Impresionable

2 May

No me imagino al presidente de ningún consejo de administración valorando la estrategia de mercado de otra empresa más pequeña que la suya. Ni a un consejero de Economía de una Comunidad Autónoma rica, pongamos Navarra, aplaudiendo las medidas de recorte de otra más pobre, pongamos Andalucía. ¿Se imaginan a De Guindos en Somalia, loando algún plan de desarrollo en aquel país? ¿Al ministro irlandés en Francia, al portugués en Italia, al belga en Dinamarca, a Bush con su amigo Ánsar? Impresionante. Sería impresionante.

Creo que la Economía vive en Alemania. Allí está. Su sede debe de estar en algún edificio con pinta de oficinas bancarias pero no sabría precisar exactamente tras qué siglas se esconde. La Economía es un pre-religión más que una ciencia, que no da opción al agnosticismo. Decide el cielo o el infierno en esta vida, sin que la ética del buen comportamiento tenga que ver con el premio ni con el castigo. Hay que limitarse a seguir sus postulados y recortarse democráticamente porque democrático es todo lo que decida hacer un desgobierno de Europa por más bienestar que esté dispuesto a restringir en pos de un sectarismo neoliberal muy mal entendido. Hay un Santo Padre alemán en Roma, para los asuntos mundanos del alma y el más allá, que depende de cada fe lo que te incomode la vida, y hay otro –otra- en Berlín, que se dedica a las transferencias mundiales del más acá y que se pasa las cuestiones de fe individuales por el forro de sus designios. Vota y obedece es el nuevo catecismo del euro. Tan fácil de aprender como difícil de sobrellevar. Así, el domingo es el día del Señor, para los del más allá, cristianos. Los del día acá tendremos obligatoriamente que soportar la otra penitencia semanal, la del viernes, día santo de reunión del Consejo de Ministros del nuevo eje Madrid-Berlín. Por la gracia de quién sabe quién, dónde o cuándo pero legitimados por las urnas hasta el estrangulamiento.

Estamos en pecado mortal subsidiario. Solidariamente nuestros gobiernos occidentales han despilfarrado el dinero que le hemos dado para que nos hagan la vida más fácil y subsidiariamente hay que vivir este sindiós crítico, sin trabajo, sin confianza, sin medio plazo hasta que no se sabe cómo repaguemos esa deuda. Hace treinta años, le pregunté a mi padre por qué teníamos que pagar impuestos. Me habló de las carreteras, los puentes, las escuelas, los hospitales, las pensiones… Aquel discurso de buena misionera podría reprochárselo ahora. No me queda otro ante quien quejarme. No hay muro de las lamentaciones en esta nueva religión Económica del desastre. Tenemos que copagar de nuevo todo eso. Copagar con nosotros mismos todo eso.

Y, ahora me pregunto si el ministro de economía francés tiene la misión de impulsar la economía francesa o la española. Supongo que como el italiano, el británico o el holandés, cada uno la suya. ¿Y los españoles? De Guindos y Montoro, también, ¿no? Sus improvisaciones y cambios de rumbo o dirección, según se les ocurra, tratan de enderezar nuestra economía, sin duda. Pero entonces, el ministro de finanzas alemán, Schauble, a pesar de santo y listo, también tiene como objetivo el impulso de la economía alemana, como es lógico. Y cuando señala que las medidas económicas que está adoptando nuestro gobierno para salir de la crisis son “impresionantes”, a qué se referirá, ¿a los intereses alemanes o a los españoles? Ojalá que a los dos porque si beneficiaran a sólo uno y le gustara, también le parecerían “impresionantes”.

Porque la dación en pago no sirve que si no, yo me regalaría, ya, enterito. Pero mientras los bancos no acepten mi cuerpo serrano, no me queda más remedio que seguir poniéndole velitas a Ratzinger y a Merkel.

Y me impresiona pensarlo.

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