Qué lío con los Baños del Carmen. Hace tiempo que le tenía ganas al tema pero lo he ido posponiendo, esperanzado en que alguien tirase de la madeja. Y no. Ya me rindo. He visto a Paquito de la Torre disfrazándose de Teseo y me parece, por eso y por la forma de lavarse las manos del señor Carnero, delegado de la Junta, que el Minotauro continuará a salvo en aquellas ruinas durante alguna década más. Y Barrabás. Por culpa de la crisis. No tanto la económica, que también, sino, sobre todo, por la producida por la retahíla de responsables irresponsables que se han sucedido en los distintos departamentos de las diversas instituciones que algo tendrían que haber aportado para resolver tan degradante situación en los últimos, digamos… 50 años. Me cabe el consuelo de haber visto alguna filmación de Ana Freuller jugando al tenis en un magnífico balneario de mediados de los años 20, e imaginarme, mientras, a su amigo -cuanto menos-, un surrealista aún, José María Hinojosa inventándose el título de una obra desgraciadamente hoy perdida, tras el rumor de la marejada: “El Buzo y la Aviadora”. Los Baños del Carmen es la otra obra perdida de toda esa generación y de las siguientes hasta llegar a la nuestra que apunto a señalar como la que le quitará la última piedra, en la ceremonia de su destrucción inacabable, de la que todos somos, o al menos nos sentimos, un poco culpables.
La concesión de los baños nos supone a los contribuyentes 1,8€ anuales, eso para empezar. La Sociedad Parque Balneario Nuestra Señora del Carmen, S.A aporta esa cantidad a las arcas públicas desde 1951. Mientras se degrada la zona y vamos a comer cuscús, a ver conciertos que concluyen antes de tiempo o a visitar mercadillos, la empresa que transmite sus acciones a distintos inversores desde hace 60 años, se gasta lo que yo en una cerveza en contraprestaciones legalísimas anualmente.
La buena noticia es que Damián Caneda intentó hacer algo allí. O se le supone, como el valor en la mili. Digo que ha sido bueno porque de repente, de la desidia de ¿30 años? planificados en agua de borrajas ha surgido el aparente entendimiento. Todos están de acuerdo, de repente y con prisas, en que los Baños del Carmen han de ser rescatados. Y digo que la culpa, disculpa en este caso, es de Damián Caneda porque de los dos nombres que se han subrayado en los medios de comunicación como protagonistas en la transmisión de acciones de la sociedad, el otro, el exconcejal del PP José Luis Ramos, no pudo provocar esta convulsión. ¿Por qué? Porque estaba en una y en otra. Era socio de los que vendían y de los que compraban. Yo creo que es el único malagueño al que la decisión de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de declarar la nulidad en el traspaso de acciones no le ha afectado. Nos queda Caneda padre o hijo. Algo ha hecho o algo tiene. El Ayuntamiento que ni pincha ni corta –bueno, quizá a Caneda sí- ha hablado para desdecirse y pedir la nulidad de la transferencia, sin disimulo y sin competencia. Sí, lo más llamativo es que el Ayuntamiento no es parte. Pero el que habla por su boca es el alcalde al que todo le compete, supongo que por la gracia propia de su edad. Pues gracias a Caneda, o para su desgracia, Medio Ambiente de la Junta que sí es parte interesada y Demarcación de Costas, que también lo es, están de acuerdo con Paquito en rescatar Los Baños del Carmen. Como ya había decidido un juzgado en enero y a nadie le importaba, bendito Caneda.
Y ahora el milagro. Todos de acuerdo en rescatar la concesión y abrir concurso público para la explotación de los Baños del Carmen. Alguien que se gaste un pastón en dejárnoslo bonito, nos regale un parque precioso y regenere la playa sin hoteles ni parkings. Un cuarto y mitad santo y otro poco de ONG que nos saque de la ruina del balneario. ¿Eso existe? ¿De verdad que son tan ineptos entre todos y de común acuerdo? ¿Se nos caerá a cachos o eso era el Astoria?