Ayer leí la entrevista a Raúl Jiménez, el nuevo concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad, que publicó La Opinión de Málaga sobre el Jardín Botánico de La Concepción, y deduzco dos cosas. Una, que ha interiorizado la idea de que en tiempos de crisis todo lo público ha de ser rentable para ser sostenible, y dos, que ha organizado una tormenta de ideas en su departamento, y las ideas han caído, con violencia y profusión de aparato eléctrico, que es lo propio de las tormentas de verano.
Al concejal le preocupa que los malagueños no pasen en tropel por la taquilla como hacen para ir al fútbol o a los conciertos de Pablo Alborán. “Lo que queremos es que vaya mucha gente al jardín botánico”, dice. El problema es que en La Concepción sólo hay plantas. Y la solución, complementar la oferta con “algunos atractivos añadidos”. Ahí es donde la tormenta de ideas arrecia con violencia, y pasamos de lanzar abonos o negociar con los touroperadores (¿aún no lo habían pensado?) que los cruceristas pasen la línea de La Plaza de la Merced para llegar hasta allí, a poner mesas en el recinto para que los malagueños vayamos de picnic y crear un jardín zen o un laberinto de setos.
Los jardines zen son de arena y piedras y apenas tienen plantas. Eso le ahorraría al Ayuntamiento costes de personal, una vez que se consigan los fondos para hacerlo (este año el presupuesto de inversión del jardín es de cero euros). Lo del laberinto de setos es harina de otro costal, a menos que se plantee que lo cuide una asociación como con el ya iniciado proyecto del huerto didáctico. Esperemos que haya asociaciones de aficionados a la poda en Málaga. Sugiero que también organicen clases de Tai-Chi, pero lo que verdaderamente atraería un público masivo sería trasladar el Real de la Feria al jardín botánico.
La rentabilidad es una cosa, y otra la sostenibilidad económica y social del patrimonio. Dudo que el coste anual de mantenimiento de uno de los jardines botánicos más importantes de Europa supere la inversión que se ha hecho en toda suerte de museos bastante menos simbólicos en años de bonanza. Posiblemente, La Concepción sea el patrimonio más importante y único de la ciudad, y entiendo que al menos una parte de los malagueños es consciente de ello, puesto que la Asociación de Amigos de la Concepción, es, con 1.700 socios, la más numerosa de todas las asociaciones de amigos de jardines botánicos en España. Las declaraciones de Raúl Jiménez me traen a la memoria una película de los Monty Python, donde los trabajadores de un zoo se empeñaban en demostrar que las ardillas eran criaturas feroces para evitar que la empresa propietaria las sustituyera por tigres y varanos, más epatantes para el público. No todo ha de ser multitudinario para ser sostenible, y al menos yo, pago gustoso mi parte de impuestos para que La Concepción lo siga siendo, pero si se admiten sugerencias, ya que quitaron el autobús de línea que llegaba a la puerta por falta de rentabilidad, arreglen el camino que une el final de la Línea 2 con el recinto para que los escasos pero valiosos visitantes no se arriesguen al atropello.