A tus zapatos

6 Abr

Estoy muy extrañado. He bajado a comprar el pan esta mañana y no he visto a nadie celebrando que el alcalde nos va a sacar de pobres con otro de esos negocios infinitos que tan pillinamente, de vez en cuando, se saca de la manga, ay, inocente prestidigitador. Un casino con inversión multimillonaria y miles y miles de (su)puestos de trabajo a repartir entre los paupérrimos malagueños, empaquetados con lacito desde una empresa con sede en Singapur, país democrático donde los haya, con paraíso tan de moda como el panameño, y fiscalidad gratuita para dar y regalar. Yo creo que desde que el jeque desembarcó en Málaga para entregarnos tres ligas, dos champions y media rotonda, sin ánimo de lucro, yo no estaba tan contento. Ya tenemos la cabalgata completa. Fulgencio Alcaraz, el Jeque y el de Singapur. Don Francisco es la estrella y los pajes, su cohorte de cortesanos que lo aconsejan por las consabidas razones de humanidad que maneja nuestro alcalde a manos llenas de confianza. El niño, la Virgen y San José no sabría o no me atrevo a convertirlos en metáfora para no herir sensibilidades pero el burro apaleado está claro que lo representaríamos los ciudadanos, con Cassá a la cabeza.

Les resumo lo que se sabe aguantando el ímpetu de mis saltos de alegría: pedazo de casino que nos van a montar en la playita, con parada del metro directa al hotel de 7 estrellas y media que lo sustentará, desde el Hospital Civil. De allí, revolveremos la esquina en metrobús-lanzadera hasta la noria para coger un barquito en el río, arregladito sin embovedar, que nos llevará hasta el nuevo Auditorio, ubicado en un Puerto Deportivo que dejará San Andrés que parezca otro, menos mártir, convertido en un barrio de moda, atosigado por los bulevares de alrededor. También se podrá acceder a cualquier parada del recorrido desde la manzana del Astoria en funicular. Todo esto lo construirá la empanada mental, de primero y el cuento de la lechera, de postre, que cada día se zampa nuestro alcalde, sufragado, esta vez, por la ONG de Singapur que se ha ido de Valencia porque ni Rita -ni la cantaora, ni la otra-, ni los iranís bolivarianos que la sustituyeron en el gobierno municipal, han consentido saltarse la ley a la torera para acceder a inciertas compensaciones. Esperan en el burladero para hacernos tururú cuando -como hicieron en Madrid los del grupo Wanda- se descubra que la huida de Valencia sólo es un farol y no una Farola tan bonita y solariega como la nuestra.

Si bien es cierto que me encantaría que ese grupo de Singapur o cualquier otro de la Conchinchina que solía visitar mi madre, invirtiese en Málaga, cuánto más mejor, no lo es menos que me disgusta seriamente que el alcalde vuelva a hacer las veces de representante de LIMASA en la tierra y se siente a negociar, o abra puertas, o acelere citas o se inmiscuya personalmente en el buen devenir de una negociación razonable, con sus plazos necesarios y sus tiempos ajustados en derecho. Algo va mal, muy mal, de museo de las gemas y media, si el miércoles pasado Singapur ARC anuncia que rompe con Valencia y que sus siguientes objetivos serán Venecia y Málaga, el jueves coinciden representantes de dicha empresa con el alcalde en la cena posterior a una conferencia de Joaquín Leguina en el Club Internacional de Marbella y ya, el mismo viernes, dos directivos de ARC Resort mantienen encuentros con delegaciones de Urbanismo, Turismo e Inversiones del Consistorio, se media para concertar una cita con la Autoridad Portuaria y hasta se les enseña terreno disponible. ¡So, caballo! Una cosa es no poner trabas y otra, que no haya trabas en una transacción empresarial de tal envergadura. Despacito y con buena letra. Permitir que las cosas puedan tratarse con llamadas a la confianza, gestos, favores o apretones de mano, no ayuda. Y a nosotros, la experiencia paternalista sufrida hasta el día de hoy en este sentido nos ha resultado nefasta. ¿Se podrá contener?

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