Con ojos de turista

6 Jul

Ayer, cuatro concejalas del Ayuntamiento de Málaga, Carolina España, Ana Navarro, María del Mar Martín y Gema del Corral, se dieron un paseo por el Centro de la ciudad jugando a ser turistas. Intentaron reinventarse desprendiéndose de cualquier subjetividad de residente y echar una mirada crítica a la ciudad que gobiernan, para intentar mejorarla de cara al turismo. Tras la caminata, regresaron del ensueño vacacional y repusieron pies en tierra para afrontar sus primeras impresiones ante la prensa. Fue Carolina España la que tomó la palabra y pormenorizó la ruta y sus conclusiones. “Con ojos de turista” caminaron del Puerto a la Plaza de la Marina y sentenciaron que la zona del cartón piedra que queda visible de la plaza desde el puerto, sería susceptible de embellecer con adornos florales. El resto no porque no pilla de paso del crucerista, supongo. Una vez en la plaza de la Marina, se acercaron a la oficina de turismo en obras. Con suerte, estará lista a finales de julio. Y de ahí, a la calle Molina Lario, donde concluyeron que los contenedores de basura había que quitarlos, que a los coches de caballos había que ponerles una sombrillita bonita y estilizada y a sus cocheros, uniforme y obligación de usar el recogeheces. Así hasta la calle Santa María, donde reclamaron espacio para los viandantes pues consideraron excesiva la ocupación de la vía por los reclamos colgantes de las tiendas de souvenirs. El paseo incluyó también el entorno de la Catedral, calle Larios, Alcazabilla, Museo Carmen Thyssen, Museo Picasso y Plaza de la Constitución, en la que ya con “los humildes ojos de mujeres concejalas”, observaron “que falta algo de color, algo de flor”.

No sé yo.

Lo que a mí me parece es que pasearon con ojos de quien le pilla una visita por sorpresa y adecenta la casa bajo los tapetes. A tantas flores, le falta un jarrón. A los ojos de un crucerista inocentón, visto por nuestras concejalas a la manera de las suecas de las pelis de Alfredo Landa, tanto polen le produciría, probablemente, alergia. Si ese tipo de turista aplaudecolores existiera, se compraría un toro para dejarlo encima de su tele plana, en equilibrio, un sombrero cordobés, un catavino y una entrada para una corrida –con perdón- antes que perder seis horas de visita a la carrera en un museo pictórico. Si de verdad hubieran usado los ojos de un turista, se habrían dado cuenta de que no hay un tablao flamenco en todo el Centro Histórico, por ejemplo, ni posibilidad de abrirlo porque lo impide la normativa municipal. Se habrían dado cuenta también de que al turista le gusta perderse por los callejones y no hacer el recorrido oficial de las calles remozadas. Lo malo es que si lo hace en Málaga, corre el riesgo de no encontrarse y acabar pidiendo socorro, perdido en algún solar. La Málaga que vieron es un decorado a la que le faltan flores de plástico para el rodaje de una peli. Pero la de dentro se cae, por más sombrillitas estilizadas que se imaginen. Vuelvan a ponerse los ojos de las malagueñas de a pie y quítense los de mujeres concejalas. Prueben a pedirle a cuatro malagueñas, de las comunes, de las que tres están en el paro y una es mileurista, que hagan un recorrido y anoten las posibles mejoras. Verán qué pocas flores hacen falta para retomar la realidad de las carencias de esta ciudad.

Hay dos opciones. Mejorar lo que hay o disimularlo con flores. Si se apuesta por un turismo cultural de seis horas como panacea de la recuperación económica, cabe el cartón. Convertir a esas seis horas en lustros, requiere de otra mirada. Sobre todo, sincera.

Una respuesta a «Con ojos de turista»

  1. Lamentablemente, es así como se hace política. Barriendo bajo la alfombra y poniendo un gran ramo sobre la mesa. Pero no entres en el cuarto de baño, que está lleno de cucarachas y se nos caen las losas.
    Ya, es que al ver tal despliegue de idiotez supina, pasa uno de estar indignado a querer darles un par de soplamocos a ver si por fin salen de su burbuja de titirimundi.

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