Hoy me encontré con el sobre en el buzón y me eché a temblar. Totalmente echado y con la estufita apagada, la tiritera se me pasó ya en casa con la ayuda del forro polar, qué invento nórdico, y rezando dos avemarías. Al final, no ha sido para tanto. Doscientos y pico. Un 25 por ciento del sueldo se me ha ido por la cañería de la luz. Creo que aún puedo permitirme pagarla. Rompiendo el cerdito. Un mes más, prueba separada. Separo los céntimos de los euros y hago paquetitos. Incluso levantaré los cojines del sofá, a ver si me llevo alguna alegría. Eso sí, alfombrillas adentro, tendré que reducirme el presupuesto en sanidad y educación, porque si no, no sé de dónde. O me bajo el IVA o al bar a olvidarme de las penas. O me quito de internet o me recorto el vestuario. A media rodilla. Porque ya lo intenté con la parte que dedicaba a la alimentación, pero al primer arrebato de hambre, probé a comerme ese oro invisible que nos enciende y a eso se debe mi nuevo aspecto con los pelos cardados, ni Robert Smith, y a la suerte, que siga coleando y mi contador sumando. No se lo aconsejo. No se enchufen, que olerán a chamusquina. Y puede que sea cancerígeno como la carne o las patatas fritas.
Para enchufarse, ya están los que están, y con gran fortuna. Grandísima fortuna. Tal y como están las cosas, con la nueva prima de riesgo en el precio eléctrico que nos cuenta el telediario, que haya tantos políticos jubilados aconsejando a nuestras empresas energéticas sobre sus calambres, con ese afán de servicio público incrustado en las entrañas, conllevará que a la postre consigan bajarnos los precios. Irán por las entrantes o por las sopas… bobas. ¿Qué era lo que se presumía en la mili?
Me imagino a Acebes, insistiéndole a su Consejero Delegado. A Felipe González, tirándole de la chaqueta al jefazo de Gas Natural. A Aznar o a Borrel, o a tantos otros que están o han estado ahí, dándose mamporros con las puertas giratorias y defendiéndonos en contra de sus intereses. No, a favor, de sus intereses. No, a favor de nuestros contras. O sea, de los intereses de demora, de los preavisos, del coste de los reenganches y de suss beneficios anuales. Fíjense en Abengoa… A mí me preocupa tanto esta cruz de la inflación del recibo eléctrico, que ruego, rezo, abogo y demando que se contraten a más ex políticos como asesores, consejeros o pintamonas, ya sean ejecutivos o durmientes, a cientos o a miles, por ley, mejor por decreto-ley, para que la codicia usurera del oligopolio energético se compense con ese otro ánimo solidario con el que realizan su tarea nuestros viejos representantes. Los de la patada hacia arriba. Nuestros paquidermos amados.
La luz está hoy a 91,88 euros. Pero seguirá abrazándonos como un oso a un diamante en bruto, subiéndose a 300.000 kilómetros por segundo. Hoy, más que ayer pero menos que mañana. Ha subido un 79 por ciento en lo que llevamos de año. ¿Recuerdan? Se les llenaba la boca a los de Podemos, a los del PSOE, a los de Ciudadanos, por erradicar los cortes de luz, la pobreza energética de nuestros hogares. Nada de nada. Cuanto más frío, más dinero nos cuesta aliviarnos. ¿Que Pablo Iglesias iba a privatizar cómo, cuándo, si pasara qué? Se ríen. ¿Qué pobreza energética?, se preguntarán los que mandan. Esto es riqueza energética, desmedida. Esto es todo el despilfarro, sus burbujas y sus privilegios juntos. Las eléctricas se están cobrando los favores. Y cuando no le salgan los números se convertirán en autopistas o bancos, por instinto de supervivencia. ¿Escucharon a Trump? Lo mismo: “eléctricas first, eléctricas first”