Ciudad infinita

9 Jun

Málaga no cesa de reinventarse, como ocurría con el mitológico telar de Penélope, según los sabios de la cultura malagueña y con tal motivo, han elegido un eslogan para la candidatura a la capitalidad cultural europea: “ciudad infinita”.

Lo malo de los lemas es que son ambiguos. Y lo peor de la ambigüedad es que trate de explicarse cuando por su razón de ser, no tiene un único sentido. “Málaga, ciudad infinita” está bien, pero cuando la arquitectura científica se mezcla con la lírica para descifrar jeroglíficos culturales suele salir mal parada. Como es el caso. Relacionar lo inacabable de nuestra ciudad con el eslogan, se presta al chiste fácil de las continuas obras, pero darle una vuelta más para acercarla a la mitología, puede convertirse en una broma pesada. “Yo, entretanto, tejía mi gran tela en las horas del día, y volvía a destejerla en la noche a la luz de las hachas”, decía Penélope y ahora los sabios malagueños, supongo que con cierto orgullo irracional. Puede que lleven razón, pero no veo el sitio por donde presumir de que Málaga está constantemente haciéndose y deshaciéndose si uno es bien pensado y se refieren a nuestra ciudad, ni tampoco por dónde no achicarse si la referencia es a las múltiples vueltas que se le ha dado institucionalmente a la candidatura hasta que finalmente se creara la actual “Fundación Málaga Ciudad Cultural”. Yo no sé, ni creo que nadie, quién ni cuántos han comandado el proyecto desde que a alguien se le ocurrió reivindicar nuestra ciudad como capital de la cultura. Sí, debían de tejer algo de día y destejerlo al día siguiente, que la noche funcionarial está hecha para dormir. Y ahora, a un mes vista de que te expulsen o de que te bendigan, por fin, hay un eslogan. No voy a preguntar cuánto ha costado en dinero porque ha preguntas necias, ya se sabe, pero sí necesito reivindicar el esfuerzo que ha costado. Más que al telar mitológico yo creo que se debería de hacer referencia al relato bíblico de la Torre de Babel. Málaga, por supuesto, pero los encargados –si los hubo- de la candidatura hasta el pasado año, yo creo que si han estado o están constantemente haciéndose y deshaciéndose se debe más a un problema de entendimiento que otra cosa. “Málaga, ciudad infinita” porque nadie se pone de acuerdo en acabarla. Y lo digo mirando descuidadamente a la Catedral. Silbando.

Siglos después, otra catedral tampoco se acabaría. Persiste el mismo problema de idioma. Ahora los agentes son distintos, se llaman intereses políticos. El empeño en conseguir la capitalidad es municipal. La Diputación y la Junta no estorban porque si se pierde, podrán achacarlo a la pésima gestión de un gobierno del partido popular y si se consigue, podrán decir que siempre estuvieron apoyando el proyecto. El resultado es que la sociedad malagueña cada vez más politizada, no conjuga bien ser de izquierdas y apoyar ese logo azul al que le falta una gaviota. Ahora bien, ganas de ganar algo, no nos faltan –a ver si viene el jeque árabe-. La prueba está en la pasada “Noche en Blanco”. La ciudadanía acudió en masa a los diversos actos cuando fueron convocados. Los malagueños somos buenos, obedientes y conformistas. Si todas las instituciones malagueñas aunaran esfuerzos en el mismo sentido, contaría con un valor añadido y muy importante en la valoración que se haga de nuestra candidatura: el apoyo popular. Pero, ay, Torre de Babel… qué difícil esto de ser una ciudad infinita.

3 respuestas a «Ciudad infinita»

  1. Hombre, amigo Generoso, eso de «ha palabras necias»…, (me refiero a lo de «a con h» porque supongo ha querido aludir al conocido refrán), no le pega a un escritor de su categoría.

  2. Amigo mío Francisco Botín, ¡enhorabuena! Es usted un muy gran defensor del idioma y hasta detecta las erratas cuando aparecen. «ha» con hache o sin hache, es /a/ o es /ha/, que tanto da. La categoría de los escritores nunca se mide por la ortografía ni menos aún por lapsus o erratas: se mide por lo que de ellos la propia lengua destila, al decir lo que dice. Mire usted, amigo mío: ni el latín es latín sin gente que lo hable, ni las lenguas evolucionan sin erratas o sin modificaciones ( que puede que intencionadas, que puede que no) que las renueven. Hace un par de siglos, /a/ sin hache era casi impensable. ¡Ha Ber ké pasa, señor Botín, que somos amigos lectores de esta casa!
    Reitero mi gratitud a sus intervenciones. Seguro que en una tertulia de literatura o de historia o de lo que sea ( me da la picada de que es usted persona muy culta) su ausencia sería el comentario: el día que usted faltara a la tertulia. Paco, ¡eres genial! Gracias. Por mi edad, que es más que la tuya en años, te tuteo.

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