El juego del trileo

23 Abr

La Semana Santa se ha ido y me ha pillado a contrapié, como la Ley de Racionalización de la Administración Local a nuestros ediles y asesores municipales. Alguno tendría que dejar de cobrar para cumplir la normativa: al menos tres concejales y once técnicos. Mario Cortés, el portavoz municipal, se lava las manos y señala el reparto de los candidatos a quitarse el sueldo, por democracia matemática, entre los dos partidos de la oposición. Se remanga para que lo veamos clarito, se coloca un tapetito verde sobre la mesa, sin trampa ni cartón, y se dispone a hacernos un truco de prestidigitación. Cuenta con los dedos de las dos manos y casi nos convence de que los suyos ya se han quitado el sueldo cobrando de otras instituciones, ya sea Diputación o Senado. Así, uno, dos, tres, hasta 14. A él no le gusta tampoco que a un compañero de oficio le quiten el sueldo, eso ante todo, pero la ley es la ley y la pela es la pela… así que si alguien no le ha quedado suficientemente claro, repite el truco cuantas veces sean necesarias, más despacio. Matemáticas incuestionables, ¿qué le va  hacer él? Sin embargo, de la justicia de esos números tan bien medidos no entienden tanto ni María Gámez ni Eduardo Zorrilla, que considerarían un grave menoscabo a su labor de fiscalización descontar el sueldo a 14 de entre los suyos. Uno a uno. Miran a Mario Cortés, casi hipnotizados, y suman con los dedos. Eso de la proporcionalidad porcentual debe de ser un arma del diablo. A la oposición no les salen las cuentas, no. Las matemáticas son neoliberales. Las letras, piensan, podrían estar de su parte. Justificarían lo injusto de ponerle cortapisas al control de gobierno con un par de discursos, una rueda de prensa y dos parrafadas. Aquí todos moros o todos cristianos. Mejor dicho, aquí todos cristianos. Sin sacrificados, que los del PP serán contrincantes electorales pero no enemigos sin familias a su cargo. Todos iguales, todos cobramos. La “bofetada política” nos la perdonamos de común acuerdo y santas pascuas.

No voy a ser yo, por supuesto, quien defienda la gratuidad del ejercicio público del político. Sólo los que tuviesen su vida resuelta podrían dedicarse a una profesión que no debería ser tal. Un paréntesis en la vida laboral en servicio de la representatividad democrática, tiene que ser remunerado para que todos participemos en condiciones de igualdad, no sólo la clase adinerada, aburrida y ociosa. Qué horror.

Pero la ley ha de cumplirse en todos sus términos. Y que esta Ley de Racionalización de la Administración Local sea una norma dictada de cara a la galería o no, formaría parte de otro debate. Que se limite el número de concejales con dedicación exclusiva me parece algo absurdo por disfuncional. No es el caso del personal eventual, que depende del ojito y el dedo de la estructura piramidal de los partidos y que, mucho me temo, responde, en más casos de los deseados, a favores debidos que a méritos demostrados. El problema de los asesores y el personal de confianza es que la sociedad le ha perdido la confianza, o eso dice el CIS, y a pesar de necesarios, cuanto menos y más selectos, mejor. De curriculum, bien pagados y sin haber perdido ningunas elecciones recientemente, a poder ser.

De todas formas, no creo que anden muy preocupados los partidos de la oposición en el Ayuntamiento de Málaga. Al final encontrarán, entre todos, la manera corporativa de mandar la racionalización a paseo, de una manera consensuada, cambiándole el nombre al cargo o canjeando los cromos por obras o servicios, al 75 por ciento de desinterés y bajo excusa de dedicación parcial, con el debido cuidado de no defraudar a la ley, no tanto al ciudadano. Aquí ni derechas ni izquierdas valen, cuando lo que está en juego es la soldada, todos apechugan a una, se encerrarán a debatir sin hacer ruido y llegarán a ese acuerdo de mínimos que por razones de humanidad, tan bien se le da a nuestro alcalde, sobre todo cuando el que convida, no paga.

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