La vida de columnista local tiene sus ritos. El primero de todos es levantarse con palpitaciones el día que toca escribir y espulgar toda la prensa en busca de noticias dignas de comentario. Hay veces, demasiadas, que cuesta elegir, y hay unas cuantas ocasiones al año en que nos permitimos relajarnos, porque el tema está en el aire. Entran en esta bendita categoría elecciones y catástrofes, duelos, efemérides y, por supuesto, fiestas populares y eventos, en los que somos tan pródigos.
Hay que reconocer que de un año para otro nos repetimos, y salvo detalles a menudo irrelevantes y alguna frase que pueda aportar nuestra lenguaraz Teresa Porras, que ya la quisieran para ellos los articulistas de otras provincias, se podría publicar cada año la misma tribuna. El mismísimo Julio Camba recurrió al reciclaje en más de una ocasión, según he descubierto recientemente, aunque eso sí, esgrimiendo excusas llenas de ingenio al ser cazado.
Así que, animado por la posibilidad de poder parecerme en algo al maestro del artículo, y desanimado por el hecho de que entre los juegos olímpicos y el rompecabezas imposible de la investidura, las noticias escasean, he estado mirando mis artículos de otros años sobre la Feria para ver si podía reciclar algo, pero resulta que es misión imposible, porque el Ayuntamiento se ha propuesto en serio que tengamos la mayor feria del sur de Europa.
Si en años anteriores hemos criticado la falta de contenidos de la semana de festejos, en 2016 el programa de actividades culturales deja en pañales la suma de todas las ediciones de La Noche en Blanco. Se ha echado el resto para tratar de contrarrestar el desmelene en el centro y hay actuaciones en todas las plazas, desde flamenco o verdiales hasta jazz y teatro infantil. En varios escenarios: Centro. Real. Alcazabilla. Plaza de Toros. Hasta los museos municipales se han sumado con exposiciones, o las exposiciones se han sumado al programa. Programa que, por cierto, se ha publicado también en versión accesible para personas sordas, algo en lo que hay que reconocer que sí somos pioneros.
Si el año pasado nuestra Teresa Porras desató ríos de tinta con un comentario políticamente incorrecto sobre el despiporre, este año, visto lo ocurrido en Sanfermines, se ha lanzado una campaña de concienciación para prevenir agresiones sexuales en un tono acertado y en varios idiomas. Si aparece la posibilidad de un escándalo de discriminación racial, el alcalde se apresta a encabezar la indignación y anuncia una querella contra los responsables de la caseta donde ocurrió el incidente. Si los festejantes hacen caso omiso de las papeleras y cajas de reciclaje distribuidas por las calles, el ayuntamiento, firmada la paz con los otrora denostados y hoy esperados trabajadores de Limasa, se gasta un perraje en detergente con olor a jazmín para eliminar el hedor de los desechos orgánicos que proliferan a partir del mediodía.
Hasta parece que se ven menos torsos desnudos y sudorosos, y la nueva plaga, la de las despedidas de soltero/a, tampoco estorba, porque está recogida en el bar de enfrente de mi casa, que acaba de abrir y ha creído ver el cielo abierto trabajándose esta clientela, aunque tres días de jarana confirman que las hordas carnavalescas aguantan poco los chupitos y a las cuatro de la tarde ya solo quedan sus vomitonas.
Vamos, que está la cosa tan tranquila y tan bien encaminada, que este año en vez de escribir de la feria he decidido unirme a ella. Lo que no sé es si vestirme de corto o de pene gigante.