Hoy, a medio camino del año en que más hemos aprendido de Macroeconomía, es la microeconomía la que me preocupa. Supongo que seré el último español en llevar al banco la declaración de hacienda, que no sé porqué me desagrada tanto entregar. Debo de ser de los muy pobres, pues siempre me devuelven dinero de las retenciones pero, aún así, supongo que imbuido en el dolor ajeno, me desazona igualmente la entrega del sobrecito amarillo en la sucursal. Pero si este día me preocupa, no lo es tanto por el trámite burocrático de mi exigua declaración, sino porque me queda un pequeño capital que quiero gastar antes de mañana.
He leído en La Opinión de Málaga, que la inminente subida del IVA ha provocado que muchos malagueños agilicemos la compra de un pisito o un coche, para ahorrarnos ese pequeño porcentaje que a partir de mañana nos atenazará un poco más y que salvará al Estado de la miseria en la que se encuentra sumido porque así lo ha augurado algún gran economista. Esa subida progresiva que afectará más a ricos que a pobres, aunque yo no entienda cómo, pues de un gobierno socialista no debería de esperarse otra cosa, yo la asumo, como todos, con mejor voluntad que optimismo. Pero, eso sí. Lo que pueda comprarme hoy, me lo compro.
La mejor idea es la del pisito. Un chalet casi ilegal, casi a pie de playa, no estaría mal. El coordinador de la Sección de Consumo del Colegio de Abogados de Málaga, Francisco Damián Vázquez, informó el lunes de que los notarios estaban recibiendo mayor afluencia de clientes con intención de escriturar sus nuevas viviendas para ahorrarse un buen pico que a tanto alzado, podía suponer de media, entre dos y tres mil euros. Mi sobrinita Cristina, por ejemplo, lleva casi dos años ahorrando para una casita con piscina y su hucha ya pesa, pero creo que hasta la próxima subida de IVA, por lo menos, no le va a tocar. A mí, tampoco.
La segunda mejor opción, está en el cochecito vehículo automóvil. Una necesidad, que no estamos para lujos. Y dice la secretaria de la Asociación Malagueña de Automoción (AMA), Rosario Piñeiro que un coche nos va a costar unos 450 euros más a partir de mañana. Para quien no tenga ni el dinero que podría ahorrarse, y es información de primera mano, no parece mucho. Así, oído, me parece como cuando el Málaga fichaba a un futbolista, por un milloncejo de nada. Pero son 450 euros.
No obstante, mi capital ahorrado asciende a ochenta y tres euros con cincuenta y cinco céntimos y estoy dudando entre subirme al autobús diez o doce veces, que leí que iban a subirlo diez céntimos, o irme a una gran superficie a buscar un cepillo de dientes eléctrico -¿o se dice electrónico?-. Quizá me llegue para las dos cosas. Porque es que dicen que el tercer segmento donde va a ser más sensible el aumento del IVA es en el de los electrodomésticos. Y para gastarse el dinero rápido en chollos innecesarios es el que más posibilidades ofrece.
Había un chiste de mi infancia en el que un señor se encontraba una tirita en el suelo y se pegaba un martillazo en un dedo para poder usarla. Siempre me pregunté si la tirita estaría usada –esto, porque debo de ser muy raro- y también, por qué un martillazo, en vez de una rajita con un arma blanca común de feriante. Quizá el día de hoy sea el que más se acerque a encontrarle sentido a tanta duda. Si hoy se encuentran en la farmacia con alguien cargado de cajas de tiritas, muy posiblemente, sí, sea yo.
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