente, hoy, en Málaga hay unas 500 de Cabify por, aproximadamente, 1.500 de taxis. Se exceden en 450 los elefantes de la cacharrería local. ¿Y por qué no se soluciona? Ni el Ayuntamiento tiene competencia para hacerlo, ni la Junta de Andalucía, ni siquiera los jueces que, acariciando a Nessie, están obligados a cumplir con la laguna legislativa existente y conceder nuevas licencias VTC (vehículos turismo con conductor) cada día. El problema reside en las más altas instancias del Estado, en alguno de sus ministerios concretamente, que prefiere dejar el asunto en manos de la “libre competencia del mercado” por convicción ideológica, antes que intervenir con una legislación clara que regule el sector y le devuelva la certidumbre.
Los taxistas malagueños se equivocaron exigiendo que se vayan los cuarenta de Cabify que han venido de Madrid para la feria, cuando legalmente tienen derecho a permanecer aquí el veinte por ciento de su tiempo. No es el alcalde quien les va a devolver lo que entre unos y otros les están quitando. Ni la presidenta de la Junta. Ni el paro efectuado en Málaga. Está claro que a vergonzosos tortazos, los cuatro energúmenos que no se representan ni a sí mismos, tampoco lo arreglan. Donde hay que reivindicarse es en Madrid y charlar sobre la competencia mal entendida directamente con los incompetentes responsables.
Gobernante : servidor público obligado a cumplir el mandato de la sociedad civil.
La pròpia sociedad civil ,és la que tiene que manifestarse delante de incumplimientos,i exigir responsabilidades asi como la resolucion de los asuntos !!
Siempre se ve la luz al final del túnel si gente como usted sigue hablando y confiando así en el taxi. Su razonamiento resume muy bien lo que queremos transmitir a la sociedad. Ojalá se vaya solucionando todo y podamos seguir llevando un sueldo digno a nuestras casas. En Córdoba tiene usted un taxista amigo, por si en alguna ocasión quiere visitarnos. Un saludo
Sólo un apunte. En Málaga no hay 500 cabifys, hay 500 licencias de vtcs. Creo que las licencias de vtcs que trabajan para Cabify apenas llegan a 20. El resto, son empresas y cooperativas que se dedican a los transfers desde aeropuerto a hoteles y viceversa y con las cuáles los taxistas no tienen ningún problema, cosa que no termino de entender, puesto que estas empresas se llevan muchas carreras largas a a la costa.El problema de las vtcs es que son de ámbito autonómico, así que personalmente se me escapa como se va a controlar el ratio 1/30.