Estaba leyendo las declaraciones de nuestro alcalde del pasado lunes, en las que se lamentaba de que el PP no hubiera sabido explicar bien los ajustes, e intenté ponerme en su lugar, recordando alguna ocasión en las que me hubiese ocurrido algo parecido. Aunque no voy a confesarles ninguna de esas situaciones, ya que me producen sonrojo de sólo pasearlas por el primer término de mi memoria, si luego me da tiempo, sí estoy dispuesto a explicarles minuciosamente cómo logré salir de la tierra salvadora que, atendiendo a mis ruegos, aceptó tragarme piadosamente en tan adversas circunstancias. Lo mal que se pasa. Lo mal que se pasa a rastras con el sigilo bochornoso, cuando no se encuentran las palabras que no existen.
Ponerse en el lugar de otro sirve para entender la mayoría de las cosas. Recordarme sin razonamientos me lleva a la parte más grotesca del espectáculo, que tiene mucho que ver con la risa nerviosa que produce la vergüenza ajena cuando no es ajena sino propia. Yo, ahora, por fin y por ejemplo, ya comprendo el gusto de Rajoy por el plasma. La causa está en estos asuntos inexplicables. Venga, Cospedal, sal y explica esto, le dijeron. Tras el diferido, añadiría que hay cosas que no son complicadas de explicar, sino cómplices de embrollar. Y esta a la que alude Don Francisco, posiblemente sea una. En definitiva, repasándome he llegado a la conclusión de que a veces no se hace difícil explicarse, sino que es imposible. ¿Cómo se explican los casos de corrupción? ¿Los miles de deshaucios? ¿La foto del presidente cuando era candidato, en la cola del paro prometiendo acabar con esa lacra? ¡Plasma, engúlleme! Y cuando crees que la mayoría no te ve y el resto ya se ha olvidado, te haces pasar por una flor, sales, oteas y huyes con disimulo (lo prometido es deuda).
De la Torre no quería quedarse sin explicaciones. Y le han hecho un vídeo didáctico para explicarnos su gestión, muy divertido, con la estética de una aplicación para móvil, que al principio se llama “Málaga funciona gracias a todos” y que tras darse un paseo audiovisual por los datos elegidos por el equipo municipal, concluye llamándose “Málaga funciona”, ya sin agradecernos nada. Se trata de un vídeo que no deberían perderse. Si les sobra el tiempo. Empieza flojito de autoestima, mencionando la atención, el cuidado, la gestión y el trabajo diario que requiere una gran ciudad que, como cualquier casa o empresa precisa de especial atención en sus servicios esenciales. La iluminación, las zonas verdes, el mantenimiento de calzadas y aceras, el abastecimiento de agua, el alquiler de bicicletas, la limpieza, el cuidado de las playas, la seguridad, la cultura (con el impacto económico que va a generarnos el Pompidou, que valoran sus lumbreras en 18,5 millones anuales), el deporte, la rehabilitación de edificios, los imprevistos que hay que solucionar a diario… son todos ellos motivos de orgullo munícipe explicativos de la ciudad moderna que se traen entre manos y de la que disfrutamos por su razonable gestión.
Esto ocurre durante los primeros dos minutos y cuarenta y cinco segundos. Pero la parte del vídeo que más me gusta y que aconsejo que no se pierdan, es la que viene a continuación: la parte social. A partir de ese segundo, el vídeo deja de ser una loa a nuestra ciudad limpia, cultural, sostenible y deportista y se dedica a hablar de lo que hace el consistorio por los más necesitados. Por los malagueños sin trabajo, sin vivienda, al borde de todos los umbrales que echarse a la boca y en claro peligro de exclusión social. Qué maravilla. No creo que una niña de la Palmilla vuelva a ser ejemplo de necesidad con tanto esfuerzo de los que nos gobiernan, como bien explican. Fíjense en la partida presupuestaria dedicada a los más necesitados y dense por satisfechos, enterados y muy bien explicados.