Son tiempos difíciles, en general. Los de esta semana, días raros en medio de una etapa complicada. Porque ya, ni es Navidad ni deja de serlo, al menos hasta que los Reyes Magos nos pillen a contrapié, que no por sorpresa. Iba a mirar el belén porque creí que tenía un rato libre pero me he dado cuenta, sin querer, que los ratos que tengo ahora son los que ocupo. O sea, tengo un rato ocupado y el resto libro. Libro de detectives escandinavos que ocupen mi jornada y belenes con pandereta que no sé si guardar o jalear. Entre Nochebuena y Nochevieja lo que hay son ganas de solidarizarse y el día de los inocentes. Juntos, dan más juego. Una buena causa la distingue peor un inocente y si eres mala persona, o regular, te puede hacer gracia que la confunda. Lo malo es cuando sólo hay un listo y el resto no se entera de si la causa que apoyó fue buena, fue causa de broma o le convirtió en un rebelde sin causa. Así me siento con la causa patriotera que estoy a punto de firmar, mirando con recelo al romano del castillo y a las dos lavanderas.
Lo que le han hecho a mi Málaga CF no tiene nombre. Expulsado de las competiciones europeas. Dicen que la UEFA nos tiene manía. Algo tan difícil de sostener desde la razón, que prefiero pasarlo por alto, no sea que acabe protagonizando una tertulia conspiranoide en el programa de Iker Jiménez. Otros lamentan el trato desigual que hemos recibido por parte de este organismo. Se pone el ejemplo del Atlético de Madrid, señalado y advertido al mismo tiempo que el equipo de Martiricos y salvado en última instancia del severo castigo. De hecho, fueron 23 equipos los conminados a pagar sus deudas antes del 30 de septiembre y, según la UEFA, el Atlético de Madrid y otros catorce equipos cumplieron con sus obligaciones a tiempo y el Málaga CF y otros siete, no. Si no fuera porque nuestro bien amado Jeque ha dado sobradas muestras desde que conquistó Málaga de lo buen pagador que es, de lo atento que está al desembolso puntual de cada pagaré, cada nómina, cada ficha, cada cuota a la seguridad social y de tributar a Hacienda, podría llegar a sospechar que lo que ha pasado, única y exclusivamente, es que no pagó. Sería de bien pensado. Ojalá. Porque si, como aseguran desde el club, se cumplió a tiempo y a pesar de ello, se les ha sancionado, además de honrados, que sería de agradecer por la imagen que trasladan de nuestra ciudad al resto del mundo futbolístico, habrían demostrado ser unos auténticos pardillos. Cabezas de turco, no. Pardillos por excelencia.
Pero no. Prefiero quedarme con la idea de que la culpa la tiene Sevilla, la Hacienda sevillana o la madre que la parió y firmo donde haga falta. Porque es Navidad. Porque soy solidario. Porque soy patriotero. Y porque, sobre todo, soy inocentón de cabo a rabo. Miles y miles de firmas. Miles de manifiestantes. Si se hace una Mani-fiesta, acudo. Propongo el 31 de diciembre y dos pájaros de un tiro. En la Rosaleda, en el Arraijanal o en la Bajondilla… Será por sitios… Que pague el Jeque la primera y a partir de la segunda, nos apañamos solos con la ruina que nos deje.
Dicen las malas lenguas que mi Málaga CF no es de los malagueños, que es del Jeque. Vaya tontería. ¿Para qué va a querer un catarí mi Málaga de toda la vida?, respondo a los que no entienden de sentimientos futbolísticos. Él es un rey mago, de los que no existen. Amigo del alcalde y de Bendodo. El Jeque es un icono que no responde, ni sabe ni contesta. A veces paga. Otras no. Siempre a plazos que le vencen, eso sí. Salió de una lámpara y se irá en alfombra –si no se ha ido ya-. No es ni bueno ni malo. Está por encima de esas cosas. Definitivamente, nos llevó al cielo y una cosa me preocupa: ¿estaremos muertos?
Qué bonito el caganer. Me gusta el belén. Cuánto tiempo libre para firmar manifiestos…