Sin ganas de que fuera la Navidad, fue y se fue cuando ya no quería que se fuera. Y lo hizo de la peor manera. Por culpa de nadie y con mala conciencia a repartir proporcionalmente entre todos. Será que hacen falta más vallas. Será que no se puso el cuidado debido. Será que pecamos de voluntariosos. O ¿qué será?
Me he dado de bruces con y contra la realidad y no sé si levantarme o quedarme un ratito repanchigado en el suelo, tranquilo y conforme. La UEFA no nos quiere. El jeque no paga; no habrá suburbano. La Junta no paga; ni quedan privilegiados. El Ayuntamiento no paga -o no los distingue y los sigue pagando, que también pudiera ser-; ¡Ni se espera el teleférico! ¿Para qué queríamos un teleférico?
Sin Museo de las joyas, ni concurso de ideas que embovede nuestras incapacidades, creo que lo más importante que nos queda, a tenor de lo incomprensible del dineral que nos cuesta, es el CAC, el Carmen Thyssen, el Palacio de Congresos y Onda Azul. Puede que muy poco para sostener tanta soberbia. Lo peor es que junto a los escasos recursos, nos quedan las mismas pocas ganas de seguir peleando. O eso parece. La moral se fue minando con la patada en el trasero del 2016 y desde entonces, no levantamos cabeza. No damos una. Parque de los Cuentos y cuento chino fue lo mismo. Hospitalito tampoco. El Astoria, nada. Y no es de políticos todo lo que desluce. Se van hasta los cruceristas. Ni uniforme a los cocheros, ni plantitas decorativas, ni los mejores resultados en las encuestan le sirven a los poneturistas de la lechera para que sigan contando con nuestro puerto entre sus expectativas de negocio a medio plazo. Se van como vinieron. En pantalones cortos. ¿Con las manos en los bolsillos?
No puede ser. Si organizamos una maratón y no vale porque nos faltan metros. Porque los corredores siguen al coche de la tele de espectáculos Mundo. Qué espectáculo. Qué Mundo. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué no nos sale nada? No será por no contar con los mejores profesionales: ahí están Antonio Peñalver, Salomón Castiel, López Nieto, Ángel Castilla, Manuel Esteban, Imbroda, Yolanda de Aguilar, José Estrada, Ruíz Montáñez, Rafael Arjona… Málaga tiene 10 de los 15 cargos de confianza que más cobran en todas las diputaciones andaluzas según el sindicato ASED. Y según el CSIF, lo que le paga el Ayuntamiento a los suyos son “retribuciones abusivas”, por exceso. Y si a estas lumbreras le sumamos a Caneda, el omnipresente del libre albedrío, tendremos un equipazo, digo yo. ¿O no? Sí. Sí o sí. El que pone el dedo no puede ser tan inepto de equivocarse tanto. Ni queriendo.
Pues si el equipo es tan bueno –o tan caro- y además, hay algún que otro listo alrededor, con un hombro que arrimar por la cuenta que le trae (léase Fernando Francés, Javier Ferrer y otros de parecido coeficiente o tan geniales), que las cosas no terminen de ir como debieran en nuestra ciudad puede deberse a que nos encontremos inmersos en un “bache”. Eso es. Un bache bachecito del que saldremos más pronto que tarde. A la de uno, a la de dos, o a la de tres. Cruzo los dedos. Lo próximo, el carnaval y después la Semana Santa y después el sol y playa, sin altercados ni más peras al olmo. Valemos para lo que valemos. Para firmar manifiestos patrioteros, amar incondicionalmente al Jefe –si es Jeque, mejor- y para conformarnos con nuestra suerte o rezarla en contra. Que sea buena y me persigne. Sin accidentes. Sin proyectos pillines-colosales del alcalde. Sin redes biznaga. En fin, de todo corazón, feliz realidad.
Ay, que nos cojan confesados.