Cuando se vive instalado en el dogma se corre el peligro de sepultar las peguntas, de aniquilar las dudas, de matar la curiosidad y de olvidar la indagación. Al matar las preguntas, la búsqueda de respuestas desaparece. No es bueno confundir pereza de pensamiento con firmes convicciones.
Por eso insisto tanto en la necesidad de poner en tela de juicio las prácticas, en la conveniencia de hacernos preguntas sobre ella, en la conveniencia de hacer autocrítica y de abrirse de forma valiente y humilde a la crítica. La duda es un estado intelectual incómodo, la certeza es un estado ridículo.
Escuché a la catedrática María Pla, creo que en una tesis doctoral en la Universidad de Barcelona, que una amiga suya, llamada Patricia Henderson, repetía con frecuencia en sus conversaciones expresiones de este tipo: “porque en mi opinión…”, “desde mi opinión…”, “según mi opinión…”. Un colega, sorprendido por esa costumbre, le preguntó por qué motivo lo hacia. Ella contestó:
– Porque dudo mucho. Me parece tan importante dudar que ya le he pedido a mi familia que, cuando yo me muera, el epitafio que se coloque sobre mi tumba diga lo siguiente: “En mi opinión, aquí yace Patricia Henderson”. Ni de eso siquiera podría estar segura.
Lety Sahagún y Aslhey Frangle, creadoras del podcast más seguido en México y uno de los más escuchados de habla hispana, han escrito un libro titulado “Se regalan dudas”. Habrá comprobado el lector que les he robado a las autoras el título para este artículo. Ellas dedican su obra a plantear preguntas sobre cuestiones relacionadas con el amor, las relaciones, la sexualidad, el cuerpo, la fe, el miedo, el éxito… Sobre dieciocho importantes problemas. Formulan una retahíla de preguntas al abrir cada tema y sobre ellas ofrecen opiniones suyas, de autores y de seguidores de su podcast.
Pondré un ejemplo para que el lector vea cómo se estructura el libro. Luego pondré yo uno de los que podríamos
plantearnos para la mejora de la práctica docente. A continuación plantearé una notable diferencia entre lo que nos proponen las autoras del libro y lo que yo planteo sobre la mejora de la práctica profesional docente.
He elegido entre las dieciséis cuestiones que plantean las autoras la siguiente: ¿Cómo definirías la felicidad? ¿Y qué te hace sentir vivo o inspirado? Sobre ella formulan un catálogo de preguntas que voy a reproducir: ¿Has cuestionado tu idea de la felicidad? ¿Quién está a cargo de tu felicidad? ¿Existen unos pasos a seguir para ser feliz? ¿La felicidad es diferente para cada persona? ¿Qué te hace reír? ¿Cuándo has experimentado tanta alegría que te dio miedo perderla? ¿Eliges ser feliz o te toca ser feliz? ¿Qué te roba la felicidad? ¿Qué tanto te permites hacer lo que te gusta? ¿Qué has sacrificado creyendo que te iba a dar dicha? ¿Encontraste la felicidad en tu día a día? ¿Qué ilumina tu camino? ¿Qué te hace sentir viva (o)? ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste así? ¿Dónde encuentras inspiración? ¿Cómo se mide la intensidad de la vida? ¿Qué te está faltando hacer? ¿A quién admiras? ¿Cuándo fue la última vez que dijiste sí a una aventura?¿Qué o quién te motiva a crear cosas nuevas? ¿Puedes encontrar inspiración o sentirte vivo en tu zona de confort?
Después de la enumeración de preguntas aparecen las opiniones de las dos autoras. Después escriben, más brevemente, un médico, una pediatra, una emprendedora, una diseñadora, varios estudiantes, una psicóloga, varias personas anónimas, un dentista, un fotógrafo… Cada uno aporta su experiencia o su opinión al respecto. Y, finalmente, deja una página en blanco para que el lector pueda escribir lo que desee. Las autoras invitan a la participación de los lectores y lectoras con estas palaras: Este libro no estaría completo sin tu respuesta.
