La grave situación financiera que atraviesa el Fondo de Reserva de la Seguridad Social de la que dependen nuestras pensiones públicas ha regresado esta semana al debate político. Dicho Fondo, creado en época de Aznar y que se surtía de los excedentes del sistema -que considerábamos infinito durante la burbuja inmobiliaria-, alcanzó una cifra superior a los 80.000 millones de euros, no hace tantos años. Durante 2012, 2013 y 2014 se sacaron 43.000 millones de euros y se encendieron las alarmas. El año 2015 no mejoró la situación y el gobierno se vio obligado a gastarse otros 13.250 millones para hacer frente al pago de las prestaciones sociales. Así las cosas, empezamos el año 2016 con 32.000 millones en la hucha y una tendencia negativa que, de mantenerse a este ritmo, acabaría definitivamente y por completo con el dinero en menos de tres años. Por eso y, sobre todo, de cara a las elecciones, PP, PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos se han puesto manos a la obra y tras árdua investigación de sus respectivos próceres macroeconómicos han coincidido en señalar que se hace imprescindible aumentar la recaudación tributaria como sea para atajar, entre otras, esa temible hemorragia.
El PP propone para ello bajarnos los impuestos a todos. Rompo el silencio que acabo de crear confesando que la misma cara se me ha quedado a mí. Pero debe ser por la teoría de las cuerdas, la relatividad o algún rollito cuántico. Algo de eso. Entre Montoro y De Guindos la lían en la pizarra de su empanada mental y el pobrecito de Pablo Casado nos lo tiene que explicar, como pueda. Dice que con una rebaja en todos los tramos del IRPF recaudaremos más. Y como es tan raro, nos callamos, pues no tenemos nada más que añadir que nuestra sorpresa y reconocernos idiotas por la incapacidad de entender esos números tan extraños. A lo mejor nos bajan los impuestos y nos suben las medidas, como le prometió Rajoy por carta a Junker. Eso será.
Pero como me supera, continúo con lo más básico y a donde alcanzo, lo que promete la Izquierda Transversal y el Centro Socialista, más típico. O sea, que le subirán los impuestos a los más ricos. Como estamos en campaña, además, puede que añadan que para repartírnoslo entre los más pobres. O entre los más tontos, si cuela. El primer problema es considerar con qué sueldo una persona ya es rica. Para Pedro Sánchez, con 80.000 euros anuales no se es rico. Otra vez se me ha quedado la cara de imbécil. En su país, sólo el 1,1% de la población declara cobrar más de 72.000 euros anuales, pero para el PSOE, perdón, para el que se presenta como candidato a la presidencia del gobierno por parte del PSOE, cobran un sueldo normalito. ¿A qué ricos habrá que subirle los impuestos para cuadrar la cuenta de nuestras pensiones entonces? ¿A los que cobren más de cuánto?
Lo peor de llenarse la boca con esos impuestos a los ricos que nos solucionarán los problemas de la Hacienda Pública es que es la misma y peor solución de mentirijilla a la que siempre echan mano parecidos demagogos. Ni se puede acabar con el paro fregando escaleras, porque no hay tantos escalones que limpiar, ni una subida de impuestos que no alcance a la mayoría social (la clase media), podría equilibrar nuestros números rojos. Con datos: confiscando el 100% de todo el dinero que cobren los que superan los 600.000 euros en España (menos de 5.000 personas), los dejaríamos en la indigencia y recaudaríamos en total 6.000 millones más. Menos de la mitad de lo que Rajoy se vio obligado a sacar el año pasado del Fondo de Garantía. En cambio, ocho millones de contribuyentes declararon el año pasado ingresar menos de 12.001 euros al año. Son los pobres solemnes con suerte de obtener algún dinerito de vez en cuando. Con nosotross, de nosotros, se recaudaron 42.000 millones. No porque se nos apriete más sino porque somos más. Muchos más. 17 millones de personas cobramos en España menos de 36.000 euros anuales y sólo 600.000 personas, más de 60.000 euros. ¿Se puede sostener el país unicamente con los impuestos de 600.000 personas?