Se acabó la segunda ronda de conversaciones del Jefe del Estado con los líderes políticos de los distintos partidos con representación parlamentaria y parecía que el escenario de la investidura apenas iba a variar, con lo que se vislumbraba que continuaría este desgobierno en funciones con laguna legal y campo de golf de hierba artificial en el que nos íbamos acomodando mientras esperamos a Godot.
Pues no. Le toca a Sánchez adelantar por la izquierda -es un decir-.
No se estaba tan mal en caravana. Pasado el susto de los primeros días de irresolubilidad electoral gracias a la visión avillancicada del mundo que nos ofreció la Navidad y posteriormente entretenidos en superar la cuesta de enero, nos enfrentábamos a febrero entendiendo ya casi perfectamente a los belgas, creo que ni como entre ellos mismos aún lo han conseguido. Claro que jugábamos con ventaja pues, de pelotas, ¿o eran valones?, y flamencos sabíamos de antemano tanto como ellos, o más. Que superásemos sus 541 días de sin gobierno como ya hacemos con las champions y las seguidillas, podría haber sido cuestión de paciencia, aludiendo a Sabina y sus 500 noches que pasaran.
Todo eso, si es que, finalmente, Pedro Sánchez no lo hubiera remediado, mostrando su pecho, espoleado por el claro apoyo mostrado recientemente por los barones de su partido en el comité federal. Aunque no lo veo, es que no lo veo…
Yo a Sánchez, si hubiese podido, le habría recomendado que hiciera como Rajoy: nada. Mariano pretendía a una moza que no le correspondía y no tenía prisa ni táctica. Alguien le dijo eso de que quien la sigue, lo consigue, y esperaba a que pasase eso y Cupido, mientras gobernaba en disfunciones. Por el interés de España, por el interés te quiero Sanchés, decía Rajoy cada vez que salía a explicarse. Y fumando esperaba. Cuatro añitos tenía para seguir mareando al rey y a la perdiz de la felicidad. Y no habría que preocuparse. Se metía en el plasma y adiós. Y no habría mayor estabilidad económica que la plena seguridad por parte de “los Mercados” de que todo seguiría inamoviblemente igual -de inestable- por el desliz normativo democrático, durante toda una legislatura.
Y ahora, ¿qué? De valientes están los cementerios llenos, se oye susurrar a Rajoy mientras se esconde detrás del tabique que da paso a su despacho y que se ha hecho famoso en twitter. Dice Pedro Sánchez que tenderá la mano tanto a la derecha como a la izquierda y no sé yo si las prisas del todo o nada, al rojo, par y pasa, son consecuencia de la confianza ciega que le han mostrado las viejas glorias del rock socialista más añejo, o si son el fruto de sentirse realmente con fuerzas de llevar a cabo esta encomienda real en solitario.
Sólo la puntita con todos, Ciudadanos, Podemos, nacionalistas y un mes para llegar con un acuerdo suficiente ante las bases de su partido para que lo refrenden. Y Felipe, y Guerra, y Corcuera, y Bono, en la arena… Y Hernández Vara, y Susana Díaz, en el burladero… Con lo a gustito que estábamos.
No queda otra. No es no. Pues suerte, genuflexión y al toro.