En 10 días, se constituirán los nuevos ayuntamientos surgidos de las pasadas elecciones municipales del 24 de mayo. Será el 13 de junio cuando se decida si María Gámez o Francisco de la Torre conducirán el gobierno de nuestra ciudad durante los próximos cuatro años. A diferencia de otras formas de investidura, en el caso de la elección del alcalde, la normativa vigente no da más opciones; será el sábado, sólo veinte días después de ser llamados a las urnas.
Pues bien, de esos veinte días, ya han transcurrido la mitad y todo sigue en el aire. Don Francisco es el que menos cintura ha demostrado por el momento. Yo creo que la minoría absoluta le ha pillado a contrapié. Él lo arregló todo el mismo domingo electoral a su manera, interpretando lo que quiso y como quiso de una llamada de cortesía de uno de sus contrincantes políticos. El señor Cassá le felicitó por teléfono y Paquito se puso la hoja de laurel y la piel de oso ante los medios de comunicación. Es su estilo. Así debió de gestarse el multimillonario malentendido del museo de las gemas, de una de esas conversaciones privadas matizadas por su entusiasmo juvenil. Como cuando dio por hecho que Unicaja se haría cargo del Astoria y compartió parecido optimismo con todos los malagueños… O cuando estaba hecho lo de Caixaforum…
Mientras, como quien no quiere la cosa, los partidos de izquierda y de supuesta izquierda más votados de Málaga se han tirado piedrecitas y papelitos durante diez días para llamarse la atención y proponer sin proponerse si hubiera o hubiese posibilidad de acercamiento a través de las cinco llaves verdes de unos, el documento con 20 puntos de los otros, o las 35 medidas sobre regeneración democrática de los de más allá, y que han dejado disimuladamente sobre la mesa por si de reojo, observan que alguno muestra interés en citas, pactos, acuerdos o patadas en el trasero. Y parece que sí. El detonante fue otra vez el mandamás de Ciudadanos en Málaga que, sin pinchar ni cortar por ahora, las lía parda cada vez que estornuda. Si una llamada suya a De La Torre, llevó al candidato del PP a imaginarse inaugurando más franquicias de museos, una entrevista completita no dio menos juego: quería ser alcalde, decía el señor Cassá. Y nos lo merendamos como si hubiera pitado el himno o cualquier otra bellaquería deleznable para nuestro patrioterismo. ¿El cabeza de lista del cuarto partido se proponía a sí mismo como alcalde? ¿Qué artimaña era esa? ¿Qué tipo de estrategia? Se le ha llamado de todo y se ha quedado en “empresario asturiano que vive en La Cala del Moral con muchas ganas de ocupar un sillón”, como si alguno de esos pecados no pudiera disculparle la ambición que se le supone a cualquier político. Y desde aquel hecho casi indecente y plenamente contagioso, el segundo, tercer y quinto clasificado electoral, se miran de otra forma. Coquetean casi. Si Juan Cassá se lo planteó, con unicamente 3 concejales, ¿por qué no intentarlo con la suma de nuestros 15?, parece que se han insinuado.
Y así están las cosas, a 10 días de votarse. Por lo bajini, aún sin mirarse y menos hablarse, los del frente judaico popular y los del frente popular de judea están pensándose en lo de apostar por una chica morena, que dicen que se llama María Gámez, de la que poca gente ha oído hablar, y menos aún la han escuchado explicándose, como alcaldesa de Málaga. 15 a 13 ganan PSOE, Ahora Málaga y Málaga para la Gente, al PP de Francisco de la Torre. ¿He dicho ganan? Quería decir pierden. Según la Ley de Regimen General Electoral, los alcaldes se eligen en pleno por mayoría absoluta. O sea, en Málaga con 16 concejales. Y si nadie llega a los 16, el alcalde será el primer candidato de la lista más votada. En nuestro caso, Don Francisco de la Torre.
Ya sólo falta que Cassá, con sus 3 concejalitos, estornude. A la tercera, sí que sí, va la vencida.