Ahorra o nunca

19 Dic

Creo que, de estar en lo cierto, puedo llegar a ser el próximo ganador de un premio importante de la Economía. Un Nobel, o algo así, de alguna universidad de Gales, o de por ahí. Y si no me lo dan, puede que se deba a la envidia o a los mayas. O a las dos cosas. Pero, como iba diciendo, si todo va bien y me convierto en lumbrera de la economía de aquí a nada, en primer lugar quisiera reconocer parte del mérito a los cuentistas políticos de mi Ayuntamiento, que fueron los que me hicieron barruntar sobre este asunto y en segundo, por orden cronológico, a los del mismo tipo que cuadran las cuentas en Diputación y que esta semana, también han conseguido sorprenderme, a la vez que alentarme, con la confección de un presupuesto para el próximo año que supondrá, a pesar de la crisis, un “ahorro” enorme, respecto al que se han gastado este año. Me preguntaba cómo lo harían. ¿Cómo conseguirían ahorrar? Muy fácil, se trata, simplemente, de hacer un presupuesto. Claro que, no un presupuesto cualquiera, sino un presupuesto político que priorice el ahorro.

El quid de la cuestión, por tanto, creo (formulo), radica en superar el viejo concepto del ahorro. Hoy por hoy, para ahorrar no se necesita un calcetín, con la memoria es suficiente. O sea, no se ahorra uno lo que deja en el banco. Se ahorra uno lo que no se gasta porque no lo tiene. Si usted quiere pasar de ser un hombre arruinado a otro ahorrador, como nuestro Ayuntamiento o nuestra Diputación, recuerde lo que pudo gastarse con mucho esfuerzo el pasado año y que sin duda no podrá gastarse el próximo. Anote todo lo que recuerde que gastó y cuanto más no tenga ahora para igualarlo, en igual medida se lo estará ahorrando. Por ejemplo: si pudo pagarle la universidad al niño y ya no, se lo habrá ahorrado en términos políticos. Qué alegría.

Gracias a esta nueva técnica política de hacer presupuestos joviales en Málaga, que por fin hoy he entendido o me he inventado al intentar comprender –que ojalá y me den un premio-, ya no seremos mayoritariamente pobres desgraciados sino absolutamente ahorradores desgraciados. Todos iguales, aunque algunos más que otros pues cuanto más pobre sea uno, más ahorrador se habrá vuelto, casi sin enterarse y sin depósitos a plazo fijo en ningún banco y de Suiza ya, ni hablamos. Ahorrador obligado y honrado, hasta hartarse de presumir, como han hecho Elías Bendodo o Francisco de la Torre hasta ahora en solitario, qué carotas, sin explicarnos la fórmula para que pudiésemos conocer y compartir su alegría. Si bien es cierto que, personalmente, en ambos casos, poco podrán ahorrar, atendiendo a esta acepción más moderna del asunto. Pobres.

Me da a mí que el ahorro va a ser al final como el colesterol. Habrá del bueno y del malo. A fin de cuentas, el presupuesto consolidado de la Diputación para el próximo ejercicio será prácticamente el mismo que en 2012, por más que hayan ahorrado o eso digan: 255 millones. Por su parte, el del Ayuntamiento de Málaga alcanzará los 680,2 millones de euros —en materia de gastos, y 685,1 millones en ingresos—, lo que supondrá un descenso -¿un ahorro malo?- del 8,1 por ciento respecto al de este año (740,4 millones).

Este año hemos ahorrado muchísimo entre todos. Pero el próximo, si nadie lo remedia, más.

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