Como si me abrazara cuando era niño

10 Dic

Al finalizar hace unos días mi última sesión de un Diplomado en Educación Emocional organizado por la Fundación Liderazgo Chile, se abrió un espacio para que intervinieran los  asistentes. Se trataba de una sesión en línea de dos horas, con cinco minutos de descanso al finalizar la primera parte y media hora final de diálogo.

El coordinador de la actividad, al finalizar mi intervención,  pidió que levantasen “la manito”  (curiosa forma de masculino) quienes deseasen hablar. Y fue dando la palabra a diferentes personas, que hicieron aportaciones relevantes. Le tocó el turno a Gustavo Adolfo Saavedra. Después supe por él mismo, que estudió Pedagogía en Educación Física, que fue profesor durante dos años y que desde hace tiempo se dedica a hacer terapias y a ayudar a las personas a vivir mejor.

Contó con evidente emoción (me ha dicho que “le temblaba todo el cuerpo”) que, cuando él tenía seis años, su madre comenzó a sufrir una grave depresión. 

En el Colegio, dijo, había una profesora que cada año elegía una víctima. Practicaba el bullyng desde su privilegiada situación de poder. Ese año le tocó a él. Parece increíble su relato por la  pésima forma de actuar de una profesional de la educación. Impunemente, año tras año, elegía una víctima y la martirizaba públicamente delante de unos mudos testigos que aprendían de ella falta de respeto y crueldad. Las manos que estaban pagadas por la sociedad para curar, sostener y cuidar, golpeaban con dureza a quien no tenía posibilidad alguna de defenderse. Quien tenía que enseñar a convivir, siembraba en las mentes y en los corazones la insolidaridad más abyecta.

Describió algunas escenas humillantes. Colocados los niños de pie, ella circulaba por detrás oliendo y siempre le señalaba a él como causante del mal olor.

Ya sé que eran otros tiempos. Calculo que Gustavo tendrá ahora treinta años. Ha llovido mucho desde que vivió esta horrible experiencia, pero no sé si han mejorado mucho las cosas desde entonces en este tipo de situaciones.

La profesora le dirigía todo tipo de insultos: hediondo, feo, tonto… Le decía que todo lo hacía mal. Y, con sus palabras y actitudes, conseguía que todos los compañeros se rieran de él. Era una tortura acudir cada día al Colegio. El lugar que tenía la misión de ayudarle a ser feliz se convertía cada  día en un infierno.

Gustavo contó que, cuando llegaba a casa y le preguntaban qué tal le había ido en el Colegio, él respondía que todo había ido muy bien. Pretendía no aumentar las preocupaciones de su madre. Pensaba que si contaba lo que le sucedía en el Colegio, su madre tendría un motivo más de angustia. Parece mentira que un niño tenga una capacidad de empatía tan grande. Prefería seguir con su tortura antes que hacer sufrir más a su madre. Era capaz de ponerse en el lugar de otra persona, olvidando su trágica situación.

Mientras Gustavo compartía con todos su experiencia pensaba yo en el egoísmo y en el abuso que muchos niños y niñas de hoy manifiestan en la relación con sus padres. Niños mimados que son incapaces de mostrar gratitud y de reconocer lo privilegiados que son. Niños que imponen la ley del yo-yo y del ya-ya. Todo lo quiero para mí  (yo-yo) y lo quiero ahora mismo (ya-ya). Son tiranos de sus padres, como explica Javier Urra en su libro  “El pequeño dictador. Cuando las víctimas son los padres”.

Un día, Gustavo dijo en su casa que no quería ir al Colegio. Su madre decidió acudir a la escuela y hablar con la directora quien, después de explorar lo que pasaba, aconsejó a la madre que sacase a su hijo del Colegio. Y aquí nos encontramos con otra anomalía casi inconcebible. La víctima tiene que irse y quien está actuando como verdugo sigue en su puesto, para que pueda ir sacrificando nuevas víctimas.

Contó Gustavo que, pasados los años, se encontró con su antigua profesora. Ya no estaba trabajando y su evolución había sido lamentable. Estaba sumida en la pobreza, emocionalmente destrozada y muy deteriorada físicamente. Y Gustavo, sin identificarse como su víctima, aunque sí como su alumno, le ofreció su ayuda.