Preguntas y respuestas y pregustas. Ese debería ser el subtítulo de cada libro. Trate sobre lo que trate. Porque es probable que ofrezca interesantes respuestas a algunas preguntas pero seguramente en esas respuestas se encuentre el germen de nuevas preguntas.
Voy a elegir una cuestión relacionada con la acción docente. Me refiero a la evaluación. Hace muchos años mi amigo y compañero Juan Manuel Álvarez, catedrático de Didáctica de la Universidad Complutense, elaboró hace años un catálogo de preguntas sobre evaluación, que ahora no tengo a mano. Recuerdo que la lista era larguísima. Creo que sobrepasaba el número de 150… Estoy seguro de que muchas de ellas, despertaron interrogantes en los lectores y lectoras que no se habían planteado anteriormente.Recuerdo que aquella iniciativa me pareció tan novedosa como sugerente.
Formularé a continuación algunas preguntas sobre la evaluación de los aprendizajes realizados por el alumnado: ¿La evaluación que realizo es educativa para mí y para los evaluados? ¿Las tareas de la evaluación son ricas intelectualmente o son pobres? ¿Participan mis alumnos en la evaluación? ¿Hacen autoevaluación de sus aprendizajes? ¿Los instrumentos de evaluación son sensibles para captar la complejidad? ¿Cuál es la principal finalidad de la evaluación que realizo? ¿A quién atribuyo el fracaso de mis alumnos en el aprendizaje? ¿Conozco los sentimientos que viven mis alumnos antes y después de la evaluación? ¿Dialogo con los padres/madres de mis alumnos y alumnas? ¿Me preocupan los efectos secundarios de los resultados de la evaluación? ¿Realizo alguna vez profecías de autocumplimiento sobre un alumno, sobre un pequeño grupo o sobre toda la clase?
Hay una diferencia notable entre el planteamiento de las autoras del libro al que he hecho referencia y el que hago respecto a las preguntas o dudas que he formulado. La respuesta no es exclusivamente intuitiva sino que está basada en la investigación, es decir en el rigor. Cuando se habla de investigación se piensa en grandes muestras, en complejos diseños experimentales en los que se controlan las variables y en la que se analizan los datos a través de complejos aparatos estadísticos. No es así. Cuando un profesor formula preguntas y trata de responder con rigor a las mismas, está investigando.
La investigación genera, de manera inexorable, comprensión y la comprensión pone en marcha mecanismos de innovación que mejoran la práctica.
Insisto muchas veces en la necesidad de hacerse peguntas, de cuestionar lo que hacemos, de poner en cuestión los éxitos y los fracasos. Existen diversas causas que bloquean el planteamiento de interrogantes:
La presión de los modelos: cuando los modelos propuestos o impuestos son muy poderosos es difícil cuestionarlos. El comportamiento lleva a reproducir esos modelos sin ponerlos en cuestión. Quien no los imita recibe el rechazo o el castigo de la institución.
La influencia de la rutina: si se tiene como criterio de bondad el hecho de hacer las cosas como siempre se han hecho, será muy difícil poner en cuestión lo que se hace. La rutina es el cáncer de las instituciones.
La presión social: cuando todos hacen lo mismo resulta muy problemático poner en tela de juicio lo que se hace y quien se sale del patrón de comportamiento es cuestionado. Son muy conocidos los experimentos del sociólogo Asch sobre la influencia de mayorías unánimes sobre individuos discrepantes.
Las malas condiciones: cuando no existe tiempo para reflexionar, para investigar, para dialogar, para evaluar lo que se hace, es muy difícil cuestionarse y dudar. Cuando la innovación es menos valorada que la tradición. Cuando quienes se salen de la norma son criticados o perseguidos, se repetirán de forma inexorable las formas de proceder.
La comodidad: la pereza intelectual está en el origen del establecimiento de muchas rutinas. Pudiendo hacerlo como siempre ¿por qué nos vamos a tomar la molestia de mejorarlo? ¿pudiendo no hacer nada, ¿por qué vamos a esforzarnos? Algunos confunden pereza de pensamiento con firmes convicciones.
