Un filón

24 Abr

Dicen que van a poner un mercado moderno en la manzana de los cines y otro más en una esquina de oro que alguien se ha inventado que hay en el puerto. Supongo que esos sitios se llaman de forma tan extravagante porque los denominó así un bromista alguna vez y nadie se ha preocupado de ponerle otro nombre más acorde a su realidad ruinosa posteriormente. Manzana como indefinición urbana, en Málaga, sólo hay esa y esquina de oro puede que la tuviera en su día alguna pobre esclavizada del sexo en el viejo ensanche del puerto, hoy Soho, por esa moda mencionada de confundir la identificación popular directamente con su absurdo pero, aún si la hubiese habido, ya no está. Y menos, en ese lugar de recreo infantil que divide a los dos muelles en nada o en una pista de patinaje, según quién improvise.

Al mercado moderno de la manzana abandonada del Astoria -si no lo gafa el alcalde antes de que tome forma- propongo llamarlo a partir de ahora Mercado de la Manzanas, para que parezca que proviene de algún otro tradicional, portuario o arrabalero. Se le pone pinta de antiguo, aunque sea con cartón piedra de crisis o con los floreros de las concejalas para cruceristas, y un cartel que cuente un cuento que dé visos históricos. Como se hizo con la Casa Natal, sin ir más lejos, que pudo ser una, la otra o aquella, hasta conformarse en la que hoy es. Al mercado moderno le quieren dar otro mordisco por si Picasso nació en aquel otro lado, para cubrir todas las posibilidades y si acaso, acertar con su ubicuidad, más que con la ubicación.

A mí, lo que no me convence de esta maravillosa obra de ingeniería mental de algún lumbrera en el Ayuntamiento es que ya existe un mercado abandonado a su suerte en la Plaza de la Merced. Supongo que el viejo Mercado de la Merced terminará siendo un nuevo cine y el viejo cine Astoria un nuevo mercado, como en un juego de trileros, donde el listo siempre gana y el tonto paga expropiaciones, multas, museos de las gemas o proyectos de funiculares. Si se pone un mercado bonito, moderno y limpito en la ruina del Astoria, ¿qué será del Mercado de la Merced, tan feíto, demodé y remendado? Anunciarán que se lo queda Unicaja, Caixa Fórum o el Guggenheim, si hiciera falta, y luego, nada. Otro mazacote moribundo con medio súper y una comisaría entera por trasladar.

En el Ayuntamiento se han puesto las pilas gourmet. Ya distinguen sus concejales entre el mercado madrileño de San Miguel y el de San Antón. El primero está en decadencia, dicen… Ni 4 años lleva abierto… 20 millones que nos ha costado el edificio del Astoria más otros 10 que costará -a quien le interese- tirarlo para levantar otro… Van a tener que vender muchos jamones. Que sean malagueños, de castaña –de castañazo, me temo, persignándome-.

Pero si no hay más remedio, me apunto al mercado de cosas ricas para turistas en el equipamiento cultural del Museo de Museos. Vale. Pero, ¿otro más en la esquina de oro, esa? ¿Un Carrefour? ¿Ahí van a vender queso de cabra malagueño? ¿Vinos de la DO Sierras de Málaga? ¿Aceites de oliva virgen extra de la provincia? ¿En un Carrefour? ¿Aceitunas aloreñas? ¿Aguacates de Vélez- Málaga? ¿Chirimoyas con denominación de origen? ¿En un Carrefour?

Dice el alcalde que le da sus dos puntos al proyecto del puerto, como en Eurovisión. Y lo peor es que no me extraña. Por el bien del crucerismo de aquí te pillo y aquí te mato. Para que no se escapen sin comprar. Que sí, que viva el foie, el queso suizo, el champagne y hasta la piña intercontinental. Lo que sea. Con biznaga y sombrero torero. Así somos. Vocacionalmente.

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