Resulta aleccionador encontrarse con una historia como la de Gustavo.  Machacado en la infancia por una profesora y con una situación familiar difícil por la enfermedad de su madre, es capaz de tender la mano para ayudar a quien le  humilló impunemente.  Con su esfuerzo consiguió evolucionar de forma tan solidaria y generosa que  ha podido devolver bien por mal. La herida que había sufrido no se convirtió en un destino. La salvó del rencor una actitud resiliente.

Cuando le pregunto cómo ayudó a su maltratadora, me dice que, en primer lugar, no le echó en cara aquel comportamiento tan sádico, tan cruel. Y, sobre todo, “dándole apoyo emocional, animándola, expresándole afecto a través de abrazos, escuchándola y compartiendo su emoción”.

Y añade: “la profesora que me hizo tanto daño en un momento donde necesitaba tanto apoyo y motivación fue de quien sentí uno de los abrazos más sinceros, con mucho dolor y de quien he recibido más gratitud al escucharla y apoyarla. Cuando me despedí de ella le agradecí el momento, porque sentí como si me abrazara cuando era niño”.

Un abrazo que Gustavo hace eficaz por su actitud positiva. Podía haberlo rechazado, movido por la venganza y por la rabia,  por el recuerdo de aquel horror, pero lo valora aunque haya llegado tan tarde.

La historia de Gustavo es una llamada de atención poderosa.  ¿Cómo es posible que existan profesionales de la educación con taras tan ostensibles y tan dañinas?  El bullying que practican los compañeros es un fenómeno que acarrea terribles consecuencias para las víctimas y para los testigos. Pero el bullying que realizan los docentes es mucho más pernicioso.  Quien golpea es precisamente quien tiene que cuidar y proteger. No hay forma de defenderse ante el poder que machaca. Wittgenstein, antes de dedicarse a la filosofía, fue maestro. Un maestro duro y cruel, que pegaba palizas a sus alumnos. Aquellos recuerdos le atormentaban y decidió ir a buscar a sus exalumnos y pedirles perdón. Delante de algunos, se postró de rodillas. Ninguno le perdonó. ¿Por qué?  Porque quien produjo las heridas fue quien tenía que evitarlas y curarlas.

La historia de Gustavo es una buena ocasión para hacer una llamada de atención sobre la necesidad de que haya formación emocional de los docentes. En el año 2017 Pere Darder coordinó un libro, publicado por la Editorial Octaedro, titulado “La formación emocional del profesorado”. Poco o nada se hace hoy al respecto. La formación se centra en el saber y en el saber hacer. Es indispensable pensar en el saber sentir y en el saber ser. Dice Mariano Royo, uno de los autores de dicho libro: “Todos los estudios manifiestan que la mejora de la escuela depende de sus profesionales. Y aquí queremos enfatizar la importancia de la competencia emocional, como competencia clave, competencia que cohesiona todas las demás”.

También es preciso tener un cuidado especial en el proceso de selección para que no tengamos en las aulas personas con unas taras psicológicas tan graves. El profesor trabaja con niños y jóvenes, no con materiales inertes como un ingeniero, un químico, un arquitecto o un carpintero… Y es también el momento de pensar en la supervisión del quehacer de los docentes. ¿Cómo puede el sistema permitir esos comportamientos repetidos año tras año sin que salten todas las alarmas? ¿Cómo es posible que se mantenga  en la profesión, un año tras otro, un profesional que elige una víctima cada curso a la que martiriza sin compasión? ¿Cómo se puede admitir que se bendiga al verdugo manteniéndole en el puesto y se castigue a la víctima obligándola a que cambie de centro?

Hay otro tipo de lecciones, estas positivas, que se desprenden de la experiencia de Gustavo. Hay comportamientos cargados de generosidad y de compasión de un niño respecto a su madre y de un adulto respecto a su profesora. La actitud resiliente  hace que ese niño  consiga ayudar a quien le hizo tanto daño.  Lo  cual nos hace descubrir que lo que nos marca no es tanto la experiencia cuanto nuestra forma de reaccionar ante ella.

