Hemos cambiado mucho en los últimos años, sí. Desde aquel 20 de abril del 90, a la chata se le habrá puesto más respingona la nariz y si Cifu, el cantante de Celtas Cortos, se decidiera a buscarla en facebook, tendría que preguntarle no ya por los críos sino, por sus nietos y correspondientes achaques. Uno se entera del paso del tiempo cuando se encuentra a un viejo amigo y se aterra viéndose reflejado en esa mirada triste que lleva tras el carrito del supermercado. O eso, o mirando la ñoñería de Cuéntame y conformándose con la cantinela de los créditos y un vasito de leche caliente antes de acostarse y hacer pipí. En 26 años, la democracia ha cambiado tanto como esa melancolía ajena que nos produce la cabaña de Turmo, que te imaginas como quieras, aunque siempre de madera, nocturna, alevosa y con leña preparada para la chimenea.
En 1990, Ignacio González tendría alguna cabañita de estas pues, con 30 años, probablemente apuntara ya alto por los humedales del PP de la sierra madrileña. Puede que tarareara al sol, en sus ratitos de nostalgia haciendo números, aquello de “pues es que estaba aquí solo y me había puesto a recordar”. La otra posibilidad sería que lo cantase durante los próximos 30 años a la sombra, aunque observando lo que le ha ocurrido a Carlos Fabra, el señor más afortunado de España jugando a la lotería, no parece que esto vaya a suceder.
De hecho, la vida da muchas vueltas. Tantas vueltas que ni Soria se acuerda de nada de lo que hizo en los 90. Quién sabe si Turmo tendrá ahora un ático caribeño en Estepona como ese en el que Francisco Nicolás celebraba su cumpleaños. O quién, si tendrá una offshore en una isla virgen, o si es un hortera que pasa frío en una cabaña sufrida votando las consultas sobre pactos de PSOE o Podemos sin ninguna ley de emergencia social que lo libere de su crisis, ni a la derecha ni a la izquierda.
Decía que la política se ha transformado mucho en los últimos años. Que ya no queda casi nadie de los de antes y los que ahora hay, han cambiado. La actualidad se refiere a Aznar, pero Felipe González no necesita ni reunirse con Montoro para emerger sobre cualquiera en este punto de la canción. Pero no hablaba tanto de esa mutación paulatina como la que se ha producido desde que la crisis económica del 2009 nos llevó al 15M en el 2011 y a los resultados electorales del 20 de diciembre de 2015. Cuatro partidos distanciados del resto, dos nuevos y dos que, la verdad, como siempre, siguen currando en lo mismo. A un lado, uno que se dice de izquierdas, el PSOE, y que no lo parece, y otro que parece de izquierdas, Podemos, y que dice que no lo es. Y al otro, uno que se dice Liberal, el PP, y no lo parece, y otro que parece conservador, Ciudadanos, y tampoco lo asume. Así las cosas, la transversalidad ha empujado a esa división tradicional entre derechas e izquierdas y ahora los partidos se dividen entre los que se lo preguntan todo a las bases, o los que ni mijita.
Ahora, los partidos que más le preguntan a sus bases se consideran a sí mismos más democráticos que los que no. Concretando y como ejemplo, PSOE y Podemos, acaban de hacer una misma pregunta a sus simpatizantes y afiliados, demostrando lo que son, están y existen. No me acuerdo exactamente del enunciado de la consulta pero aproximadamente, decía así: ¿quieres que nos unamos al enemigo para que nos arruine o prefieres que hagamos lo que yo decida para que las cosas nos vayan estupendamente?
¿Recuerdas aquella noche en la cabaña del Turmo?, ¿las risas que nos hacíamos antes, todos juntos? Hoy no queda casi nadie de los de antes, y los que hay han cambiado, han cambiado, sí.