A falta de feria para empatar con Sevilla, aquí están los toros, el fútbol y la Semana Santa. Estos parecen ser los tres pilares fundamentales sobre los que se sustentará la tradición malagueña a partir de ahora y bajo los que capearemos el drama íntimo de la pobreza familiar de puertas hacia afuera. Regresamos al blanco y negro, con bota de vino en el graderío y paternalismo de españolada lacrimógena en el guión de nuestras vidas. Tampoco está tan mal. Hace un par de años, cuando aún todos éramos ricos, lo tradicional eran los coches tuneados, las fiestas bacalaeras y las películas de Santiago Segura. En definitiva, se cambia el merdillion art por una evolución del costumbrismo decimonónico que, varado en alguna playa de los cincuenta, pacientemente esperaba su revival entre flores, fandanguillos y alegría.
Supongo que deben de ser muchas las variables que han conducido a esta involución en la nueva vieja idiosincrasia que ya se impone al ciudadano, pero a falta de un estudio sociológico profundo, me atrevo a señalar a tres artífices que, como tres reyes magos, han aportado su impronta de manera fundamental hacia el nuevo rumbo de nuestras supuestas más entroncadas tradiciones: el Jeque, Carmen Thyssen y Elías Bendodo.
Qué decir del Jeque. Entre genio de lámpara maravillosa y hada padrino. Viva el club, los mundiales y la señora que le dio a luz, con perdón y mucho respeto. Qué ilusión. Poco pan pero cuánto circo. Y millones, y más millones. Bienvenido, Míster Jeque. Se ha ganado un puesto fijo en la cabalgata de todos nuestros reyes magos de occidente. Preséntese a las próximas elecciones, hombre… ¿Quién se va a preocupar por los sueldos de sus cargos de confianza? Para él, el Arraijanal y si la quiere, también la Malagueta, la Alcazaba y Gibralfaro. Que no le falte de ná, que no, que no, que estamos aquí en constante genuflexión, para servirle en lo que le haga falta –y yo tengo un par de dos o tres peliculillas que producir-.
Preponderante asimismo ha sido y será el papel de la señora baronesa en nuestra esencia a partir de ahora. Ella tiene cuadros. Nos los presta graciosamente. Dice quién manda. Y se los llevará cuando le apetezca. Nos pone los pies en el suelo. Será un icono. Están los obreros del oeste del río, los burgueses del este y la nobleza en el cielo. Y todos juntos en los toros. Unos en los balcones, otros a pie de calle pero todos toditos todos, disfrutando el tronío de nuestra Semana Santa.
Y en último lugar, y no por ello menos importante, se encuentra el nuevo señor presidente de la Diputación Provincial de Málaga. Si los dos anteriores pueden flotar y deshumanizarse debido a su condición de no andar por casa, éste, Don Elías, sí es de carne y hueso, ha nacido sin privilegios y ha sido legitimado democráticamente en el gobierno provincial. Una vez allí, tras establecer sumas y restas y recortar de uno u otro lado para que le salgan las cuentas, presuntamente quebradas, ha nombrado al exalcalde de Benalmádena, Enrique Moya, como asesor de asuntos taurinos en la Diputación Provincial de Málaga y al periodista Antonio Roche como asesor particular en temas de comunicación, toros, flamenco, Semana Santa y verdiales, sin olvidarnos de que una de sus primeras medidas al frente de la institución fue la de conceder una ayuda de 20.000€ a las cofradías de Mena y Prendimiento para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, que presidirá el Papa en Madrid.
El bodegón está hecho. Habrá exposiciones de marinas muy bonitas de abogados o arquitectos de buena familia que se dediquen a pintar o hacer monumentos en sus ratos de ocio, Fútbol, Toros, Semana Santa y como dice el anuncio, para todo lo demás, un Director General con talonario para los grandes eventos. Lo pequeñito, las nuevas culturas, el arte emergente y la cantera no es tradicional y seguirá formando parte de nuestra cultura en quiebra.
Somos finos.
Por fortuna la cultura no la hacen las instituciones, la hace la gente y por mucho que nos invadan los mediocres, el talento termina por ser reconocido.