Estoy contento. Porque la Navidad obliga y porque me gusta estar arropadito, rodeado de gente. Soy un ser social, como buen malagueño, y cuantos más especímenes humanos haya a mí alrededor, a más toco cuando me apetece abrazarlos. Ahora, en estas fechas me vuelvo más cariñoso. Creo que se debe al frío y a tanta excusa que celebrar, pues suelo acabar con uno y otro brindis hasta que me achispo la ternura y se me hace tarde. A veces duermo en el sofá por causa de tanto arrumaco fraternal. A deshoras, dice mi señora. Porque no sé explicarme cuando regreso a casa con paso tardo y mirada balbuceante de que se me fue el santo al cielo y tuve que ir a por él a rescatarlo, o por tropezarme en la entradilla, que es lo más habitual. Yo mismo me chisto a solas cuando no atino con la llave traicionera de mi hogar, transformado en cacharrería por arte de magia. Dejo al santo huidizo en el mueble castellano, que no veas cómo pesa, y de puntillas acuesto, por fin, mi impericia sigilosa –que así se llama mi perro-. Es en ese momento de repasar el día de tormentas, cuando me toco la cabeza por si no me he quitado el gorrito chino de Santa Claus y recapacito o me duermo reflexionando en voz bajísima, para no liarla más parda. Y me digo: “no hay día que me reúna con un grupo de amigos y no acabemos siendo más”. Qué satisfacción. Me pasaba con los mecheros cuando fumaba, que salía con uno y volvía a casa con dos diferentes. De hecho, tengo tantos amigos surgidos de exaltaciones navideñas, que los llamo setas, cariñosamente, ya que alucino de no poder recordarlos a todos. Yo quiero tener un millón de amigos lolailo lailo lolailolá…
Como decía estoy contento porque han salido unos números del INE, que aseguran que somos la provincia española en la que más ha crecido la población en el último año. Tenemos 12.215 habitantes más y amigos en potencia. Eso significa que no nos hemos ido a Laponia a buscar trabajo. Quiere decir también que en Málaga se vive muy bien y te conformas. Lo que yo decía, que nos queremos mucho cuando hay roce y que a hospitalarios nadie nos gana. Lo bueno, o eso he leído sin entenderlo del todo, es que la mano de obra inmigrante se fue a otros lares más industriales. El estudio señala particularmente a los extranjeros africanos y sudamericanos, espero y deseo que sin connotaciones xenófobas sino anecdóticas. Y las nuevas incorporaciones vienen de Europa. Jubilados al sol. Se van los obreros y llegan jubilados alemanes e ingleses, pero sobre todo españoles. ¿Y además de para acompañarnos a la pandereta –que no es poco-, en qué nos beneficia un aumento de población inactiva? Ni idea. Yo, que no podría ganarme la vida de estadístico por más que me esforzara en abrazarme menos a la gente, no lo entiendo. Se van trabajadores de otros países, llegan jubilados hasta hacernos crecer poblacionalmente más que nadie pero aún así, somos la provincia de España donde más aumenta el paro. De hecho, fuimos líderes en noviembre. ¿He dicho ya que ni idea?
Pero Don Francisco de la Torre, que es precavido y mucho más inteligente que yo, creo que sí ha sabido encontrarle sentido a estos datos contrapuestos. Con el INE y el INEM se ha debido de hacer una composición de lugar y los ha añadido a los publicados antes de ayer por el Consejo General del Poder Judicial que indican que han aumentado los desahucios en nuestro paraíso único un 17% durante los primeros nueve meses del año. En Málaga, diariamente, 10 familias se quedan en la calle. También en Navidad. Y como decía, creo que nuestro alcalde ya se ha puesto manos a la obra: quiere hacer un grandísimo puente y que se lo financie la unión europea con el Plan Juncker. Más población, más paro y más desahuciados. Está claro: a vivir debajo del puente. Pobres pero honrados. Y juerguistas… al jubilado una sonrisa y unas palmas… Toma que toma que toma y toma… ¿He oído puente? ¿Fiesta? ¿Jubilados? ¿Cañitas? ¿Navidad? ¿Dónde me apunto? ¿Hay algún amigo por ahí?
Me voy a dar una vuelta, a prendarme con las lucecitas y a ver qué me encuentro, con mi santo bajo el brazo.