Estoy encantado. Esta semana la política local ha puesto el primer ladrillo de futuro en el camino que nos llevará a la ciudad moderna en tradiciones por la que todos los malagueños apostamos. Esta aseveración, que puede sonar tan rimbombante, se queda corta en elogios, sobre todo si atendemos a la cercanía a la que nos encontramos de las próximas elecciones municipales. Nuestro querido alcalde, fuera de campaña aún por el bien de la ciudad –según su propia composición de lugar sobre el bien, eso sí-, ha repartido su tiempo de saludar rápido e irse corriendo que le señalan los que tratan de dar sentido a su agenda, con dos asuntos primordiales que atender, como son los porfines de los Baños del Carmen y el Museo de Bellas Artes.
Y cómo han avanzado. Qué altura de miras. Esto se soluciona en dos sentadas, si no, al tiempo. Al mucho tiempo. Tres viejos amigos manejan estos asuntos por separado en sendas charlas distendidas a las que no tenemos acceso los curiosos mortales pero que sospechamos amables y satisfactorias, casi como en el salón de casa, con las zapatillas de invierno acogiendo el gustirrinín del acuerdo seguro y cercano. Si la relación entre Luciano Alonso y Don Francisco ha destacado históricamente por ser especial, siempre dispuestos a echarse una mano, al cuello, para colgarle una medalla al otro, o lo que hiciera falta, imagínense si el adorado del alcalde, su delfín decían -¿y por qué tienes esos dientes tan largos?, preguntaba Caperucita-, Damián Caneda, se pasea por la hipotenusa del Triángulo del segundo asunto, para mediar entre su hijo, el alcalde y sus Baños cronometrados que ahorran agua.
Pero vayamos por partes. Dos Francisco, el coleccionista de Museos, pretende que la Junta de Andalucía le ceda la gestión del futuro Museo de Bellas Artes y que corra además con los gastos. Don Luciano, que es un guasón, hace como si no le interesara. Qué gracioso es. Como si no confiase en la eficacia demostrada por Don Francisco en estas lides. Perdonen un momento, disculpen la carcajada, denme un minuto. No sé de otra cosa, pero en museos, nuestro Paquito tiene un máster, ¿no? Miren el Revello de Toro, tan exitoso. O el de los Automóviles, tan original. O… ¿Cuál más? porque el de las Gemas, no. Y el Museo de Museos del Astoria, tampoco. Y el ruso, todavía no, pero no hay por qué sospechar que siga algún viejo camino torcido. Y el Pompidou, tocamos madera, a sabiendas que, en cinco años, hay que cambiarlo por una fuente, musical o de colores o ambas cosas a la vez, para que no se note, mucho, el agujero dejado. A mí no me preocupa. Don Luciano, que es un señor muy listo, comprenderá repasando los datos culturales de nuestra ciudad, que la política museística de nuestro alcalde responde a unas directrices claras, a un análisis consensuado, a una estrategia respaldada por un plan de actuación meditado con profusión durante muchos años y que sigue minuciosamente a rajatabla. Por supuesto –ay-, no responde a la improvisación nunca. Aunque no lo parezca nunca, tampoco. Así que no me cabe duda de que el Consejero de Cultura dará la gestión del Museo de Bellas Artes al municipio y pagará la cuenta generosamente. Qué alegría –más tonta-.
Y en cuanto a los Baños del Carmen, nuestro alcalde donde dije digo, digo Diego, no. Donde dijo rescatar de Vera y Acha, dice concurso para Caneda Junior y José Luis Ramos, el ex concejal de su partido, sí. ¿Por qué? ¿Porque les profesa mucho afecto y los quiere beneficiar o porque tiene cuentas pendientes y los quiere perjudicar? Qué mal pensados. Por ninguna de las dos cosas. Don Francisco ha cambiado de idea respecto a los Baños del Carmen por el bien de la ciudad. ¿Hacia dónde nos lleva eso? Ni idea. Ahora bien, nuestro alcalde lo expone muy claramente, si es que eso fuera posible: dice que el grupo de inversores que tiene ahora la concesión debe recuperar su dinero, ni recibir más, ni menos, y cobrarlo de la empresa ganadora del concurso ese, que ahora apoya. Como si no fuera un grupo inversor sino una ONG. Menos mal que Caneda y él se entienden. A la perfección… Estamos arreglados.
Las ganas que tiene uno de que Don Francisco se entretenga en la campaña…