Algo insuperable

14 Jul

El domingo pasado será un día inolvidable. Cardeñosa, Eloy, Señor, hasta el codazo a Luis Enrique o el centro de Joaquín en Corea han dejado de ser una losa en la memoria futbolera para convertirse en mera anécdota, hasta jocosa, me atrevería a decir. Cuando se gana, perder hace gracia. Todo se ve desde otra perspectiva y te das cuenta de lo poco que se disfruta ganando si se compara con lo que se sufre perdiendo. Ganar es como fumarse un cigarrillo y perder como encontrarte el único estanco de un desierto, cerrado.

Pero se ganó. Y se desató la euforia. Y me di cuenta de que en algún momento sufrido de hace tal vez cuatro u ocho años, me hice mayor, por prudente, y que no me había dado cuenta por falta de éxito. Me llegó el éxito tarde y el pavor consecuente pronto. Estaba acongojado, que es la manera fina de decir algo parecido, en cuanto salí a la calle y vi a la gente con sus pinturas de guerra, que por lo visto no eran de guerra sino de victoria. Yo no estoy acostumbrado a tanta bandera. Y tengo que reconocer que quien la instauró en España así, rojigualda, sabía lo que se hacía si lo que pretendía era guerrear, que seguro. Qué miedo da. El rojo y el amarillo cuando está gritándote un energúmeno, da miedo. Si te grita ondeando la bandera y con la cara pintada y con la camiseta roja puesta, te produce espasmos, y si a la vez toca esa trompeta, que debe de ser zulú, por lo menos, te dan ganas de echar cuerpo a tierra y rendirte ante no sabes qué peligro, pero rendirte.

Yo había visto celebraciones de liga del Barcelona o el Madrid, pero nada que ver. Ni el blanco ni el blaugrana te da tanto susto. En mi caso, una vez, unos malagueños salerosos, celebrando que el Real Madrid había ganado algo, se dedicaron a zarandear primero y patear después el vehículo de un amigo que me llevaba a casa. Yo, de copiloto, me sentía culpable y él se acordaba de los parientes fallecidos de muchos de ellos. Pero aquello no producía tanto miedo como cabreo. Sin embargo, el domingo, cuando la marabunta se acercaba cantando aquello de soy español, pensé en ir corriendo a casa de mi amigo para pedirle las llaves de su coche y ponerlo a disposición de quién quisiera patearlo, antes de que la tomasen conmigo para hacerme no se qué, pero algo terrible, al menos en apariencia.

Cuando conseguí llegar a casa, recapacité sobre el miedo insuperable que había padecido. Era como la sensación de vértigo, cuando imaginas que el suelo se te viene encima. Cerraba los ojos y veía los furgones repletos de combatientes, digo de celebrantes, adelantando mi taxi a toda velocidad. Te miraban a través de la ventanilla y tú decías tímidamente oé, oé, que no sabías de dónde te salía, pero de por debajo del estómago, y tras acertar la contraseña, te rebasaban en busca de otro culpable, poco festejador.

Qué alegría da ganar pero qué miedo también. ¿Y si no parecía que estaba tan alegre, me preguntaba a mí mismo amedrentado?

Al día siguiente, repasé la prensa en busca del número de descuartizados en las celebraciones malagueñas. Pero no había ninguno. Qué imbécil, me dije. Qué mayor, me deduje. Tan solo cinco navajazos, menos que cualquier día de feria que se desprecie. El amarillo y el rojo debieron de ser. Qué locura. Qué alegría. Qué miedo. Ahora a por el interplanetario.

2 respuestas a «Algo insuperable»

  1. Pues anda que si le llega a coger en Las Ramblas de Barcelona durante una manifa independentista, donde unos jovenzuelos nazis, cabroncetes ellos, golpearon, zarandearon y tiraron por tierra a una pobre octogenaria…Mientras se dejen campar a sus anchas a esos, que nada tienen que ver con euforias futboleras, claro que es para tener miedo. Bueno, tanto como miedo…la historia dice que no. Bitka na Neretvi.

  2. Buenas,

    Qué gran gilipollez Beneroso… Cuando todo el mundo habla de la normalización que ha supuesto el Mundial al respecto del uso de la bandera, vienes tú con tus cositas y tus miedos… si tienes miedo enciérrate en casa y no salgas hombre… Qué gran gilipollez… el problema es que estos periódicos dan la opinión a cualquiera, claro…

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