Ayer, nuestra querida ciudad apareció en los titulares de la mayoría de los diarios de tirada nacional por un acontecimiento histórico: una multa. Así, como multa histórica, se referían a la que la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) ha impuesto, de 300.000 euros, a nuestro Ayuntamiento por implantar una red wi-fi gratuita en 40 dependencias municipales, hecho que consideran que constituye una red pública de comunicaciones electrónicas que presta servicio como «proveedor de acceso a Internet» y que constituye una infracción por no haber presentado la notificación pertinente en tiempo y forma ante dicha Comisión.
Yo no sé qué habrá hecho tan mal nuestro Ayuntamiento como para que le caiga ese multón, pero lo único que nos cabe ahora es rezar para que prospere el recurso que el máximo responsable político del entuerto, el concejal de Nuevas Tecnologías, Francisco Salas, ha anunciado que interpondrá contra la resolución.
Todavía me acuerdo de lo contento que nos pusimos los cuatro catetos entre los que me cuento, cuando apenas hace dos años, en marzo del 2007, nuestro alcalde anunciaba que Málaga se iba a convertir “en los próximos meses”, en la primera ciudad Wi-Fi de España, lo que, vaticinaba, iba a significar que los ciudadanos y turistas (que no falten) se iban a poder conectar gratuitamente a Internet desde cualquier rincón de la ciudad. Lo anunció con sonrisa segura junto a un amiguete, Don Martín Varsavsky, presidente de Fon España, quien explicaba en rueda de prensa que su compañía iba a regalar a los malagueños 2.000 routers para que se desarrollase esa maravillosa y moderna tecnología pretendida por nuestro Consistorio.
Aquello quedó en agua de borrajas en cuanto la CMT le explicó a los asesores de nuestro alcalde que esa chaladura sin fundamento no podía llevarse a cabo porque la normativa vigente lo impedía. Los asesores se dieron cuenta tarde y dejaron, una vez más, en ridículo a nuestro alcalde, pero como deben de ser empecinados, contratacaron con la estrategia que nos ha llevado a la fama por un día del acontecimiento histórico de la multa que ayer consiguió sonrojarnos. Listos, estos técnicos, consejeros o lo que sean del alcalde decidieron poner el wi-fi en el cortijo y que dentro y cerquita, los usuarios que lo necesitasen, tuvieran el acceso, parece ser que indispensable, a Internet para resolver los papeleos que un día de burocracia les requeriría. Pues tampoco. A pesar de los avisos, réplicas y contraréplicas que entre el Ayuntamiento y la CMT, se han ido produciendo desde el año pasado, el Ayuntamiento siguió con su plan y lo peor, la CMT también con el suyo: multón histórico.
Echo de menos a otro técnico, señor alcalde. Lleva usted razón. Contrate a alguien que sepa, páguele uno de esos sueldos que nos llevan las manos a la cabeza pero líbrenos de este ridículo u olvídese de Internet. Está visto que con lo que tiene cerca no nos llega ni para interpretar las leyes virtuales. Vuelvan a las máquinas de escribir o contraten una oferta barata, pero déjense de procurarnos que saquemos el portátil a pasear, pero ¿no ven lo que está lloviendo? Si no podemos ir en bici al trabajo como en los países modernos, que es gratis, ¿cómo se le ocurre que podamos convertirnos en cibernautas gratuitos callejeros, madre mía qué progreso? Pero si aquí no hay parquecitos donde tumbarse en la hierba a mirar el correo, ¿para qué tanto follón? Nos vamos a la playa con el walkman y listo. Si somos buenos y no nos quejamos, ¿no ve? Descanse, hombre. Descanse, por favor.