Las cosas de Paco

23 Sep

Esta semana se cumplieron los cien primeros días del gobierno de las cosas de Paco en Málaga. De hecho, hoy mismo se cumplen 103 días desde su investidura y nos encontramos a otros 103 de que el pacto de ¿gobierno? con Ciudadanos pase su primer examen. Será el próximo 4 de enero cuando los directores de distrito y otros cuantos asesores municipales sin mayor utilidad que el servilismo a su partido, al menos a juicio de Cassá y los suyos, deban afrontar su nueva vida laboral sin el cobijo agradecido de las mismas siglas que los vieron crecer desde sus viejas generaciones. A mí me dan mucha penita, la verdad. Con lo largas que son las colas costumbristas del paro malagueño… A ver si el Polo Digital les sirve para algo y le encuentran un hueco de empresa privada subvencionable donde curarse las trompas malheridas con un sueldecito acorde a su anterior estilo de vida. Ahora entiendo las razones de humanidad a las que aludía Paco con sus cosas. Hablamos de unos cuantos fieles al servicio público que no tuvieron tiempo de trabajar, en la mayoría de los casos, en otro asunto que no tuviera que ver con su responsabilidad política asignada a dedo, ya que, desde temprana edad, se foguearon en el arte de gobierno desde la dirección de las áreas municipales de mediana responsabilidad, como obedientes jabatos. Hombrecitos y mujercitas trabajadoras como nadie, que de ocho a tres ninguneaban al funcionario que sostenía la actividad relacionada con el buen funcionamiento de su área municipal, hasta que se rendían o se daban de baja por depresión o por impotencia; de tres a diez se dedicaban a tareas mesiánicas del partido, como acudir a concentraciones, recoger firmas, hacer de bultos aplaudidores en mítines, o pegar carteles; y de diez a doce, iban a las fiestas del barrio, a las actuaciones flamencoides o a los eventos expocaninos varios, que a alguna asociación de iluminados con el estómago agradecido, se le había ocurrido realizar en su distrito. Y ahora, ¿qué? A partir del 4 de enero, ¿quién se va a encargar de todo eso? A un funcionario experto, que ha demostrado su capacidad aprobando sus oposiciones en dura competencia, y que lleva una retahíla de años realizando su labor con exquisita paciencia a pesar de tener que aguantar a un director de área inexperto con un carnet entre los dientes, ¿cómo se le va a pedir que además vaya al encendido del alumbrado de la plaza del distrito en carnaval, o que baile un pasodoble con la madre de la presidenta de la asociación de vecinos, cuando cumpla 90 años? ¿Cómo? El ciudadano Cassá no sabe de lo que está hablando. ¿Qué sería del pobre malagueño de barrio sin un sustituto del concejal con el que hacerse una foto en sus celebraciones? Por una vez, entiendo las cosas de Paco. La preocupación por sus talluditos viejos jóvenes que eligió para su lista de gobierno y no salieron, a los que busca un resquicio legal para hacerle un regate a sus compromisos de investidura, a la nueva legislación de régimen local, a las recomendaciones madrileñas de su partido, y a lo que haga falta, para no tener que apartarlos de su larga nómina de fieles colaboradores bien agarrados por el sueldo.

Las cosas del especialista en enredar y pegarle una patada a la lata, según Juan Cassá, su propio socio infiel de cien días de gobierno, lo lleva ahora a comentar sobre su acuerdo, al hilo de la posibilidad sobre negociar la continuidad del Instituto Municipal del Libro, que “esto es como los partidos de baloncesto y (De la Torre) lleva bastantes faltas en el primer cuarto”. ¿Estará temblando Paco con sus cosas, por si tiene que dejar de jugar antes de tiempo? ¿Se sentará en el banquillo a la tercera, para prevenir? Me río yo, por no llorar, de quien piense eso. En realidad, lo que falta aún por dilucidar es a quién echan antes por 5 personales. A ver cuántos se van y cuántos se comen el turrón tranquilos. Si estos acuerdos de investidura no te valen, Don Juan, tendrás otros, ¿no? Por la cuenta que te trae…

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