22 respuestas a «Como si me abrazara cuando era niño»

  1. Querido Maestro:
    Cuando trata asuntos emocionales, hay un no se qué , que me inunda de nostalgia y me invade la tristeza de haber pasado algunos de los episodios que con toda exactitud relata.
    No debería haber en este mundo gente dañina; pero las hay y quizás en el entorno más próximo.
    Es difícil de llevar ese maltrato físico y psicológico.
    Me apena el caso que cuenta de Gustavo.
    Admiro profundamente sus reacciones y sus actuaciones posteriores.
    El perdón debe darse por el bien de la persona dañada.
    ¿Pero y el olvido?
    ¿Como quitamos de nuestra memoria el daño recibido?
    Difícil cuestión para resolver, cuando tienes tocada hasta el alma.
    Por experiencia escojo el camino de la verdad, de la empatia, de la redención y de la vida.
    !Amor a raudales lo que tengo en el corazón!
    Los verdugos que carguen con su cruz, que ya es bastante.
    Un cordial saludo, desde Málaga, la ciudad más bonita y acogedora del mundo.
    !Qué la semana os sea feliz y leve!
    Besos y abrazos para todos.

    • Querida Loly:
      Ya veo que estás en mi ciudad. Que la disfrutes. Es una hermosa ciudad que mira al Mediterráneo. Y hoy tenemos un día luminoso después de las lluvias de ayer.
      El tema de hoy se las trae.
      Es una pena que el dolor se produzca, como es tu caso, por la actitud de personas tan cercanas, tan obligadas a la manifestación de la bondad y el amor.
      En el caso de Gustavo, fue una profesora.Pro, qué importante es manejar esas situaciones, como es tu caso, para el fortalecimiento de superación y de la generosidad con los verdugos.
      A unos les destruye el maltrato y a otros les hace mejores personas.
      Es el caso de Gustavo y el tuyo.
      Besos, gracias y a disfrutar de Málaga,de sus luces y su encanto.
      MÁS

  2. Muy buenas Miguel Ángel!
    Es brutal la experiencia que nos cuentas de Gustavo. Una historia para un curso de aprendizaje con múltiples aspectos y capas.
    Gracias por compartir
    Formación inicial del profesorado y Selección son dos piezas claves del puzzle educativo. Yo también lo comparto.
    Necesitamos bien-estar social, un mínimo pero también Bien Ser , Bien Pensar con competencias SocioEmocionales adquiridas.
    Ha aumentado mucho la formación del profesorado en Educación Emocional pero todavía para seleccionar al profesorado sólo se pide competencias cognitivas.
    Muy bien articulo que nos hace reflexionar y cambiar.
    Hoy, nuestro granito de arena ha sido una Jornada de Formación sobre el aprendizaje a través del juego..que además sea no sexista e inclusivo. Dicen las Meigas que existen los sábados libres de compromisos…eso espero porque ‘haberlas las hay”
    Gracias por hacernos Soñar, Pensar y Emocionarnos.
    Como dice mi abuela…Munnnchoss Besos para toda la Familia.

    • Querido Miguel, querida Gema, querida familia:
      Siempre son jugosos tus comentarios. Desde la reflexión profundo a la entrañable despedida de tu abuela.
      Yo también creo que hemos avanzado, que estamos avanzando, pero todavía queda camino por recorrer.
      Espero que Gustavo escriba algo aquí sobre su historia.
      Veo que vosotros no descansáis de trabajar para loa causa. Qué maravilla.
      Ahora tengo dudas de que os haya enviado mu charla TEDxMálaga. Lo revisaré en el WhatsApp.
      Os envío multiplicados los maravillosos besos de tu abuela.
      Y gracias por el regalo de cada sábado.
      MÁS

      PD: Estoy avanzando enmienda libro LAS EMOCIONES DE LA PROFESIÓN DOCENTE.

