Una tarea colegiada

5 Oct

La educación es una tarea colegiada ya que la escuela es una unidad funcional de planificación, desarrollo y evaluación del currículum. Los profesionales que trabajan en una institución  educativa forman un equipó que tiene un proyecto compartido, unas actitudes solidarias y unas prácticas cooperativas. La escuela no es un conglomerado de clases particulares ni de prácticas individualistas. ”Más escuela y menos aula” es el título de un libro del sociólogo Mariano Fernández Enguita. Aplausos para la idea.

Una de las cualidades que hay que exigir a los docentes es la de saber trabajar en equipo. Lo cual supone capacidad de escucha, de cooperación, de aportación, de humildad, de generosidad y de tolerancia. Y un buen nivel de empatía.

De eso se trata en la escuela: de tener fines comunes y de trabajar de forma colegiada para alcanzarlos. Hay demasiado de lo mío, y poco de lo nuestro. ”Mis alumnos”, “mis problemas”, “mis objetivos” en lugar de “nuestros alumnos”, “nuestros objetivos”, “nuestros  problemas”…

La colegialidad exige coordinación vertical. Es decir, que el docente de primero  tiene que estar coordinado   con el de segundo y el de segundo  con el de  tercero.

Los autores ingleses que analizan la escuela  dicen que es una institución “loosely coupled”, es decir, débilmente articulada. Tienen razón. Si los responsables de la fábrica de coches que el lector prefiera, a esta hora exacta, se dan cuenta de que el departamento que fabrica el  chasis está dejando un hueco para las puertas más pequeño que las puertas que construye otro departamento, ¿cuánto tardarán en coordinarse? Ni un segundo. No se entendería que siguieran fabricando chasis y puertas que no encajan ni un minuto más. ¿Cuánto tardan en coordinarse los profesores de Matemáticas o de Química o de Lengua de primero y segundo? Pues hasta que se jubile o se muera uno  de los dos.  Sé que estoy exagerando en aras de que la idea quede clara. Si los padres muestran su preocupación al profesor de segundo curso porque los chicos iban bien en primero (obtenían sobresalientes en su mayoría) y ahora fracasan una y otra vez, es probable que el profesor de segundo les diga:

  • Yo no quiero hablar mal de mis compañeros, pero así me han llegado del curso anterior.

Hace falta también coordinación horizontal: es decir, todos los profesores que entran en un curso  tienen que hablar el mismo idioma pedagógico. No puede ser que uno  regale sobresalientes y otro reparta suspensos por doquier.

 Hay que tener coordinación integral. Llamo coordinación integral a aquella por la que los docentes se muestran coherentes con las exigencias del proyecto educativo del centro. Supongamos que uno de los ejes formativos se encuentra en la coeducación, en la  búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y mujeres. Supongamos que una de las actividades que vehiculan ese objetivo es una actividad de la que se ha responsabilizado una profesora. Un día, en la sala de profesores y profesoras, ella dice:

– Me voy, tengo ahora una sesión de trabajo  coeducativo con el grupo de 2º B.

Y supongamos que, cuando ella desaparece por la puerta, uno de sus colegas hace una broma soez respecto a la compañera. Una broma que es recibida y jaleada por  algunos colegas presentes en la sala. Pues bien, la actividad de la profesora, es destruida de forma inexorable por la actitud sexista de su compañero.

La coordinación no es solo una cuestión de actitud, que lo es. La coordinación requiere además tiempos dedicados al diálogo, a la reflexión, a la investigación, a la evaluación de la práctica.

La colegialidad exige  que haya una configuración de la plantilla en torno a un proyecto, no por aluvión,  Y una estabilidad de la misma. Hay plantillas que varían en su  composición en más del cincuenta por ciento de los docentes de una año para otro. Los colegios privados nos llevan ventaja en este aspecto. 

La colegialidad incluye también a las familias  que tienen que coordinar sus esfuerzos en el mismo sentido que la escuela.  Y a todos los miembros de la comunidad educativa, incluido el personal de administación y servicios. Y aun diría más, alcanza a toda la sociedad. Por eso me gusta repetir el aforismo africano: hace falta un pueblo entero para educar a un niño (o a una niña).

Hay dos metáforas que ilustran este paradigma. La primera es la de la orquesta que ejecuta una partitura. Todos siguen al milímetro la misma obra, cada uno tocando su instrumento.  El director de orquesta no tiene que saber tocar todos los instrumentos, pero marca el ritmo y la intensidad. Coordinada a todos los músicos. Basta que uno falle para que la belleza y la perfección de la ejecución desaparezcan. Imaginemos el desastre que supondría que cada músico pretendiese interpretar una partitura distinta  o la misma sin tener en cuenta la coordinación de todos los músicos.

