Brindo con Málaga

14 Sep

Leo en la página web del Área de Turismo del Ayuntamiento de Málaga que “se aproxima la Pasarela Larios Málaga Fashion Week 2016 con la satisfacción de haber logrado su principal objetivo: apoyar el comercio”. No sé qué pensarán los bodegueros malagueños al respecto. A mí, que el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero sea su principal valedor y que se anuncien las estupendas catas sensoriales que ofrecerán entre modelito y modelito para familiarizar a los asistentes con el #EspirituRibera me de mucha envidia. Y me hace pensar la de toros de la vega que hubiésemos montado si fuese una campaña de abonos para unirse al Sevilla Fútbol Club llevada a cabo en el Estadio de la Rosaleda. No, a mí no me cabe en la cabeza que una campaña turística sobre la oferta museística de la bella Donosti montase su estand en la puerta del Pompidou Provisional, ni siquiera que en nuestro Aeropuerto se repartieran folletos del turismo de sol y playa del que se puede disfrutar, tan divinamente, en Cádiz. Pero con la cultura hemos topado. Las franquicias de Paquito lo son, y nuestra historia, nuestra idiosincrasia, nuestra filoxera crónica, de la que nunca nos recuperaremos con estas políticas descuidadas de cartón piedra, no lo parecen ni se consideran.

Yo no culpo de esta dejadez absurda, por su puesto, a los organizadores de este evento en particular, que estoy seguro que lo sacarán adelante con la mejor voluntad y sin su esfuerzo medianamente recompensado, ni siquiera a los técnicos municipales que ni por asomo han caído en la cuenta del agravio comparativo que han propiciado por su impericia. Eso es lo peor. Pisotear la hierba y no saber por qué se ponen así los encargados del orquidario. No ha sido la primera vez ni será la última. En el 2009 fueron los vinos de Navarra y en el 2015 hubo una jornada dedicada a los del Marco de Jerez en el Festival de Cine de Málaga, sin ir más lejos. En el Municipal -otra vez- Festival malagueño. ¿Recuerdan la Noche en Rosa de los vinos rosados navarros en el Centro Histórico malagueño del 12 al 14 de junio del 2015? La falta de consideración y el ninguneo a nuestra larga tradición vitivinícola, es larga larguísima, empezó en La Indiana, en Moclinejo, hace siglo y medio, y desde entonces… No recuerdo un evento de vinos malagueños. Ningún patrocinio. Ninguna ruta enológica. Ningún apoyo institucional a nuestro Consejo Regulador. Pero, ¿qué se puede esperar de nosotros, si cuando pedimos un vino, chiquitito, es un riojita? ¿Qué, si un alto cargo de la Junta de Andalucía, malagueño, dice sin rubor -el que a mí me da identificarlo, por vergüenza ajena-, a los cuatro vientos y con soberbia de tío listo y vivido, que el vino malagueño es “caro y malo”. Así, todo y por designación divina de su buen gusto y soplagaitada experiencia. Este debió de hacerse un curso de cata por correspondencia para ignorantes y se ha apuntado a un club de envíos de cosecheros del norte sin etiqueta.

El vino de Málaga es excelente y su precio justo. Lo injusto es el trato que se le da en una ciudad poco acostumbrada al patrioterismo bien entendido. No hay un mejor vino que tomarse en Málaga que el vino de aquí. Si es de la DO Málaga, con aún más historias que susurrarte al oído, mejor. Como no hay mejor vino que tomarse en Córdoba que el de allí. O en Jerez. Y así hasta que se tenga tiempo de encuadrar lugares con tradición, con los vinos que elabora. Por su clima. Por su suelo. Por su altitud. Por su sabor. La cocina no tiene fronteras, pero ha de tener raíces, y las nuestras están en nuestra tierra, en nuestros ganaderos y horticultores, en nuestros pescadores, ¿dónde si no? Esta sencilla afirmación de Martín Berasategui y un brindis con Maestro, me han quitado hoy un gran peso de encima. Esto sí que es una cata sensorial.

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