La lógica de autoservicio: es un mecanismo intelectual que consiste en hacer hablar a la realidad para que nos de la razón. Es decir, que existen formas ingeniosas de explicar el fracaso de manera interesada. La profesión docente es una de las que más se presta a echar la culpa del propio fracaso a otras personas o a determinadas circunstancias.
Dice un proverbio chino: “El que hace una pregunta es un tonto por cinco minutos, y el que no la hace sigue siendo un tonto para siempre”. Pues nada, a hacer preguntas inteligentes.
Muy buenas ? Miguel Ángel?
Seré capaz de atender tus recomendaciones?
Aprenderemos algo hoy?
Por qué es tan bueno tu artículo?
Merece la pena leer el libro que propones?
O hay alguno sobre Evaluación que es mejor?
De quién será?
Por qué nos suena tanto la lógica de autoservicio?
Por qué hoy es viernes con sabor a sábado?
No hay periódico mañana?
Hay vida …Antes de la muerte?
Y vida inteligente?
Por qué las ciruelas negras son rojas cuando están verdes?
Tenemos años de experiencia o de repetición?
……. Estoy loco o simplemente zumbado?
Por qué mi ombligo No es el centro del Universo?
En fin Maestro y Amigo de lo que No tenemos ninguna duda es de lo mucho que Te queremos y admiramos.
Abrazos 3×4 ….o 4×3?
Queridos amigos/as almerienses:
Eso es ingenio, congruencia y gracia.
Todos los años se me presenta esta circunstancia del Viernes Santo, ya que mañana no se publican periódicos como sucede con el día de Navidad y el día de Año Nuevo, pero estos dos últimos no siempre caen en sábado. Yo prefiero anticiparlo en lugar de retrasarlo porque los lectores que no sepan que estos días no hay prensa, al entrar el sábado a buscar el artículo ya se lo encuentran.
Y ahí me tienes después de cuatro años escribiendo gratuitamente en Málaga y Alicante, sábado tras sábado.
Muchos me dicen que no es bueno regalar algo periódicamente porque acaba por no agradecerse o por devaluarse lo que escribes. Pero esa pregunta no me la hago par el temor a que la conclusión sea negativa.
Respecto al interés del libro: no tiene mucha profundidad, pero resulta entretenido.
Un gran abrazo.
Ya queda menos.
Gracias por estar ahí incluso un Viernes Santo.
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Querido maestro:
Según mi humilde opinión sin preguntas no hay verdades o mentiras, sin preguntas no hay respuestas o silencios, pero sin preguntas no avanzas, no siempre habrá respuestas que queramos oir pero siempre habrá algo. Una persona que no se cuestiona deja de ser consciente de su propia vida, Actúe con rectitud? Que debo mejorar? Un docente que no se cuestiona a si mismo sobre su labor deja de ser consciente de si mismo, de lo que hace y de lo que da, de lo que recibe, de sus retos y de lo que sigue
En cualquier profesión, oficio, cargo público, pero también en cualquier situación hay que cuestionarnos para ser mejores en cada rol ya sea como padres, como amigos, como vecinos, como prójimo y que eso traiga paz y felicidad a nuestra vida
Muchas gracias maestro
Siga escribiendo
Con cariño, admiración y respeto
Lily
Querida Lily:
No sé desde dónde me escribes ni en qué nivel tienes clase. Digo esto porque, por lo que escribes, creo que eres profesora.
Has entendido muy bien la idea matriz del artículo de esta semana. Tus comentarios me parecen muy pertinentes.
Me agrada tu forma de finalizar los comentarios con la sugerencia de que siga escribiendo. Trataré convertir esa petición en una orden que acataré de buen grado.
Besos.
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Querido maestro:
Hace poco en febrero, según leí en uno de sus comentarios estuvo en mi país, vivo a dos horas aproximadamente de la Ciudad de México. Sería un honor poder conocerle personalmente y acompañarle en alguna de sus visitas o recibirle en casa, será bienvenido; a mi esposo le leo en voz alta algunos de sus escritos y también algunos comentarios.
