Cómo hemos cambiado. Qué modernos somos. Lo del Metro nos ha dado un caché, que me miro al espejo y no me reconozco, sobre todo si meto la barriga. Me siento la mirada más joven, oye. Más interesante. Abro el periódico y constato lo que considero una coincidencia emocionante en los retratados. Interpreto en la pose de la variopinta clase política malagueña que nos defiende y representa, ademanes de concordia y hasta de cierto orgullo, ideologías aparte, con lo que los imagino con parecida sensación a la mía, rejuvenecidos, con el talante de desayunar cuanto antes para enfrentarse al día a día con fuerzas, aunque en su caso con un renovado afán y, quizá, recuperando las ganas de encontrar las llaves, matarile, y volver a inaugurar obra pública, aunque para hacerlo bien tengan que dedicarle unos minutos a elegir el color de la camisa, el traje o el bolso que conjunten mejor con el deber cumplido y el paisaje donde fotografiarlo. De nuevo corbatas, tacones, gomina y perfumes en la inauguración del Metro, abren el apetito a la competición electoral, que promete ser fina y ajustada, ceñirse como un guante a la dialéctica de prometer lo que no se sospeche imposible ni se tercie, tampoco, a priori, de obligado incumplimiento.
Pero no sólo de la realidad vive el contribuyente, también de las expectativas, incluso mejores en cuanto a devolvernos a la élite sin paro, ni hambre, ni chusmones, ni chanclas, ni cordones de oro, ni bandas sonoras de Camela. Vamos a optar a ser capital verde europea, con lo que vende eso. Con lo que nos afina en los estudios, nos llena de silencio bien educado en el túnel de la alcazaba y nos libra de todo mal en las apreturas del 1 de la EMT. Ciudad verde y ajardinada como ninguna. Aunque perdamos la carrera -por culpa arbitral será, claro-, de tanto vendernos como los más verdes, nos lo terminaremos creyendo. Para empezar, y no casualmente, creo, Gibralfaro tendrá tres rutas de senderos y un camino para bicicletas.
¿Han visto? Metro, zonas verdes, carriles bici… ¡Y nos dan un premio! El Ayuntamiento de Málaga ha sido el ganador del premio Copa España Creativa por su iniciativa ‘Soho, Barrio de las Artes’, distinción que impulsa la Universidad Rey Juan Carlos y que sufraga Endesa. Una Copa de España como un pino –por lo de verdes- pero por ser cultos y modernos, ¿no les dije? Por estar a la vanguardia del amor al arte en el ensanche y por haber hecho del Barrio de las Artes lo que es, un ejemplo de… bueno, un ejemplo de algo que sirve para que Endesa nos dé el premio… Y, mejor, lo dejamos ahí…
A caballo regalado, que es con un cántaro y una fuente, abovedamos el río como le gusta al alcalde, lo ajardinamos y lo soñamos convertido en un parque en su mismo agujero pestilente de hoy en día, e incrementamos los índices de lectura creando placeres bajo la buena sombra de un arbolito o una obra de arte urbano asesorada por el señor Francés, y así, con la excusa de Málaga Verde 2017, nos vamos culturizando para hacer algo con los Museos, empezando por usarlos… Qué maravilla ilusionante… ¡Viva el Metro!
¿Todo bien? Pues no. Ahora llega la señora Porras a la página 14 del periódico, recién peinada y con un vestido que le añade plusvalía a su marcadísimo estilo y anuncia lo que ha dispuesto para la feria y el mundo malaguita se nos cae de culo. Lo del cuento de la lechera, vaya. Parques neoyorquinos, bicis holandesas, libros de autor bajo la sombra para que lean bellas señoritas, artistas en el metro… todo se esfuma. Peor cuando Luis Verde -¡Verde!-, concejal de juventud, con su raya al lado de viejas generaciones, en la página 19 nos dice que no habrá zona de botellón pero que se permitirá beber en toda la ciudad, en oleadas salvajes, desde el túnel con chanclas, a los cordones de los chusmones, sorbiéndolos y pasando por el Metro. ¡Aderezado por Andy y Lucas! ¡Dios mío!
¿Dónde está la Copa de Endesa? ¿Se la han bebido ya?
En el fondo del mar, matarilerileró, chimpón.