Este finde es el Ojeando. Una invitación a mirar despistadamente en gerundio que juega a ubicarte en un espacio geofísico incomparable. Ojén es el marco y la mejor excusa para darse un garbeo veraniego y dejarse seducir por la mejor música en directo. El Ojeando es un festi de verano al aire libre. Sin lugar a dudas, el festival de música “indie” más importante de la provincia de Málaga. Con un cartel de artistas que, habitualmente, no desmerece a ningún otro de los que se celebran a lo largo de toda la geografía andaluza. Y el de este año, atestigua lo que digo: Triángulo de Amor Bizarro, Pony Bravo, Nacho Vegas, Supersubmarina, Miss Caffeina, Dorian, Sexy Sadie y algunas de las mejores propuestas malagueñas –“El País Musicano” es mi debilidad-, conforman un programa de lujo en un increíble entorno callejero que invita a la fiesta.
Pero aún hay cosas mejores que el entorno o el cartel. ¡Es gratis! Sí, como en los ochenta. Todavía existen y están aquí. Me refiero a esos saraos que nos regalaban los modernísimos concejales de cultura de cualquier municipio, a la menor oportunidad, cuando creíamos posible e infinito el Estado de Bienestar y su música joven. Maldita crisis. Me pongo a buscar en el google y no encuentro otro de similares características que sea de organización pública y ¡gratuito!, en todo el país. Tampoco es que sea un hacha peleándome con los buscadores.
Un solo pero a tanta felicidad: el alojamiento. Supongo que no habrá sido posible inventarse una zona de acampada o habilitar un inmueble a manera de barracón. Ni sé, ni contesto. Pero reconozco que añadiría el último peldaño que le falta y que convertiría al de Ojén, en uno de los festivales veraniegos más populares de la Península, con los ingresos turísticos que esto aportaría. Toca sorteo de conductor abstemio que se pierda el brindis con una copita de ojén, qué se le va a hacer. Me sigue encantando.
Y al aplauso se une mi sorpresa cuando compruebo que la primera edición se llevó a cabo en el 2006, con las vacas gorditas, pero que su implantación y mejora se produjo a partir de la segunda, en 2008 –en el 2007 fue cancelado-, cuando apuntaban las flacas. A partir de entonces, y sumidos en plena crisis, el festival no ha parado de crecer hasta ofrecer esta quinta edición que todos presumimos, seguirá sumando, y de manera espectacular.
A mí, esto me da que pensar y mucha alegría. No sé cómo lo harán en Ojén pero clarísimo tengo que deberían de ofrecer un máster o regalarle su fórmula al resto de gestores, delegados, asistentes o directores de área con cargo de confianza y sueldo rebajado que pululan por nuestras instituciones culturales. ¿Por qué en Ojén se puede y en el resto del mundo y parte del extranjero no? Será cuestión de patrocinios bien puestos. O no, pues otro asunto que cautiva mi atención es que, a diferencia del resto de festivales que se anuncian cada verano, donde lo común es que se publiciten una veintena de marcas colaboradoras, en la publicidad del ojeando sólo se incluyen cinco logos: dos institucionales –Ayuntamiento de Ojén y Diputación de Málaga- y tres privados.
A partir de ahí, lo que me preocupa. Según consta en la web del municipio, “OJEANDO Festival está organizado por el Ayuntamiento de Ojén con la colaboración y apoyo inestimable de la Delegación de Cultura de la Diputación de Málaga”. Si se añade el cambio de gobierno y color político en la macroinstitución y que el de Ojén es uno de los municipios en los que seguirá gobernando el PSOE con mayoría absoluta, el futuro del último reducto del paraíso indie gratuito y su poción mágica se antoja complicado. Cruzo los dedos –salomónicamente-.
El Ojeando es un lujazo que pone a Ojén en el mapa de la escena musical a nivel nacional, pero de gratis no tiene nada, lo pagamos entre todos los malagueños a través de la Diputación.
Es una cita imprescindible y necesaria, que ojalá dure muchos años.