Siga escribiendo porque me hace bien y se que no sólo a mí sino a todos los que le siguen en el blog.
Con cariño
Lily
Querido Maestro!
Es muy interesante plantearse dudas e importante poder resolverlas, en la docencia y en todos los ámbitos de la vida.
Yo tengo como aliado, el tiempo, que me da soluciones a cuestiones importantes.
Sigo cuestionando, en mi hacer diario, lo que es la felicidad, lo que me hace feliz.
Es complicado encontrar respuestas a difíciles dilema como ese.
Lo que tengo claro es que la felicidad está dentro de mí y que prospera y se intensifica, cuando la intento repartir a los demás.
Y la duda me sorprende, me preocupa,cuando veo a personas que se engrandecen, haciendo el mal.
No sé, si la educación o la psicología puede hacer algo ante esas personas.
El fondo de las personas es tan inmenso, abarca tantos recuerdos, y se llena con tantos sentimientos que es complicado analizar ciertas actitudes.
A mí me compensa enormemente intentar ser feliz cada día que me levanto.
!Y por eso vivo y sin eso muero!
Ojalá pudiera resolver todas las dudas existenciales que tengo?
Saber porque a veces resulta tan incongruente las relaciones humanas?
Qué nos lleva a tener tanto odio en el corazón?
Porqué priva lo material a lo sentimental?
Porqué el interés lleva a realizar actividades delictivas?
Muchas preguntas que no se las respuestas.
!Ojalá el tiempo me de las respuestas que necesito!
Seguiré esperando, estudiando y aprendiendo para que nada me sorprenda.
!Así es mi vida y así la siento!
Está semana Santa me ha sorprendido por las esperadas lluvias que tanto necesitamos.
Y ya sin más reciban un fuerte abrazo.
Qué la próxima semana sea feliz, amable y llena de esperanzas.
Muchos besos.
Querida Loly:
Qué interesante comentario. En primer lugar porque pones en él tu vida, tu experiencia, lo que te pasa.Tú no lees por leer sino que tratas de aplicar a tu vida las reflexione que te suscita el artículo. En segundo lugar porque se nota la sinceridad, la autenticidad en lo que escribes. Y en tercer lugar porque siempre se ve en tus comentarios el deseo de mejorar, de ser una persona cabal.
Agradezco que sigas escribiendo cada semana.
Besos y felicidad en la semana que entra, como tú nos deseas.
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Buenas tardes.
Tuve la oportunidad y el placer de escucharle el pasado mes de julio en la formación de profesores veteranos organizada por los Agustinos en Madrid. Desde entonces le sigo como compañero también en la Facultad de Educación.
Me parecen fundamentales las preguntas sobre la evaluación que formula. Ojalá todo el profesorado (empezando por uno mismo) fuese capaz de planteárselas y reflexionar sobre sus respuestas.
Un abrazo.
QueridoLucas:
Recuerdo muy bien aquella sesión. Este año voy a participar en la de veteranos y en la de noveles. Ya está el horario cerrado.
ME HA ALEGRADO MUCHO VERTE POR AQUÍ Y SABER QUE ALGUNAS VECES ENTRAS EN EL BLOG.
Veo que tienes clases en la Facultad de Educación. Imagino que es en la de la Complutense.En ella estudié la especialidad de Pedagogía y enseñé durante diez años.
Sí hacerse preguntas, poner en tela de juicio la práctica es el camino de la mejora.
Un abrazo y muchas gracias por tu interés y por tu tiempo.
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Querido Miguel Ángel:
Qué interesante tu artículo de hoy, me han entrado ganas de buscar el libro que señalas y leerlo. Lo buscaré porque creo que me va a ayudar mucho en este momento.
