El próximo lunes se llevará a la comisión de pleno del Ayuntamiento un informe jurídico que plasma la decisión de la mesa intersectorial sobre la prostitución de considerar una infracción grave mantener relaciones sexuales en la vía pública –a menos de 200 metros de colegios, viviendas, comercios o cualquier tipo de actividad vecinal- y que podrá ser sancionada con multas que van desde los 750 hasta los 1.500 euros. En la comisión se dará el visto bueno para incluirlo en la Ordenanza provisional de Convivencia Ciudadana y se presentará en el último pleno municipal del día 30 de septiembre para que entre en vigor, previsiblemente, durante el mes de octubre.
A mí no me gusta que una mesa intersectorial sobre la prostitución se dedique a castigar a las víctimas de la explotación sexual, eso sobre todo. Que su labor consista en multar a las prostitutas y apartar el problema de la mirada del buen vecino es abandonar a los sometidos a esclavitud a su indeseable destino. Parece que lo que molesta es ver lo que hacen y que las causas que han llevado a que ejerzan ese oficio no nos interesan. Que sigan siendo maltratadas, vejadas o esclavizadas, pero bajo techo, es la solución que damos al problema para no tener que apartar la mirada puntualmente sino para siempre. Lo que repugna parece ser el sexo, pero no, lo repugnante es verte obligado a ejercer la prostitución.
Y como lo que repugna a los miembros de la mesa intersectorial, por lo que veo, no es la esclavitud sino el sexo, han decidido castigar también al amor cristiano. Supongo que al del mal cristiano. Aquel sexo que además de consentido responde a esa sintomática del amor o el deseo y que yo creía que podía ejercer libremente, ya no, por la buena moral mal entendida de algún ciudadano que dice representarme. A partir de octubre, la pasión hay que llevarla a casa. Ya no puedo hacer el amor con mi novia, mi mujer, ni mi amante si no es en un hotelito con vistas al mar o en el hogar. Se acabó el Morro, los cristales tintados, las cortinillas de la frugalidad juvenil. Adiós destemplanza. Adiós descampados. Ya nadie en Málaga podrá clavarse la palanca de cambios en el jugueteo amoroso. O sí, si te va el deporte de riesgo o eres millonario.
Ahora te pueden multar. En la época franquista podías librarte de la multa si el guardia civil de la linterna comprobaba que estabas casado. Ahora, al municipal de la linterna, ni aunque lo hayas hecho por la iglesia te perdonará la inmoralidad, que de alguna forma hay que hacer frente a esa deuda municipal de la que tiene la culpa la Junta de Andalucía y en la que no influyen los sueldazos de los consejeros ni cargos de confianza del alcalde.
Ahora, en Málaga, por decisión de la mesa intersectorial sobre la prostitución, las prostitutas tienen que esconderse y los amantes tienen que aguantar su fogosidad. Se prohíbe la fornicación como escupir o miccionar. Por feo. Por asqueroso. Por impío. Dos por uno. No al sexo. Si hay que hacerlo, en tu casa y disimulando. O en el burdel, claro, que el de chulo o mafioso sí debe de ser un empleo digno y ninguna mesa intersectorial de hipócritas va a entrar a valorar.
La ordenanza de lo políticamente correcto. Eso sí, que no se ordenen alternativas reales contra el botelloneo de madrugada que destroza nuestros parques y no deja descansar a los vecinos, o penar de verdad las escandaleras de esos trogloditas con cajas atronantes montadas sobre ruedas o tubos de escape chunda-chunda. Eso requeriría un esfuerzo real y cerebral de nuestros mandatarios. Mucho trabajo para lo poco que cobran, supongo.
Mejor castiguemos a las putas, que ya están puteadas y acostumbradas, y los demás, un vaso de leche, camisón y a la cama.
Estoy de acuerdo, pero, ¿Qué se puede esperar de estos políticos de ahora (o quizá de siempre, con las excepciones sabidas)?
Que negro lo pones…la realidad será diferente…seguro que puedes seguir liandote en tu coche, solo tendrás que seguir haciéndolo en lugares discretos…,¿pero a que tu no tienes el problema de la explotación en la puerta de tu casa?
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