He leído en La Opinión de Málaga la noticia en el que Fran Extremera nos informa de a lo que se dedican los últimos setenta obreros contratados para concluir las obras en el paseo marítimo de Ferrara, en Torrox Costa, precisamente una de las actuaciones acogidas al Plan español para el estímulo de la economía y el empleo para el año 2010. Parece ser que lo que hacen es probar el pavimento, pues juntitos, se dan paseos arriba y abajo, con algún descanso entre largo y largo para fumarse un cigarrillo tumbados en una hamaca.
Lo primero que no entendí es cómo se podía diferenciar a uno de estos trabajadores de un turista de andar por casa. Que deambulen setenta personas agrupadas podría ser un indicio de que fuesen a trabajar pero habida cuenta de que los viajes que organiza el IMSERSO suelen colmar un autobús de sesenta plazas y que una vez llegados al destino se dedican a similares actividades ociosas, me planteaba ciertas dudas. Enseguida encontré la solución. Un paseante es el que pasea. Un obrero del Paseo Marítimo de Torrox es un paseante con mono verde reflectante y chillón, que pasea. En este caso, la prenda es la que hace al obrero, sin ningún otro menester que el disfraz.
Lo peor del asunto es que cumplen con su trabajo. Se les ha contratado para hacer nada y eso hacen y muy bien. Por lo visto, en el pliego de condiciones de las obras financiadas con el “Plan E” se exige emplear a un número determinado de trabajadores provenientes del desempleo y aunque no hayan sido precisos, lo que la empresa pretende con estas últimas contrataciones es la minuciosidad en el cumplimiento de sus obligaciones.
Y yo me pregunto, ¿qué estímulo a la economía y el desempleo es este tan raro?
Te doy dinero innecesario para hacer obras innecesarias con empleados innecesarios que maquillen el número de parados durante unos meses y ya rezaremos para salir de la crisis.
Parece ser que la imagen que produce ver a setenta personas uniformadas de obrero recorriendo las inmediaciones de la playa de Torrox no pasa desapercibida para residentes, empresarios, ni turistas. Supongo que al principio podía hacerles la misma gracia que a mí ahora esta secuencia de españolada añeja. Pero si se pretende vivir del turismo, no me extraña que a las pocas horas, las sonrisas de los torroxeños se hayan transformado en airadas protestas.
La película de estas obras ya incluía una trama negra en la que treinta y seis trabajadores fueron despedidos por ir a la huelga. Por lo visto no cobraban sus sueldos desde diciembre debido a desavenencias entre EISUR, la subcontrata y la empresa concesionaria de los trabajos, CHM.
Se despide a treinta y seis trabajadores para contratar a setenta paseantes que estoy seguro que estarían encantados de tener algún cometido durante estas dos semanas de supuesto empleo y sueldo precario.
Yo supongo que los que aquí salen ganando son los de siempre. Y los que pierden, también. Pero de lo que estoy seguro es de que esta manera de estimular la economía y el empleo, sólo podría dar trabajo a algún guionista dispuesto a reírse de los peores tópicos que a los trabajadores andaluces nos han achacado injustamente durante tantos años. Y no hace gracia.