Y al hilo de tu artículo, lo he conectado muy bien con el artículo de la semana pasada, en el que hablabas de la película Radical. Fui a verla el miércoles y me gustó mucho, muchísimo; además de todo lo que señalabas tú, me pareció una película muy dura pero tremendamente emotiva, hasta el punto de que al final se me saltaron las lágrimas.
Cuantas preguntas se hacía ese maestro a sí mismo y a sus alumnos y alumnas? Cuantas historias había detrás de cada uno de los niños y niñas? Cuánto entusiasmo despertó el maestro en casa uno de ellos?
Maravilloso!!
Muchas gracias y un abrazo
María Ángeles Peláez
Querida María Ángeles:
Me alegro de que te haya gustado la película. Imagino que no habría mucha gente porque este tipo de películas que hace pensar nos on las preferidas del gran público.
Claro que es una película dura, como lo es la realidad de esos contextos. No me extraña que te haya llenado de emoción.
Te haces preguntas interesantes sobre Radical. Y qué bueno es hacerse preguntas sobre la realidad y sobre lo que hacemos.
Si llegas a leer Se regalan dudas, ya nos dices si te ha gustado. La idea me pareció interesante y sugerente.
Besos.
Gracias, querida amiga.
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Querido maestro:
Hace poco en febrero, según leí en uno de sus comentarios estuvo en mi país, vivo a dos horas aproximadamente de la Ciudad de México. Sería un honor poder conocerle personalmente y acompañarle en alguna de sus visitas o recibirle en casa, será bienvenido; a mi esposo le leo en voz alta algunos de sus escritos y también algunos comentarios.
Siga escribiendo porque me hace bien y se que no sólo a mí sino a todos los que le siguen en el blog.
Con cariño
Lily
Querida Lily:
Es probable que dentro de algunas semanas viaje de nuevo a Monterrey. En Guadalajara publiqué hace algunos años un libro titulado El Arca de Noé. La escuela salva el diluvio. He viajado muchas veces a Ciudad de México, Torreón, Montemorelos, Toluca, Oaxaca, Guadalajara (para presentar mi libro), Chiapas, Cancún, Puerto Vallarta, Villahermosa, Mazatlán, Veracruz, Arandas… Es una país hermoso y tiene una gente maravillosa.
Me alegra saber que tu marido comparte contigo algunos textos.
Muchas gracias por leerme. No existe un artículo si no hay unos ojos que quieran leerlo.
Besos.
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Hola Miguel Ángel.
Recuerdo que en mi época de estudiante cómo entre mis compañeros y compañeras había miedo a preguntar, porque seguro que a ellos como a mí les surgían dudas y preguntas, pero no se atrevían a planteárselas al profesor o profesora de turno. Imagino que sería miedo al posible ridículo que podrían hacer si la pregunta no era apropiada o interesante. Lo peor de todo ocurría cuando el propio profesor/a machacara al al alumno/a insinuando que la pregunta era simple, una trivialidad o una tontería… Entonces sí que se ponía el freno a cualquier otra pregunta… Ya nadie se atrevería… El docente debe dar respuesta a todas las preguntas de su alumnado sin menospreciar ninguna. El alumnado debe saber que será escuchado con respeto por muy mal formulada o simple que pueda ser su pregunta.
Mientras me “formaba” haciendo magisterio, había ante un profesor de los que soltaban el discurso o daba una clase magistral para que el alumnado tomara apuntes a marchas forzadas y a la carrera. Mis compañeros me decían que preguntara yo, lo que fuera, pero que preguntara para que el profesor realizara un lapsus en su interminable “rollo” de modo que nuestras dolorosas manos pudieran descansar… Imagina lo difícil que puede resultar escuchar atentamente lo que dice el profesor, tomar nota de todo, enterarte de lo que dice y formular preguntas a la vez… De ahí que haya puesto entre comillas lo de “formaba”. No creo que este tipo de profesorado sea el más adecuado para formar futuros maestros y maestras…
Y cuando hablo de este tema siempre me acuerdo de las palabras de Sócrates escritas por Platón “Solo sé que no sé nada”… Si ellos dudan qué no podremos dudar los demás…
Un abrazo y gracias por regalarnos dudas… y certezas…
Querido Juan Carlos:
La cuestión de as preguntas en el aula es muy importante. Como dices, algunos profesores, en lugar de estimularlas, se sienten incómodos con ellas. Porque rompen su monólogo apresurado (hay que acabar el programa), porque las preguntas son tontas, porque pretenden que no haya que estudiar tanta materia…
Qué decir de los profesores que ridiculizan las preguntas (¿de qué curso es propia esa pregunta?, ¿cómo se te ha ocurrido esa tontería?, ¿por qué no atiendes más y mejor?…).
