Ayer me bajé al bar de abajo dispuesto a ver el fútbol y beber cervezas entretenidas. Había brindis eufóricos que auguraban la paliza que le íbamos a dar a los muniqueses pero también silencios profundos, casi emparejados. Yo creo que el subconsciente colectivo viajaba en un barco hacia ultramar, donde viven los ultracongelados, y en la cresta de la ola, nos creímos invencibles, traguito va, la final de Lisboa viene. Lo malo es que todo lo que sube, se amorcilla a partir de los cuarenta, con el canguelo ese que se corta con un cuchillo y que alguien confundió alguna vez con la tensión cuando, lo que tenía en la punta de la lengua, en realidad, era mucho miedo. Abajo de la ola estábamos, acongojados, cuando surgió el agradable tema de distracción habitual como biodramina contra el mareo. Ya no son tanto los comentarios machistas subiditos de tono como los otros, más ecologistas y orgánicos, sobre los brotes verdes. Derechas e izquierdas tienen necesidad de perseguir el cielo, con lo que todos parecíamos de acuerdo en que “la cosa” mejoraba. Pero en cada desconexión de la realidad que se precie, siempre aparece el aguafiestas de turno. Ni le gusta el fútbol, ni le gusta el Bayer, por más que lo vitoree, ni le gustan los humanos que sudan. Estaba ahí sentado para incordiar y recordarnos lo borregos que somos, por más que lo hayamos decidido ser de común acuerdo. Me volví a ver el partido a casa, por no escucharlo, deprimirme ni empatarme.
Pues sí. En Málaga los coches estarán muy viejos, listillo. Claro. Ya no es como antes que los cambiábamos como los miopes sus gafas. Entre 1999 y 2008, la etapa dorada del ladrillo, se compraron una cuarta parte de todos los coches que actualmente circulan por la provincia, cuando el crédito fluía. Por eso actualmente, según los datos de la Jefatura Provincial de Málaga, 519.635 de nuestros vehículos (49%) tienen más de 10 años. ¿Y lo de las casas? Pues sí. También son viejas. De hecho, el 35% de los edificios malagueños no realizó la revisión técnica obligatoria en 2013. Se terminarán cayendo de pobreza, sí. Tampoco es que se vaya renovando el parque inmobiliario: la firma de nuevas hipotecas para la compra de vivienda en Málaga ha caído un 27% en los dos primeros meses de 2014, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística. Ya. Estamos en crisis. Nunca hubo tanto paro en la provincia, desde los fenicios a la actualidad, incluyendo la etapa más culpable de Zapatero: 36,52% de tasa de desempleo. Y ya sé, en cuestiones de seguridad, hemos perdido 114 policías nacionales y guardias civiles en dos años y medio; en cuanto a la Justicia, el Fiscal General del Estado, Torres-Dulce se refirió a la situación «especialmente dramática» de la Fiscalía de Málaga; en cuanto a Educación, 9.921 alumnos de la UMA siguen pendientes del pago íntegro de sus beca; ¡hasta la Catedral tiene goteras!; la ciudad moderna y cosmopolita de la que presumimos está cada día más pobre y anciana y seguimos a peor según esos datos que muy poco tienen que ver con las previsiones de cambio de tendencia, como ha afirmado con prudencia y sin ruido la Confederación de Empresarios de Andalucía por boca de su presidente, Javier González de Lara: hay una «estabilización» en la economía, aunque no se atreve a decir que la crisis haya finalizado, tal y como se está comentando desde el Gobierno.
Puede que el aguafiestas del bar de abajo hablara del presente turbio apoyado por esos números sin ilusión ni decorados de brotecitos de colores pero, ¡en Málaga vamos a tener el Pompidou! Aunque admite el alcalde que puede ser ´difícil´ que Unicaja financie la adecuación del Cubo… En fin, no sé qué pero algo irá a mejor. ¡No nos pueden tomar por tontos! Si no, el PP de Málaga, digo yo, no habría decidido vendernos la ´recuperación´ económica en su campaña para las elecciones europeas del 25-M, ¿no?
Ejem (onomatopeya del canto del desconfiado que no silba).
Al menos, que se clasifique hoy el Atlético.