La segunda metáfora es la de los remeros. Para que la barca avance en la misma dirección y con la velocidad adecuada, todos tienen que coordinar el esfuerzo. Saben hacia dónde van y tienen muy en cuanta el ritmo de los movimientos. Si cada  uno de los remeros mueve el remo en dirección diferente o a su libre albedrío sin tener en cuenta el conjunto, el desastre está asegurado.

Es probable que mis lectores y lectoras y quienes han acudido a mis conferencias hayan leído u oído un lema que me ha guiado durante toda la vida y que aconsejo tener en cuenta a los integrantes de una plantilla docente: “Que mi es cuela sea mejor porque yo estoy trabajando en ella”. Es decir, que el instrumento que toco no desafine  y que la fuerza y la dirección de mi remo ayuden eficazmente a la navegación.   

En mi libro “Ideas en acción” (un libro que no es para leer sino para hacer), puede encontrar el lector setenta  ejercicios para la enseñanza y el desarrollo emocional. Uno de los ejercicios tiene como objetivo reflexionar sobre esta cuestión de los fines comunes y las actitudes cooperativas.

Cinco voluntarios se sientan alrededor de una mesa. Se les entregan a cada uno  aleatoriamente tres piezas de un puzle que previamente se ha preparado. Son quince piezas con las que se pueden construir cinco cuadrados del mismo tamaño, cada uno con tres piezas. Se les dan a continuación las siguientes instrucciones:

. Se trata de formar cinco cuadrados de igual tamaño con tres piezas de las que se les han entregado.

  • No se trata de que cada uno forme su cuadrado arrebatando o pidiendo las piezas que necesita de cualquier otro, sino que han de entregar las piezas que tienen a otro que las necesite para que él forme un cuadrado.  Lo que habitualmente sucede en una sociedad competitiva es que cada uno trate de ganar al otro por los medios que sea. Es decir, que la consigna sería esta: ¿quién es capaz de formar un cuadrado de tres piezas antes que los demás? Se trata de saber quién queda primero. Sea como sea.

Otra indicación  que se les da a los participantes es que tienen que realizar el trabajo en silencio.

El ejercicio está bien pensado. Hay algunos cuadrados de tres piezas que, si no se desmontan, impiden que se formen los cinco cuadrados propuestos. Es decir, que hay éxito individual que bloquea el éxito colectivo.

Pido también a los participantes que si uno de los miembros tiene las tres piezas y no es capaz de ensamblarlas adecuadamente para que formen el cuadrado, que no manejen sus piezas, que esperen a que él lo vea.

Hay en el ejercicio dos  objetivos básicos: tener un fin compartido, un fin común y, en segundo lugar, desarrollar  actitudes cooperativas para alcanzarlo.

La colegialidad no tiene que ver solo con la eficacia de la acción educativa. Es una dimensión que beneficia a sus protagonistas. Gracias a la colegialidad unos docentes pueden aprender de otros, pueden ayudar a otros, pueden ser apoyados y estimulados por otros. La colegialidad no solo enriquece a los alumnos y a las alumnas sino a quienes la practican de forma sincera y auténtica.

6 respuestas a «Una tarea colegiada»