Lo que dices de la “formación” es una gran verdad. Alguna vez he definido la enseñanza universitaria “como un proceso mediante el cual lo que está escrito en los papeles de los profesores pasa a los papeles de los alumnos sin pasar por la cabeza de ninguno de los dos”. Qué gran cuestión.¿Cómo formar a los formadores?
Habría que premiar las preguntas inteligentes, estimularlas…más incluso que las respuestas, que es lo que solemoshacer.
Un gran abrazo.
Muchas gracias.
Buen pie para iniciar otra etapa dl camino.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
La vida, creo, es una gran pregunta y una muy difícil, si no imposible respuesta. Por qué estamos aquí en este ahora y en estas circunstancias? Por qué no existí antes o después? Que sentido tiene la vida? Quién tiene la verdad del más allá?
Son las grandes preguntas que nos hacemos y que quisiéramos una respuesta clara, en la que desapareciera la duda. Diré que cada vez estoy más dudoso de todo y se que así moriré.
Una pregunta que creo interesante es preguntarnos el porqué hacemos lo que hacemos. La costumbre, la rutina nos lleva a actuar como autómatas, sin cuestionarnos.
Me hago una pregunta sobre ti, y como te conozco algo me atrevo a dar la respuesta. Cómo es posible que nos brindes tan hermosos artículos sin la valoración monetaria que impera en estas situaciones? Creo que hay cosas que están por encima del valor monetario. Yo te agradezco esa generosidad.
Personalmente he cambiado mucho a lo largo de la vida y lo sigo haciendo. Las preguntas nos llevan a la reflexión y al cambio. Pienso que todo docente tiene un sinnúmero de preguntas sobre su actuación y sobre la tarea en relación a sus alumnos. Someternos a las preguntas de otros es un buen ejercicio.
La vida de un racional es inconcebible sin preguntas, eso sería como negar el pensamiento.
Querido amigo, gracias por el envío transmitido desde Méjico a través de mi tocayo y vecino Gairín.
Me despido con el deseo de que estás fiestas hayan sido felices para todos/as.
Querido Joaquín:
Esas preguntas que haces se las planteó la filosofía desde el inicio y nos las seguimos haciendo después de muchos siglos: ¿Por qué estamos aquí en este ahora y en estas circunstancias? ¿Por qué no existí antes o después? ¿Que sentido tiene la vida? ¿Quién tiene la verdad del más allá?
Otras tienen que ver con cuestiones relacionadas con la política, la religión, la sociedad.
Y otras con las relaciones, con el trabajo, don salud…
Hacerse preguntas es la forma de estimular el pensamiento, de leer, de estudiar, de dialogar…
Hay muchas rutinas que repetimos de forma automática, sin preguntarnos qué sentido tienen. He pensado en esta Semana Santa qué sentido tiene esa mezcolanza de las procesiones: legionarios, políticos, sacerdotes, vicerrectores (en Málaga hay una cofradía que se llama Estudiantes), legionarios, militares… Me he preguntado por el encierro de algunas imágenes a los sones del himno nacional de un paìs laico…
Yo también me pregunto por mi condición de colaborador de dos periódicos que cobran por artículos que yo escribo gratuitamente.
Me encontré con Joaquín en el avión de regreso de México.Le pregunté si te veía con frecuencia (me dijo que no) y le pedí que te saludase. Ha cumplido el encargo.
Un abrazo, querido amigo.
