He leído un titular en el diario La Opinión de Málaga de ayer que, de nuevo, ha hecho que me cuestione algún problemilla existencial. Qué recuerdo ocioso, casi olvidado, tan agradable. De paso, o sea, volando, que es la única manera en la que se pueda dar forma real a una idea, me he dado cuenta de hacia dónde nos ha llevado Darwin con su línea evolutiva y Keynes con sus rectas trazando curvas tendenciosas, por culpa de la crisis. Juntos nos han llevado hasta la cueva. Volvemos a ser cazadores-recolectores a pesar del Mediterráneo, cavernícolas de mandoble y malas pulgas por el estado de necesidad. No cabe preguntarse de dónde venimos cuando la existencia depende de si habrá cena o hasta cuándo. Sin embrago, vuelvo a pensar por gusto, un ratito volandero, como pasatiempo fugaz que no se sabe cuánto podrá durar, gracias a ese titular despertador, inane y desparasitante que me ha resultado tan saludable para el alma. Ahí va: “Expertos internacionales debaten en La Concepción el futuro de las mariposas”. Muy despacito: “de las mariposas”. Entiendo, otra vez o al fin, lo de Grecia. Claro. Si yo no sé usar la lanza. ¿Qué hago buscando dinosaurios si soy de otra glaciación? Yo quiero ser filósofo, banquete entero o Platón -por cierto, que será de ¿Grecia?, ¿de Irlanda?, ¿de Portugal? ¿Islandia existe, o le pasa como a Teruel?-.
En fin, me equivoqué de carrera. Quiero ser biólogo. O entomólogo, si no hay que tocar muchos bichos. Quiero debatir, no sólo sobre el futuro, también sobre el pasado y el presente de vuela, sí, vuela, mariposa linda y mandar a donde debiera estar, a lo más profundo de mi desahucio de Damocles o al pozo oscuro de la inseguridad laboral de cada noche de insomnio, al señor Bárcenas y a todas sus peinetas. Si yo soy ligero y volador, ecológico y pacifista, ¿qué hago siempre tan apretado?
Hasta el próximo lunes, treinta expertos de 19 países analizan en el Jardín Botánico de la Concepción el panorama de la “Polyommatus Golgus”, o la “Agriades Zullichi”, entre otras especies amenazadas o en peligro, en un taller de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y yo, un equivocado, casi arrepentido de las letras, no podré ser el erudito 31 porque de mariposas sólo me cabe especular sobre los posibles o improbables efectos de su aleteo. Ya se sabe, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en ciertas formas completamente diferentes. O sea, el aleteo de las alas de una de las mariposas de las que hablarán en el taller de la UICN, en un sistema caótico como es el que mantienen para sus relaciones institucionales la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga es lo que ha provocado que tras diez años de sentarse a hablar sobre el Metro, aún no se sepa si hay dinero o si no, si nos lo van a meter por arriba, por debajo o de costado, o si se quiere o hace falta. Es más, el leve movimiento del ala izquierda de uno de esos delicados insectos y sólo eso, ha debido de ser lo que ha hecho que Manuel García Peláez, Delegado territorial de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, haya llamado “trilero” al alcalde, a costa de este añejo debate underground. Afterpunk ya, más bien. Y en cambio, si ese mismo lepidóptero ha puesto a funcionar, de manera más radical y contundente si cabe, su ala derecha habrá podido ser causa y efecto de que el gobierno de la Diputación no haya permitido expresarse a la oposición durante el pleno extraordinario que ¿celebraba? el Día de Andalucía.
Qué bonitas las mariposas. Qué desagradables algunos de sus efectos.