Otra vez le ha tocado a Coín erigirse en protagonista de la actualidad en cuanto a la simbología religiosa se refiere. Ha ocurrido en el colegio público Corazony, donde se ha procedido a la retirada de un cuadro de la Virgen de la Fuensanta, patrona de la localidad, tras la solicitud de que así se hiciera por parte de algunos padres de alumnos. La polémica ha surgido cuando otro grupo, más numeroso y disconforme con la medida, se ha decidido a realizar una campaña de recogida de firmas para que el cuadro vuelva a su lugar, y ha provocado que la dirección del centro, lavándose las manos, haya remitido un escrito a la Delegación Provincial de Educación para que decida qué hacer. Todo ello a pesar de que, como ha afirmado el director del propio centro educativo, Antonio Enríquez, “ya sabemos que en los centros públicos nada más que una familia solicite que se retire una imagen religiosa debe hacerse así”.
A mí, lo que me sorprende de esta polémica es que se recojan firmas. No sé a qué atiende dicha inscripción. Supongo que lo que se intenta demostrar es que hay más partidarios de dejar el cuadro que de quitarlo. Y me parece obvio. Pero lo mejor de nuestro ordenamiento jurídico es que protege por igual los derechos de todos, incluso de las minorías, sin que, por supuesto, ninguna mayoría pueda saltarse la ley. Y en este caso concreto, no hay vuelta de hoja. En el estado aconfesional en que vivimos en el que se protege la libertad religiosa, cualquiera puede en su esfera íntima o privada hacer uso de sus símbolos religiosos como le venga en gana. Incluso en el ámbito público, siempre y cuando no menoscabe el derecho de los demás. Y este, me parece un claro ejemplo. Si un buen cristiano siente la necesidad de que su hijo vea todos los días a la virgen patrona de su pueblo en el colegio público al que asiste, en vez de recoger firmas para que la pongan en la pared, lo que debería de hacer es regalarle una estampita de bolsillo.
Otra cosa sería que le impidieran llevar una cadenita con un crucifijo en el cuello, o una camiseta con la patrona serigrafiada, eso sí sería indignante. Pues bien, ni a ese ni a cualquier otro colegio del municipio pueden acudir las alumnas con el niqab islámico desde que una ordenanza municipal, el pasado verano, prohibió su uso en edificios y equipamientos públicos. La medida se aprobó en un pleno ordinario con los votos a favor de 19 de los 21 concejales de la Corporación.
Hoy en Coín, más concretamente en el colegio público Corazony, ni habrá musulmanas vistiendo como quieran ni católicos persignándose ante el cuadro de su patrona. Aunque estoy seguro de que a la hora del recreo, no le importará demasiado a ninguno de sus alumnos. No será algo dramático, no. Me gustaría pensar que las firmas, las mociones o las ordenanzas municipales que pretenden distinguir a unos de otros por cuestiones religiosas, sólo afectará a los debates de sus padres a la salida del cole. Y que se les pase pronto, que bastantes problemas tenemos como para inventarnos otro
Señor Beneroso, ¿Por qué cree usted que sufrimos tantas carencias y tenemos que soslayar tantos problemas cada día en Málaga, en particular? Porque no paramos de crear problemas donde sólo había soluciones. Dedicamos las tardes a arreglar lo que hemos roto por las mañanas, y así nos va, que no avanzamos. Un saludo y gracias.
DP
Lo cierto es que somos imaginativos, y magníficos creadores (de problemas).
Buen articulo, Señor Benenoso, lastima que esté usted tan desinformado…