La precampaña que no debió de existir por imperativo legal ha pasado. Ya es lícito pedir el voto por parte de las candidaturas y esto convierte al momento en el más oportuno a la hora de agasajar con dádivas y promesas al electorado. Sin embargo, en esta ocasión, no terminan de explotar. Los candidatos con suerte de salir en la foto han cambiado su discurso hacia las intenciones, su metáfora se sustenta sobre planos y esquemas y no tanto en ponerse el casco de obra ni remangarse la blusa ante el tajo. Mal nos tenían acostumbrados. De lo que presumen ahora es de buenas propuestas para el futuro y del ánimo de mejorar con lo que se tiene. Sobre todo se percibe ese halo de cierto inmovilismo en los dos principales contrincantes del actual alcalde, que parecen asumir que con dos tendencias y un retoque moral, podrían mejorar, si no la ciudad, su desgaste. O eso, o les pesan demasiado los sondeos y las encuestas como para definirse en concreciones a corto o medio plazo. Tampoco es que De La torre parezca De La Torre, ni mucho menos. Sus obras colosales empezadas por el techo se han ido. Ahora habla de que se hará algo, cuando se pueda, muy grande, eso sí. He oído hablar de un Museo de Museos, y miedo me daría si no fuera por lo onírico del mensaje. No hay mal que por bien no venga.
Recuerdo las pasadas elecciones municipales cuando debíamos de ser ricos y se proyectaban obras colosales. Se proponían y hasta se pagaban estudios por parte de todos. Menos mal que sólo sale uno y la deuda se ha quedado en 700 millones. De euros, que en pesetas me desmayo. Dice el alcalde que –no sé en cuanto tiempo- ha invertido 2.000 millones de euros en la ciudad. Enseguida me acuerdo de los parados. Supongo que él también porque nunca habla de las inversiones llevadas a cabo sin, a continuación, asegurar que las políticas de empleo no les corresponden a los gobiernos locales. Con razón. A pesar de ello, ahora que somos pobres, dice que abogará porque en las obritas que nos quedan por hacer, por ejemplo, el bulevar, el porcentaje de trabajadores malagueños aumente. No sé cómo piensa hacerlo. Sería una extraña cláusula contractual en cualquier acuerdo con una empresa privada. A lo mejor piensa que con pedirlo y sonreír, lo consigue. Yo no. Pero así son las propuestas. De los tres. Todo el mundo es bueno y con esfuerzo podemos mantenernos a medio camino de la ruina. Y con buen ánimo, hasta divertirnos. Pero pobres, muy pobres.
Somos una de las ciudades con la tasa de desempleo más alta. Creo que la primera en paro juvenil. Y sólo el turismo, nos sacará de la crisis que nos viene impuesta -en añadido- por nuestra total dependencia del turismo. En eso están todos de acuerdo. Un empacho de berza con otra berza se quita. ¿O era con moras?
Yo no percibo un ideograma de cambio. Por ningún sitio. Por no ver, ni peleas por los kilómetros de carril bici que propongan cada uno. El colmo del ninguneo a la novedad lo ha subrayado D. Francisco de la Torre al afirmar que hay que estrujar aún más la figura de Picasso en materia turístico-cultural.
Anoche pudieron asistir al primer debate televisado entre los candidatos a alcalde de IU, PSOE y PP a la alcaldía malagueña que emitió Canal Sur 2. Yo me lo perdí por elección pero leí en La Opinión de Málaga que fue un debate muy encorsetado por el formato y con sabor a empate. Supongo que como la campaña: encorsetada por el conformismo y con empalago continuista.