MÁS
Me ha gustado mucho el artículo y el título. El título invita a la lectura. Y la lectura no defrauda.
Aferrarse a dogmas mata la curiosidad, impide que se hagan preguntas o que aparezcan dudas.
Si no hay preguntas no se buscarán respuestas. Las buenas preguntas son poderosos instrumentos para investigar, buscar, explorar.
Querida Marta:
El sistema educativo ha premiado siempre las buenas respuestas.Las repuestas precisas. Y ha olvidado e incluso castigado las preguntas. No ha valorado ls buenas preguntas, las preguntas inteligentes.
Y este hecho se ha producido especialmente en los procesos de evaluación. Se ha dado prioridad a la capacidad de memorizar, de repetir con exactitud, de saberse las respuestas.
Una maestra decía en una clase: Niños, esto es muy importante y hay que aprenderlo de memoria para el examen. Bueno, si alguno ni es capaz de aprenderlo de memoria, lo puede decir con sus propias palabras.
Lo lógico es que fuera al revés: si no son capaces de decirlo con sus propias palabras, que lo aprendan de memoria.
Eso durante todo el sistema educativo, marca la forma de actuar.
Saludos. Gracias.
MÁS
La anécdota de Patricia Henderson es magnífica.
Me ha despertado la curiosidad el libro que mencionas y cuyo título has utilizado para encabezar el artículo.
Voy a intentar localizarlo. Es muy original su estructura. Me interesan las preguntas que formulan las autoras y también cómo dices que están planteadas las respuestas. Y estoy seguro de que después de leer las respuestas, aparecerán nuevas preguntas.
Querida María:
Si logras encontrar y leer el libro, me gustaría que compartieses tu opinión. Me sorprendió gratamente el título. Y me ha gustado leerlo.El sugerente y entretenido.
Después de encontrar respuestas aparecen, como dices, nuevas preguntas.Alguna vez he dicho que todo libro se podría subtitular así: Preguntas y respuestas y preguntas… Con unos puntos suspensivos bien claritos.
Besos. Gracias por escribir.
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Estimado profesor
Los lectores agradecemos este valioso diálogo en el cual responde cada comentario.
Esto nos hace una profesión única
Querida Liliana:
Creo que es una muestra de respeto agradecer a los lectores el tiempo que dedican a leer mi artículo (hay muchas cosas que leer) y a escribir un comentario. Por otra parte me gusta dialogar con los comentaristas.
Es cierto que me lleva su tiempo redactar el artículo y dialogar con los lectores y lectoras. Un tiempo no remunerado. Pero hay cosas más importantes que el dinero.
Besos. Gracias por tus palabras.
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Que tal Dr. Santos Guerra
Un saludo desde México.
En una ocasión desarrollando una clase de investigación educativa, nos encontramos que la parte más importante de una investigación, es partir de una duda y que esa duda pueda transformarse en preguntas, en cuestionamientos que requieran una serie de acciones para ser contestadas. Es decir, todo proceso educativo o por ende de investigación parte de las dudas y se alimenta de las preguntas. Aseverar que no tenemos certeza de nada, es una buena estrategias para siempre estar indagando, para estar siempre realizando cursos de actualziación, para nunca dejar de estudiar, de investigar. Sócrates nos dejó una muy buena frase “Yo solo sé que no sé nada”, como una invitación a nunca dejar nada por hecho, sino más bien, siempre estar abierto a las posibilidades. Si decimos que sabemos todo sobre algo, si dejamos de hacer preguntas, se agota la curiosidad y el interés por investigar más.
Saludos mi estimado Dr.
Querido Misael:
Evidentemente. Si no existen preguntas no habrá posibilidad de buscar una respuesta.
Esa respuesta tiene que realizarse a través del rigor que supone la investigación.
instalarse en dogmas mata la curiosidad y la búsqueda.
Lo que pasa es que cualquier respuesta es generadora de nuevas preguntas.
Ha sido un placer verte de nuevo por aquí.
Un abrazo y muchas gracias.
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