El secretario general del PSOE de Málaga y del grupo socialista en el Congreso, Miguel Ángel Heredia, visitó hace unos días la empresa textil Ceframar de Coín. En su discurso, se quejó de que el 42,5 por ciento de los salarios en la provincia de Málaga fuese inferior a los 646 euros al mes, manejando datos de la Agencia Tributaria. Yo, que no estuve allí (y ni por asomo me arrepiento), saco tres conclusiones al imaginarme esa escena de precampaña. La primera, que comparto la inquietud de Heredia sobre esa precariedad laboral que nos impele hacia la indeseable sociedad del malestar de la que nunca nos hablaron a los niños de la transición. La segunda, que el directivo de Cefremar que lo acompañó en la visita no ha debido de pegar ojo en varios días pensando que podía tratarse de una indirecta. Desde aquí lo animo al descanso; estoy seguro de que su empresa forma parte de ese otro 57 por ciento que ofrece un sueldo digno a sus trabajadores, y no porque sepa nada de ella, sino porque sé bastante del otro, y apuesto por achacar el posible malentendido al don de la inoportunidad que a veces caracteriza a alguno de nuestros políticos. Digo yo que para criticar los sueldos de la pobreza actual, mejor hubiese sido rodearse de un plantel de trabajadores más guerreros, con pancarta de ERE -bueno, de ERE, no, qué tonto soy-, tienda de campaña y sindicato afín. Por decir. Pero dejando a un lado la cara de sorpresa, la mirada de soslayo y el sudor frío en las manos que supongo en el buen ejecutivo al darse por aludido, la tercera conclusión a la que quería llegar tiene que ver con la responsabilidad de que esto nos pase. Dice Heredia que la culpa de que cobremos sueldos miserables la tiene el PP, y a mí esto me recuerda a Tip y Coll pero sin ninguna gracia.
Según Heredia, es la reforma laboral la que nos ha llevado a ser la octava ciudad de España en pobreza. Como si la reforma laboral sólo se aplicase en Málaga. A iguales condiciones, seguimos siempre a la cola. Cuando éramos ricos a ladrillazos, también estábamos en la última fila, por torpes o por históricamente desmantelados, maldita filoxera. Si las cosas de la economía y el pseudoempleo no funcionan, saltándonos la crisis, por decisiones del gobierno central, supongo que no se deberán todas a este último de Rajoy del corto plazo. En un reparto equitativo de responsabilidades, el PSOE tampoco quedaría en muy buen lugar, proporcionalmente hablando. Que en el País Vasco haya un 15% de paro y aquí un 30, o que su salario medio sea de 27.000 euros anuales y el de los andaluces 14.000, hablaría en contra de quien gestiona nuestro gobierno autonómico, por ejemplo, y sin reparto de deméritos en este caso. Puestos a culpar de los pobres, los parados y los sueldos mínimos de Málaga, ni tan siquiera Paco con sus cosas reprobadas, creo yo. Él es un poco como Curracuca el Perdido, un vecino de postguerra del que me hablaba mi abuela, que siendo pobrecito, se maqueaba para disimularlo y se iba al café a aparentar lo que no era. Mientras, mi abuela compartía los boniatos que tenía con sus hijos y los suyos, por bondad y pena, a partes iguales. Nuestro Currucuca monta museos en su ciudad moderna imaginaria, se maquea y quiere aparentar que tiene una capital estupenda hecha de cartón piedra. No le ha enviado dios el designio de ser un visionario que ponga los cimientos para reindustrializar nuestra economía a largo plazo, sino que es un prestidigitador de lo efímero y su humo. Pero la culpa de la postguerra no la tiene. Ni nosotros a mi abuela que nos cuide.