Dicen que van a arreglar el Cine Albéniz. Se rompió allá por mayo del 2008, cuando se lo expropió el Ayuntamiento a sus antiguos propietarios. Yo sé muy poco de expropiaciones pero suenan dolorosas. Que te hagan eso queda feo a oídos mundanos. Yo conocí a un señor que lloró cuando le expropiaron sus tierras de caña de azúcar para agrandar el Aeropuerto. Para que pudiésemos ir a New York, decía. Pues ya no podemos, creo, qué le vamos a hacer, si esos americanos son poco viajeros y no entienden de nuestra oferta cultural ni de nuestros precios. Tampoco intuyo que el buen señor eche en falta ahora recoger su cosecha. Pero se quedó sin la casa en la que había nacido. Aquella vez, sentí mucha pena por la nostalgia de aquel hombre. Era nostalgia en presente, muy rara. Él estaba triste por lo triste que iba a estar cuando recordara su cocina. Con mi pena por él, estábamos tristes tres veces, como en un trabalenguas que me niego a reproducir por pereza. Ahora bien, nunca dudé de que aquella expropiación no fuera de sentido común y que por más emotividad que quisiésemos ponerle, el resultado de aquello sería beneficioso para todos. Tendríamos un mejor aeropuerto.
Pero no es el caso del Cine Albéniz. Allí, supongo, que no nació nadie. Lo sabremos si algún listo se decide a remover sus cimientos y se encuentra con algún romano al estilo de Pompeya bajo la excavadora. Y, por otra parte, yo, que a veces soy muy torpe, tampoco logro encontrarle el beneficio social que pueda tener expropiar un cine para poner otro cine. No sé a quién o qué favorece. A mí, no. Quizá sea un favor del Ayuntamiento al antiguo propietario para sacarlo de la ruina. Del Teatro Romano.
No sé cuánto habrá pagado el Ayuntamiento ni qué valor pueda tener un edificio de esas características, pero si tanto uno como otro se han beneficiado de esta expropiación, me parece mal. Muy mal. Mi ética cristiana nada practicada me dice que la única transacción que no me indignaría en este cambio de titularidad tan extraño, sería aquella en la que se hubiese adquirido el edificio a un precio justo. Pero es que, ya digo que soy muy torpe, no logro entender de ninguna de las maneras que si este fuera el caso, se haya expropiado en lugar de comprado.
Ahora, ya digo, se anuncia que se van a iniciar obras de remodelación en enero para que esté listo para el próximo Festival de Cine, a finales de marzo. Y me parece a mí, que es muy poquito tiempo. Llevará un año cerrado –viva la burocracia municipal y sus altos cargos- y se arreglará en dos meses, al menos en su primera fase. Con algún gerente por instalarse cobrando al año lo que todos los trabajadores del cine juntos durante los últimos diez años, muy probablemente.
Y me pregunto, ¿para qué? Si de verdad van a seguir con la línea de películas en versión original, como venían haciendo los antiguos propietarios, si se va a compatibilizar el cine comercial con el cine de autor, como hasta que fueron expropiados, ¿para qué quiere el cine nuestro Consistorio? ¿Serán de izquierdas? ¿Querrán ir municipalizando la propiedad privada?
Si sólo es para modernizarlo, nos habría salido más barato pagarle el equipamiento nuevo a los antiguos propietarios que expropiarlo y, conociendo a Don Francisco, muchísimo más barato si lo gestionaran ellos en lugar de otro alto cargo municipal de muchísimo aprecio y confianza.
A ver.
no hay otro lugar en malaga para alojar eventos de cine una ves o una semana al año solo ese edificio pastiche que nos quita la vista a la alcazaba mas no sepulta a nuestros antepasados arabes y romanos. puerto, rio, cervantes,ets
¿?