Las instituciones públicas malagueñas han hecho cuentas y le han salido. Tanto el Ayuntamiento como la Diputación han sacado pecho esta semana con unos datos económicos que se suponen estupendos. Y no lo digo con conocimiento de causa pues de números entiendo lo que de ingeniería aeronáutica y si al fin me atrevo a manifestarlo con tan aparente seguridad se debe a que la oposición socialista no ha saltado a la yugular del anuncio, más bien se los ha saltado a la comba, como silbándolos en ninguneo desapercibido, restándole ruido y miradas, lo que resulta revelador. Qué bien. Tanto que ni Ayuntamiento ni Diputación necesitan a cogerse al plan de ayuda especial aprobado por el Gobierno Central para conseguir créditos con los que pagar a los proveedores. Ahora entiendo lo de la confianza y los mercados. Lo que anteayer miraba como diez miserables euros en mi bolsillo, hoy los contemplo como una licencia para una posible tarde de cañas, viendo un partido de fútbol en una bonita terraza primaveral multada por excesiva.
Recuerdo los meses de la quiebra técnica. Todo se derrumbaba cuando llegaron estos maestros del PP a sus nuevos cargos de gobierno. Desde entonces, me he ido tapando los ojos, las orejas o la nariz cada vez que se aproximaba una rueda de prensa de alguno de ellos, temiéndome la confirmación de sus propios y terribles presagios. ¿Qué anunciarían? ¿Qué podía ir peor? ¿Qué nómina iban a dejar de pagar? ¿Qué luz de qué ayuntamiento iban a cortar primero?
Pues nada. Las quiebras técnicas no fueron tales, afortunadamente y mi apreturamiento económico-muscularmente contraído de miedo al colapso compungido, puro invento de los que nos prefieren amedrentados que cabreados. No hay apreturamientos en esta vida. Como mucho, aprietos o apreturas.
La deuda de la Diputación ha pasado de la quiebra técnica al cero técnico con los proveedores, que no sé lo que es, pero me lo imagino dibujado. Un cero enorme: el equipo de gobierno ‘popular’ ha saldado, en nueve meses, la deuda total de la institución, de 55,5 millones de euros, según su presidente, Elías Bendodo. Además, han pagado los 13 millones que debían los de la anterior Corporación, han conseguido que el plazo medio de abono de facturas a proveedores sea de 29,8 días y, ¡toma ya!, la Tesorería de la institución conserva aún a buen recaudo, otros 98 millones… ¡Somos ricos! No un día de cañas con partido de fútbol en una terraza sobrada, sino dos y seguidos, para celebrarlo.
Si a la Diputación le ha ido de milagro, al Ayuntamiento, también. Según Don Francisco, El Ayuntamiento de Málaga tiene pendientes de pago a proveedores un total de 493 facturas por un importe de 2.060.559 euros, que se abonarán dentro de «muy pocas semanas», con lo que, si quiere, puede sacarse otro Art Natura de la manga cuando le dé la gana, porque al final, no se nota. Los grandes economistas del Ayuntamiento malagueño son tan buenos que hasta despilfarrando, le salen las cuentas. Estos son los únicos que nunca estuvieron en quiebra técnica porque no acabaron de llegar, así que su presunción de lumbreras económicas desmerece un poco a los otros.
Macroeconómicamente, en fin, nos va fenomenal. Con algún lunarcillo, o como quieran entenderse los 755 millones que debe el Ayuntamiento de Málaga, según el Banco de España, no sé a quién. A proveedores, no. Creo. Será que un banco no es un proveedor. Será que no es deuda sino inversión. Qué será, será… whatever will be, will be…?
A veces da rabia no entender ni jota. Pero otras, te alegras. Así que me voy de cañas.