Enterrado o varado

29 May

Ya no sé qué sería de nosotros sin el Metro. No sé cómo, algo tan inútil para la ciudad, se ha impuesto como problema de supuesto calado para la sociedad malagueña por causa de la insistencia política en que así sea. No hay otra cosa. No hay debate entre partidos sin que figure tal presunto enfrentamiento abstracto entre nuestros gustos ferroviarios y esas preferencias de trazado arrojadas, digo arrogadas. Aseguran que nueve de cada diez malagueños prefieren un Metro bajo tierra. Eso será porque nadie ha hecho una encuesta sobre si lo preferimos volado, como en Blade Runner. Qué modernos imaginarios somos. Por arriba o por abajo, nos preguntan, sobrados, como si les abundaran fundamentos para aceptarnos las sugerencias. Yo creo que el Metro lo queremos muy bueno. El mejor. El más caro. Y punto. A otra cosa. Ahora bien, si nos dieran a elegir entre el Metro o unas entradas para el cine, creo que pediríamos un periódico para ver la cartelera antes de decidirnos. Y, fifty-fifty, no exagero.

Me da la sensación de que al malagueño tradicional, que pueda haber Metro a velocidad japonesa, le hace gracia. Otra cosa es que le guste. Aunque, de hecho, no disgustaba a nadie hasta que empezaron las obras y sus necesarias incomodidades. Uno se tapaba la nariz y se cepillaba la chaqueta, llegando a casa, esperando que arreglase el desaguisado la propia premura de su buen fin correteante. Pero el estribillo de los camiones se tornó machacón y la canción del verano se hizo hielo y calabaza a la vez, en ese otoño de hoja perenne que cubre cada página de la prensa diaria de nuestra ciudad, cuando trata de ciertos asuntos de origen decimonónico: río, tranvía y ahora, metro, sin fin, que se diluye. Nuestro aeropuerto de Castellón sin aviones podría ser este innecesario metro sin vías que seguirá pospuesto sine die hasta que nuestros legítimos representantes lo valoren como una posible opción de transporte, además de cómo preferido dulce de merengue con rifirrafe.

Hace un año que al Metro le faltaban setenta millones, que nadie tenía, para dejar de ser un proyecto. Lo anunciaba la Junta y el alcalde se mostraba dispuesto a enterrarlo para evitarnos males mayores. Ahora son 200 millones si se sigue el mismo plan, en progresión geométrica. Estos son los nuevos números: un tranvía por el centro costaría 41,5 millones de euros y estaría en uso en el año 2015. Construir el Metro soterrado supondría una inversión de 200 millones y su entrada en funcionamiento se retrasaría al 2020. Tres partidos gobernando, tres opciones. Tranvía porque sí –Fomento de IU-, soterrado a toda costa- Ayuntamiento del PP-, o no tengo ni idea, vamos a posponer la cosa hasta septiembre, a ver por dónde me da el aire y qué dicen las encuestas –Junta de Andalucía, PSOE-.

Griñán ha decidido no decidir ni dejar que nadie decida nada hasta septiembre. Señala tres posibles alternativas: que el Metro se detenga a la altura del Guadalmedina; que llegue soterrado hasta la Plaza de La Marina; o que continúe hasta La Malagueta. Para quitarnos el sueño, vaya, qué preocupación. ¿En 2015 o en 2020? ¿Qué será de nosotros por arriba o por abajo? ¿Cómo iremos al Centro sin Metro? Esto sí que es un problema para el CIS, y los demás, tonterías…

Tenemos medio metro hecho. Un lujo –o medio-. Ahora entiendo lo del tío en América: es un político.

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