  1. QUERIDO MIGUEL ÁNGEL:
    Un saludo muy afectuoso, extensivo a tus lectoras y lectores asiduos, como yo.
    Una de las grandes carencias por parte del profesorado en general es el desconocimiento del proyecto del centro cuando empieza a trabajar en un centro escolar. Y también de otras líneas de actuación del centro en cuestión. Gran parte, no todos los profesionales, se limitan a recabar la información de las reuniones iniciales previas al inicio de las clases. Si acaso, obtienen más información significativa por parte de la persona responsable del Departamento de Orientación de tal o cual grupo, de tal o cual alumno.
    También existen las reuniones periódicas de departamento, donde el jefe o jefa (yo prefiero firmar como “coordinador”, pues no soy “jefe” ni de mí mismo, valga la ironía) traslada previamente un orden del día. En el momento del desarrollo de la reunión del departamento (en mi caso, el de Lengua castellana y Literatura) se abordan los puntos del orden del día, cuyos contenidos suelen corresponder a aspectos de las materias del departamento, informaciones de la CCP (COMISIÓN DE COORDINACIÓN PEDAGÓGICA: acuerdos tomados en las reuniones de los jefes y jefas de los diferentes departamentos coordinados por el equipo directivo). Finalmente, volviendo a las reuniones de departamento, se suelen abordar actividades como el fomento de la lectura, los resultados académicos de los diferentes grupos, las actividades extraescolares, etc.
    En suma, reuniones y momentos para la coordinación vertical y horizontal no faltan. A mi modesto entender, prima la idea de que muchos docentes consideran que su materia es la verdaderamente importante…y el que venga, allá se las entienda.
    Recuerdo que, cuando me incorporé hace ya once años en el primer instituto (concurso de trastalados) a Valladolid capital tras la feliz etapa de Tordesillas, en 1° de ESO había una compañera de Matemáticas que, creyendo que nuestros alumnos del grupo x solo debían rendir cuentas de su asignatura, les examinaba continuamente, les mandaba cantidades ingentes de ejercicios. O sea, vivía en la idea de que no solo ignoraba que el primer curso de ESO supone un cambio para el alumnado, ignoraba que también tenían que hacer frente a otras nueve o diez asignaturas. Así que muchas veces, nada más entrar en el aula, percibía unas caras en los alumnos que me revelaban agobio y tensión: les preguntaba: ¿tenéis un examen difícil de matemáticas y os desbordan los nervios, verdad? No os preocupéis, todo va a saliros bien. Vamos a establecer un pacto: a) Voy a dedicaros a la clase de Lengua 40 minutos. b) Voy a explicar pidiéndoos vuestra participación. c) Seré muy ameno. Y, si podéis elejar la atención del examen, y os portáis bien, cumpliré lo prometido.
    Y cumplieron y se relajaron y disfrutaron…
    Esa profesora no solo no pensaba en sus alumnos, tampoco pensaba en sus compañeros y en la dificultad que entraña el cambio de primaria a secundaria en esos grupos de estudiantes.
    Nos falta sentido de trabajo en equipo. Somos latinos, nos coordinamos para el café y el chismorreo. Cuando estamos en el trabajo, al trabajo. Cuando estamos de café, disfrutemos del humeante café y de una conversación inteligente.
    Feliz fin de semana a todos y a todas.
    Desde Valladolid (España), un saludo.
    Carlos Arconada Carro

  2. Hola Miguel Ángel.

    Me temo que hay poca colegialidad en los centros y lo que suele predominar es el individualismo. Así como prevalece la coordinación horizontal sobre la vertical, aunque ninguna de ellas sea sólida y duradera. Generalizar da lugar a equivocarse, seguro que hay centros donde los docentes están muy bien coordinados, pero mi experiencia me dice lo contrario…

    Las puertas cerradas del aula invita a que cada uno/a haga lo que crea oportuno. Es posible que se den consignas comunes, pero cada cual interpreta la sinfonía a su libre albedrío… Es curioso que el profesorado prefiera impartir los refuerzos educativos fuera del aula desintegrando al alumno del grupo y de lo que están aprendiendo en ese momento. Se prefiere sacarlo a un sitio aislado para de esa forma la acción educativa sea más intensa y eficaz. Generalmente este alumnado recibe la misma enseñanza que en el aula y se mantiene el fracaso. En esta situación tampoco suele hay coordinación. Sí, ya sé que el profesorado del aula indica sus colegas de refuerzo qué tiene que enseñar al alumnado. Pero éste seguramente ni sabe qué metodología ha usado su colega ni pretenda buscar otra alternativa distinta para para facilitar el aprendizaje.

    En la descarga del profesorado hay que decir que en las reuniones de coordinación de equipos docentes, de ciclo, de ETCP o claustro se pierde mucho tiempo y esfuerzo en atender muchas tareas burocráticas o de otra índole complementarias al aprendizaje, pero no necesariamente que incidan directamente sobre el mismo. Se habla mucho de organización de eventos, pero se habla poco de métodos y estrategias didácticas. Se habla mucho de los alumnos, de sus problemas personales o familiares, pero no se explora con meticulosidad cuáles son sus carencias en el aprendizaje sobre las que se pueden actuar y qué actuaciones concretas llevar a cabo, así como llevar un seguimiento para tratar del corregir el fallo en el momento que se produzca… No dudo de que el profesorado hable y trate de coordinarse, pero realmente hablan de lo que deben hablar y actúan de forma colegiada con una unificación de criterios concreta???

