Susana Díaz impone. Tanto, que lo digo encogido. Qué mujer. Qué animal político. Hacía tiempo que no me ocurría que pensara en algún responsable de gobierno y no me diera rabia ni risa. Pues la encontré. Con ella no me pasa ninguna de esas cosas. Me imagino coincidiendo con Susana Díaz en un ascensor y aprendiendo de memoria el peso máximo aconsejable, la dirección de la empresa y el teléfono de urgencia en caso de averías. Cualquier cosa menos darle opción a debatir sobre el clima o la hora, tartamudeando. De hecho, si me dieran a elegir algún tipo de relación personal con ella, el destino no lo quiera, elegiría desconocido íntimo de toda la vida, para no tener oportunidad de enfadarla en el exceso de confianza ni, por supuesto, de defraudarla desde la bancada de enfrente como contrincante de oficio pseudoideológico. Toco madera.
Hoy he visto la foto de los tres ex consejeros ninguneados y parecían bomberos toreros. Qué pequeñitos. Se les ha quitado la cara de señores ministros de un plumazo y ahora dan ganas de abrazarlos para darles consuelo. Poco más se podría hacer por la izquierda unida que lo apostó todo a caballo perdedor y que de tanto planificar cómo estar sin estar, se han encontrado al otro lado de la valla reclamando por la contundencia del puntapié recibido en su desorientación. Qué dolor en los entresijos del esternón, por donde la humillación deja un hueco a la colita. Ahora se están borrando, sin hacer ruido. Para ver si la ciudadanía se olvida de dónde estuvieron de aquí a dos meses. Pero está difícil, sobre todo por la camiseta del tachón en el pecho que usan para distinguirse o expiar culpas según convenga explicar lo de la pinza o el reparto de sus cargos y confianzas.
Pero impone. Ya lo dije. Vaya órdago de Susana Díaz. Todo al 22. ¿O mayoría absoluta o qué? A IU los ha dejado en Liliput sin barco de vuelta ni enseres, para que se tengan que subir a un cocotero si quieren alimentarse, y el PP, es cierto, no arranca con su Pedro Sánchez andaluz a la cabeza, Juanmita, que ni chicha ni limoná, qué le va a hacer el buen muchacho, si no tira… Pero, aún así, la encuesta más favorable, deja al PSOE a cinco puntos, a casi medio millón de votos, del objetivo de mayoría suficiente para gobernar en solitario. Y si no, ¿con quién? ¿A volver a la isla con collares para rescatar a IU? Impone, sí. ¿Cuál será el plan? Queda Podemos con su 15% como único tesoro, ya que aún no se han puesto en marcha, ni tienen programa ni candidato en Andalucía.
Pues eso va a ser. Qué lista. Para persignarse. En un año que le quedaría de legislatura, ¿cuánto avanzaría Podemos y a costa de quién? Ese 39% actual del PSOE, bien calculado, puede ofrecer el mejor resultado posible para su formación de aquí a un año, la legitimaría por fin, habiendo pasado por las urnas, y le dejaría margen suficiente para otear el horizonte de aquí a las Elecciones Generales previstas a finales de año, por si pasa el tren y se sube o, según vea, le saca el pañuelo hasta la próxima. Y si las encuestas no las tienen todas consigo en cuanto a que consiga la mayoría absoluta, sí le indican que IU, PP y Podemos estarán en su peor momento. Susana Díaz no ha contado sus votos ha restado los de sus oponentes. Segura de sí misma, estratega, inteligente. Sin casarse con nadie. ¿Y si la jugada le saliera mal? ¿Y si Podemos vuelve a superar las previsiones? ¿Susana tendrá plan b? ¿Qué haría Ángela Channing? ¿Lo impensable?
¿PP y PSOE juntos? Susana Díaz lo haría posible. Sólo ella sin risa ni rabia. Y, no lo duden, sin despeinarse.