He leído en La Opinión de Málaga que la temporada baja de este año, más bien será enana para los hoteleros de la provincia. Un tercio, ha decidido directamente echar el cierre. Y, teniendo en cuenta que se indica que este descenso no afecta tanto a los hoteles de la capital y a los del interior como a los de playa, cabe inferir que este porcentaje aún será más acentuado en la costa.
Según datos del INE, intentarán capear el temporal sólo 475 de los 700 hoteles malagueños, lo que implica el menor número de hoteles abiertos desde 2003. Los que resisten frente al mar, 311, se sitúan incluso en un año anterior pues, desde el 2002, no se daba una cifra tan desoladora.
Si se analizan las causas, se concluye que son sólo dos previsiones las que han servido de detonante al miedo hostelero y las que los han llevado a reducir tan drásticamente la oferta: el frío y la crisis. A quien no maneja los números del día a día les puede sorprender. No es descabellado pensar que si aquí el invierno está siendo duro, más deben de sufrirlo en el Norte y, en cuanto a la crisis, general, podría combatirse con una rebaja en las tarifas. Pero no es tan fácil. Existen muchas variables. En cuanto al aspecto climatológico, suelen ser jubilados los que nos visitan durante los dos primeros meses del año y motivarlos con unas vacaciones de sol y playa no debe de ser fácil cuando lo que se puede ofrecer son vistas al mar en unas instalaciones mal acondicionadas a las bajas temperaturas. El mes pasado, sin ir más lejos, conocí a un sueco que me aseguró que nunca había pasado tanto frío como en Málaga, mientras me explicaba las virtudes de la calefacción central. Y, en cuanto a la reducción del precio de las pernoctaciones, las asociaciones de hosteleros aseguran que se acercan ya a al 15%.
Visto lo visto, no es de extrañar que muchos de estos empresarios prefieran asumir pequeñas pérdidas cerrando el hotelito que aumentar los números rojos en su cuenta de acreedores. A esto, favorece que el despido sea muy barato en España y la temporalidad excelsa. La precaria situación del mercado laboral auspicia que el hostelero y su almohada decidan si cierran o apechugan en invierno, sin temor a perder el sueño en base a posibles indemnizaciones.
Sin embargo, Gonzalo Fuentes, secretario andaluz de Hostelería, Comercio y Turismo de CCOO, muy crítico con este escenario, ha puesto el dedo en la llaga: si esta situación de cierre sin mesura continúa, se corre el riesgo de que la Costa del Sol se convierta en «un desierto invernal». Está claro. Puede ser que la afluencia de turistas disminuya aún más, debido a la reducida oferta. Puede ser también, que los pocos que vengan, se sientan defraudados por el aspecto solitario de lo que consideren una zona turística en decadencia. El turismo vive de la imagen. De los comentarios de los que ya vinieron. De los que disfrutaron y de su estancia y sueñan con volver. El señor Gonzalo Fuentes, definitivamente, dio en el clavo: “lo peor es que se cree un efecto arrastre. Sabemos que son tiempos malos, pero aquí hay producto y tenemos que defenderlo”.
O eso, o esconder la cabeza.
Esta claro que la crisis está afectando a todo, por supuesto también a los hoteles. Pero de todas formas es normal que los hoteles cierren en invierno, yo les invito a que conozcan los hoteles malagueños y, por supuesto, que conozcan la ciudad
La estacionalidad turística es una de las principales debilidades de la costa del sol. Para la cual se ha hecho un gran esfuerzo, tanto económico, con acciones millonarias por parte de las distintas administraciones. Como por parte del sector, con programas como los viajes del Imserso y otras acciones. Consiguieron disminuir la estacionalidad en cierta medida durante el periodo 2004 -2006, para entrar en un gran aumento desde el 2007, sobretodo 2009 y 2010. El año 2011 puede ser catastrófico en este sentido, desde luego los efectos negativos son innumerables además de poner de nuevo en evidencia la insostenibilidad del modelo. No obstante, de forma general ha habido indicadores positivos, sobretodo las llegadas en los meses de temporada alta, por lo que puede que exista también un cierto “mejor pájaro en mano, que ciento volando” y no exista mucha voluntad de “aguantar el chaparrón”, más que nada cuando pueda llevarse lo poquito recogido en verano. Siendo positivos, otra interpretación podría sería el inevitable declive de la costa del sol…