    Lo has sentenciado tú “La coordinación no es solo una cuestión de actitud, que lo es. La coordinación requiere además tiempos dedicados al diálogo, a la reflexión, a la investigación, a la evaluación de la práctica”. Si no se coordinan todos estos aspectos, la coordinación no será eficaz. No cabe que el coche tenga un gran motor, buenos amortiguadores, excelente frenos sin las ruedas son defectuosas y se desgastan rápido.

    Buen finde para todos y todas. Un abrazo

  3. Querido Miguel Ángel:
    Como siempre, a mí modo de ver, hermoso artículo sobre cómo debe funcionar una escuela, un colegio.
    Tú has trabajado en todos los niveles educativos y bien sabes lo complicado que es llevar a cabo esa coordinación entre los profesores que entran en un aula, ya no digo con los que están en aulas precedentes o siguientes, con los padres, con todo el equipo educativo.
    El objetivo es hermoso, tan hermoso que personalmente lo considero dentro de lo que llamamos utopía, objetivo inalcanzable, pero al que hay que perseguir.
    Claro que en un centro debieran remar todos en la misma dirección, y en esa orquesta seguir todos las directrices de la batuta. Ese es el hermoso objetivo, pero eso se me antoja como lo que ocurre en el mundo: todos quieren la paz, odian la guerra, pero…Basta echar una mirada.
    Siempre es bueno buscar la excelencia en todo y luchar denodadamente para acercarse lo más posible a ella. Creo que eso es lo importante se llegue hasta donde se llegue en ese objetivo.
    Gracias por tu artículo, Miguel Ángel, un gran abrazo y saludos a todos.

  4. Muy buenas Colombiano!
    Qué bacano de viaje, esperamos que te haya ido bonito en las conferencias y los encuentros mediados por buenas arepas.
    El artículo genial, para que variar de lo extraordinario. Felicidades!
    Nos ha encantado “Hay demasiado de lo mío, y poco de lo nuestro.” La escuela no es un conglomerado de clases particulares ni de prácticas individualistas. ”Más escuela y menos aula” con esto ya tenemos para “Tertulear” un buen rato.
    Por cierto tus Ideas en acción las “hacemos” en la formación a tutoras y tutores de 1° y 2° de Secundaria. Gracias por estar también ahí.
    Bueno Amigo o mi Bolívar pedagógico! espero verte en unos días en Oviedo y ser testigo de un reconocimiento merecido.
    Cuanto nos alegramos de tus alegrías!
    Abrazos y besos caribeños o pacíficos.

  5. Me vienen algunas cuestiones a la cabeza. ¿Qué necesitamos para que ambos tipos de coordinación sean una realidad universal?; y, ¿podría ser que una clave sea reducir el (sinfín) de reglas, y fomentar el compromiso?; ¿y las responsabilidades individuales?,… ¿Habría que fomentar la ilusión en lugar del miedo? A mi parecer, tu reflexión no apunta al ámbito educativo, sino al sistema de engranajes de la sociedad que tenemos como todo. La educación no es una isla. Obedece los dictados de nuestro enorme sistema maquinal, que busca maximizar el rendimiento en términos y únicamente materiales. El problema, está en un lugar más profundo que la educación.

  6. Querido Maestro:
    !Es muy cierto que juntos se llega más rápido a puerto!
    Hay un lema por ahí que dice; “la unión hace la fuerza”
    Vale para todos los ámbitos de la vida, sea en educación como en familiar o social.
    La idea esencial es que nos tenemos que ayudar unos a otros para que las cosas lleguen a buen fin; pero el ego supera a veces la cordialidad y muchas otras la razón.
    Nos cuesta tener una comunicación asertiva y nos dejamos arrastrar por la cobardía y el miedo.
    Es de valiente sobrevivir a la tormenta y levantarse cuando te has caído, millones de veces.
    Reflexionar, reconocer los errores cometidos, hablar de las emociones, sentir que tenemos vivo el corazón hasta el punto de llegar hasta el final de las cuestiones que tenemos que resolver.
    Con disposición, solidez, y sobre todo con auténticos principios y una absoluta verdad, lograremos vencer todas las batallas que aparezcan en nuestra vida.
    Pero claro, todo esto sucede, si nos encontramos con buenos profesionales y buenas personas.
    Muchas veces se tienen que reunir a nuestro favor todas las fuerzas, todas las justicias, la humana y la divina.
    Eso esperamos, que las fuerzas no nos abandonen nunca.
    Gracias por ofrecernos cada semana un pensamiento diferente y auténtico, para mejorar nuestro paso por este difícil mundo.
    Y ya sin más me despido con un cordial abrazo para todos.
    !Qué pasen una feliz y leve semana!
    Muchos besos.

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