Amor verdadero

1 Ago

Se habla mucho del jeque. Demasiado. Yo no me creo nada. He llegado, incluso, a dudar sobre su existencia. De hecho, he mirado detenidamente la única foto que lo relaciona con el equipo de mi corazón y parte de mis entrañas, aquella en la que sale con la bufanda malaguista al cuello y el turbante de buena familia catarí en la cabeza, y he llegado a la conclusión de que podría ser otro fotomontaje de la Inteligencia norteamericana. No le asoma el pelo rizado, ya lo sé, pero esos ojitos negros me recuerdan mucho a los de Llamazares… Al jeque se lo han inventado. Yo nunca lo he visto. Dicen que hace seis meses que no viene y para mí, que es un acordeonista rumano al que algún holding empresarial le ha pagado diez canciones para disfrazarlo de rey mago una vez al año. O eso, o se fía mucho de sus manos derechas y no necesita venir a disfrutar ni de su equipo, ni de su ciudad adoptiva. Que es raro. Con lo bonita que es y lo guapos que somos.

Dicen las malas lenguas y envidiosas de nuestra alta alcurnia championera que el jeque no paga. Ni a jugadores, ni a sus anteriores clubes, ni a los antiguos propietarios, ni al fisco. Los que nos quieren mal, pretenden amedrentarnos con que podríamos quedarnos sin liga de campeones o descender a 2ªB por morosos y pobretones. A mí, no me preocupa. Don Francisco, Don Elías y Don Luciano me tranquilizaron cuando se renovaron el carné y tan bien hablaron sobre la solvencia incuestionable del amigo. Porque otra cosa no, pero ojo para la buena espina se le supone a nuestros gobernantes, claro está, si no, no podrían llevar a cabo una de sus principales funciones representativas, la del uso del dedo índice para decidir sobre los cargos de confianza. Así que si los tres quedaron cautivados ante el empaque del señor Abdullah bin Nasser Al-Thani es porque tiene que ser muy listo o una bellísima persona. Yo creo que las dos cosas. Y si no paga será porque a pesar de esas dos virtudes, le falta una tercera –el dinero-, fundamental para estos asuntos mundanos, aunque nimia para los argumentos del alma, que en realidad son los que importan. Yo creo que al jeque, pobrecito, no le han salido las cuentas. Ya se sabe, ser rico sale muy caro.

Siguiendo con los mal pensados, he llegado a leer, echándome una mano a la cabeza y otra, por si acaso, al corazón, que lo que le pasa al jeque es que no le han regalado no se qué concesión en el puerto de Marbella o no sé cuál otra en el Arraijanal. Como si fuera de este mundo. Como si lo que quisiera de Málaga fuese hacer negocio. Pues vaya ojo. Se iba a forrar. Habría que ser cortito para pensar que la época del pelotazo inmobiliario perduraba aún en la Costa. Antes, tendría que afiliarse a algún partido político y, que yo sepa, aún no lo ha hecho. Gastarse 400 millones en un puerto deportivo sin un sobre para un concejal de urbanismo, ¿cuándo se ha visto eso?

He leído que nuestro bien amado jeque está intentando vender el club. Paparruchas. Él vino aquí por amor a unos colores. Los que sabemos de esto, de las apasionadas exaltaciones patriótico-futboleras, enseguida reconocimos en las informaciones de la prensa deportiva, que lo que pretendían, con tanto comentario capcioso, era desestabilizarnos. Eran aficionados del Atlético de Madrid los que escribían –para arrebatarnos el puesto de Champion-. O, si no, forofos del Sevilla –esto lo he leído pero no lo entiendo-. Nuestro jeque no se va. Porque nos quiere y porque si no nos quisiera, como están las cosas y sus mercados, tendría que aguantarse. Ni albaneses, ni rusos, ni ucranianos, ni sicilianos, ni colombianos se quedarán con un regalito de 70 millones por auditar. No hay que ponerse nerviosos. No pasa nada. Este año ganamos liga y Champion. Lo que va a hacer el jeque, yo lo tengo clarísimo, es traernos a Messi y Cristiano Ronaldo.

Una respuesta a «Amor verdadero»

  1. Sinceramente, uno de los artículos más estúpidos que he leido en mi vida. El abuso de la ironía, es el patrimonio de los que no saben qué contar. Si intentaba ser gracioso, no tiene ninguna gracia, si pretende denunciar algo, es la mejor denuncia sobre el bajo nível de los artículos de opinión en el periodismo que tenemos que sufrir los lectores en estos tiempos.

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