El Ayuntamiento se ha empeñado en que abramos las tiendas los domingos. Qué pesados. Son tan obstinados como los de IU con el tranvía. A ver quién les gana a cabezones porque cada cual defiende el apoyo popular (masivo, que diría el defenestrado Zapatero) cuando les conviene. No creo que las Hermandades ni la Fundación del Carnaval apoyen al Consistorio en esta ocasión, aunque puede que sí y que valoren tan positivamente que el comerciante de abajo no tenga día del Señor, como que les pase el tren por debajo… Ya no me asusto de nada. A fin de cuentas -que es lo que nos interesa a los que nacimos pobres-, al comerciante es al que no le compensa abrir la tienda, atendiendo a los datos estadísticos que a pesar de tan fríos, son los que realmente crean tendencia.
La moda es no abrir. Sólo el 12% de las tiendas abre los domingos. Porque poder, se puede abrir si el negocio está bien situado, mide menos de 300 metros y aún no lo tienes en traspaso. Ni el centro comercial abierto, ni lo de la zona de gran afluencia turística, ni Caneda comparando a los cruceristas con zombis por no poder satisfacer su instinto consumista han sido suficientes para convencer a los autónomos de las pequeñas ventas y enormes declaraciones trimestrales del IVA de que podrían hacer su agosto con el pasaje de un barco. Ni de 60 barcos. Ni con los 91.000 cruceristas que se esperan en domingo, con cinco horas por delante y 62 eurillos en el bolsillo, con las avenidas desiertas y recorridas por una bola de heno biznaguero del Oeste en calle Larios y el sonido de una radio a media voz susurrando al viento otra cansina goleada del Málaga, líder de la liga otra vez, y gracias al jeque, hasta en los momentos más imaginarios de un domingo de crucero cualquiera.
Que no, pesados representantes míos. Que no quieren abrir. Que los tenderos quieren descansar los domingos. Y ese postizo nuevo, que ahora se llama “Málaga Cruise Shops” al que sólo se han adherido 25 tiendas del centro, a pesar de tan buena y santa intención municipal, caerá por su propio peso. Aquí un lumbrera para explicar las cosas: abrir los domingos para 91.000 personas con 62 euros en el bolsillo, de los que dedican 17,36€ a las compras, no es mejor plan que abrir para 568.000 pobrecitos malagueños con 20 euritos que gastar –sin pasarse- de lunes a sábado, si te queda el domingo libre. Clarito. Y eso que odio las matemáticas.
Yo creo que lo que le pasa al Ayuntamiento es que no se gusta mucho. Si los jóvenes no están tan bien educados como les gustaría, se les manda a una isla en feria –pero no se les prende fuego-. Si el malagueño no está bien acostumbrado al rollo cultureta, pues se hace un día para silbar disimulando, como que sí, y ¡viva la Noche en Blanco! Si no es esta una ciudad comercial por antonomasia, la reinventan con un folleto que no sé qué pone pero si no está ya, apuesto a que nos describirá pronto como mercaderes, fenicios todavía, por ese afán de actuar y pretender que parezcamos lo que no somos. “Málaga Cruise Shops”, ¡toma ya! ¿Qué es eso?
Somos una ciudad turística de sol y playa, con un toquecito merdellón incluso aprovechable. No somos los de 2016. Ni los de los bazares. Que no. Que abrir los domingos a ver qué pasa es un artificio. Se abrirá los domingos si existe demanda. Se irá a un museo un día como una excentricidad, mientras prefiramos ver la tele antes que leer un libro. ¿Lo cambiamos? Vale, pero poquito a poco, con un plan, a largo plazo. Y si hay prisa, empezando cuanto antes.