Se han cumplido ya ocho meses del gobierno “como dios manda” que anunciaba Rajoy en campaña. Pero no sé si es este. Da la sensación de que pudo tomar el rábano por las hojas, al menos en lo que se refiere al IVA, la bajada de impuestos, el mantenimiento de la asignación presupuestaria a Educación o Sanidad, en fin, yo creo que en lo concerniente a cada uno de los puntos que anunció como medidas macroeconómicas que llevaría a cabo para sacarnos de la crisis. Y no lo expongo como un reproche, no, que ya sabemos que la culpa fue del déficit público, que en vez de al 6, lo dejó Zapatero en persona, por encima del 8,4. Si no llega a ser por esa desviación de casi dos puntos y medio, estaríamos como nuevos, sin duda, con un Presidente mandando y un Gobierno orientado y hasta Italia podría respirar tranquila. O lo que más me preocupa, Roma también. Porque, pensando ocioso, he llegado a la conclusión de que los mandatos divinos de Rajoy pudieran ser considerados por éste, otra de sus medidas macroeconómicas. Ojalá me equivoque porque, como ya he comentado sobre su habilidad en desdecirse en ese sentido, no debería inspirar mucha confianza -no ya en los mercados, tampoco en los tenderetes- que lo siguiera a pies juntillas. Si, contradiciendo sus recetas, abarató el despido, dio luz verde al repago sanitario o ha recortado las prestaciones por desempleo, con mucho dolor por su parte y más por la nuestra, ateniéndome al sabio refranero popular, me acongojo finamente al concluir que, desde hace ya unos cuantos viernes, los anuncios de su Consejo de Ministros, en ruedas o notas de prensa, ya sean en cristiano o en inglés, no aprietan, pero sí ahogan. O sea, que si dios estuvo, se fue y, si no ha llegado, ni se le espera. Terrible. Porque ni Merkel, ni el Banco Central, ni el bono europeo, ni el MEDE, ni la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera, ni, por supuesto, Rajoy -el padre que le da una torta a su hijo y le asegura, convencido, que más le duele a él-, recomponen este entuerto. Esto se arregla –sólo- si dios quiere y la fortuna se le alía. Bienaventurados los creyentes…
Yo probaría. Por lo menos, en Málaga. Ahora que, según la información recabada por La Opinión de Málaga, es posible que el PSOE pretenda crear más cargos de confianza para la Junta de los que ya tiene, se le podría hacer un huequecito a un Asesor Técnico en Temas Religiosos y/o Divinos. Cualquier ex alcalde que haya perdido las últimas elecciones en su pueblo, vale, al estilo de la asesoría técnica taurina que realiza Enrique Moya en Diputación. Por ejemplo, viajar a Roma a entrevistarse con el Papa, estaría entre sus cometidos. Parecido a lo que hacía José Francisco Martín del Pozo cuando era Asesor de la Capitalidad, conocer mundo. Otra de las importantes funciones para este nuevo cargo de confianza que nos acercara a dios, sería ponerle velitas. Como haría el Asesor americano de Relaciones Internacionales en el Ayuntamiento, para mantenerse en el cargo durante tanto tiempo, supongo.
Cargos inútiles hay en todas las esquinas de los gobiernos cercanos y el sobrecoste de otro político derrotado, obligado a rezar por nosotros todos los días de 9 a 3, no superaría los sesenta o setenta mil euros anuales, que es lo que gana un mindundi político, sin oficio ni beneficio, cuando no hay más favores de por medio. Pero que sea devoto, que el efecto placebo hace mucho. Y si entre los internos no encontrasen al adecuado, que tiren de la lista de funcionarios afines al PSOE. Esa misma que no existe porque no tiene membrete, ni sello, ni está firmada, ni a Conejo le sorprende. Ahí seguro que encuentran a alguien para que la Junta gobierne, de una vez, como siempre. Como tiene que ser. Con los mismos privilegios. “Como dios manda”.