  3. Buen día desde México mi estmado Dr. Santos Guerra.
    Estas historias siempre son aleccionadoras, calan hasta los huesos… es muy común decir que la disciplina era mejor hace 30 años porque los maestros castigaban… Considero una justificación absurda sobre el maltrato. De mis compañeros de primaria, muchos fueron masacrados por los maestros maltratadores y no veo en ellos a mejores o peores personas, pero si veo a ciudadanos que literlamente huyeron de la escuela, porque donde tenía que ser su refugio, se volvió un lugar de tormento.
    Es lamentable que pese a estas experiencias, muchas personas que no son docentes sigan esa misma escuela, maltratando a sus hijos, con la firme creencia de qué la disciplina y respeto de hace a golpes. Nos sigue faltando mucha inteligencia emocional para entender el trasfondo de la educación y formación. Un hijo, como un alumno, deben ver al padre, madre, profesor o profesora, como una persona en la que puede confiar, en la que está ahí para ayudarlo a entender el mundo y desarrollar sus competencias para enfrentarlo.
    Hoy las reformas a las leyes de protección a los menores víctimas de abuso o maltrato, han hecho que no sea tan común el maltrato físico, aunque aún exista, pero los abusadores también evolucionan en la forma de maltratar y buscan nuevas formas de hacerlo, a través de sus miradas, palabras, acciones, atentan día tras día contra la integridad emocional de sus alumnos, aprovechando la poco autoestima que tienen algunos pequeños o lo cohibidos se vulven carne de cañón para el maltratador.
    Nos falta mucho por aprender y enseñar no solo a los docentes, sino a la sociedad entera. Hace un par de semanas, escuchaba en las noticias que aquí en México, unos padres torturaron durante dos semanas a su hijo de 5 años, hasta que murió. Noticias terribles, que nos apachurran el corazón y nos hacen redoblar esfuerzos por transformar esta sociedad no solo de las aulas, sino de cualquier escenarios en el que tengamos la oportunidad de hablar sobre estos temas despiadados.
    Las historias propias y las que va recolectando durante sus viajes, nos nutren, nos erizan la piel y nos motivan a seguir luchando por una mejor educación. Gracias por compartir. Un abrazo mi estimado Dr. Santos Guerra.

    • Estimado Misael:
      Siempre haces aportaciones de gran interés. Por eso me alegra verte por aquí.
      Hay varias cosas que planteas con las que estoy de acuerdo.
      a. Creo que ha existido una concepción de la autoridad que ha dado lugar a muchos atropellos y actuaciones crueles, violentas, agresivas. Y la autoridad educativa no puede confundirse con el poder. Es un fuerza que hacer crecer, no es una fuerza que aplasta.
      b. Es cierto que la familia no se ha escapado no se escapa de estas concepciones abusivas de la autoridad. Ha habido golpes, castigos y exigencias muy dañinas.
      c. Conviene recordar que no solo duelen los golpes. Hay mucha violencia psicológica.
      d. Creo son muy importantes estas palabras tuyas sobre el profesor/a y el padre o la madre: “que está ahí para ayudarlo a entender el mundo y desarrollar sus competencias para enfrentarlo”.
      Un cordial saludo y gracias por tu aportación.
      MÁS

  4. Hola Miguel Ángel.

    Impresionante historia la que nos narras esta semana!!!

    Me quedo con la arista de la formación y selección docente. Ya he comentado en varias ocasiones en otros comentarios de la necesidad de que a la docencia se dediquen personas muy bien formadas en lo teórico y en lo psicológico. Ni la universidad está dando una formación adecuada al futuro maestro (ni que decir en otras etapas educativas) ni las administraciones educativas disponen de un procedimiento que garantice la selección de los docentes más adecuados. Y no vale que el profesor/a sea una eminencia en su campo si, como ocurre en el caso que nos cuentas, no es una persona equilibrada psicológicamente…

    No sé yo si la educación emocional se puede aprender en la universidad desde un punto de vista teórico. A esta etapa educativa llegan ya personas con experiencias de diversa índole que han forjado su personalidad y que resulta complicado de corregir posteriormente.

    La educación, especialmente en las primeras etapas, requieren de buenas personas, eso debe ir de serie… Pero con eso no basta, también se requiere una adecuada formación en otros ámbitos o perfiles asociados a la docencia en la actualidad. Y puesto que la labor del docente es harto compleja, la selección de los futuros maestros y maestras, profesores y profesoras debe contemplar un procedimiento que garantice que accedan a la docencia las y los mejores.

    Buena semana prenavideña para ti y para los lectores.

    • Querido Juan Carlos:
      Completamente de acuerdo. El docente no va a trabajar con materiales inertes, va a trabajar con personas. Y, como dices, en las etapas más cruciales para que fragüe una personalidad sana.
      Esas son las claves: formación inicial y selección adecuadas. Es deficiente para Infantil y Primaria y nula para Secundaria y Universidad.
      El caso de Gustavo es impresionante. Por lo que sufrió y por cómo superó ese dolor desde la generosidad y la empatía.
      No siempre es así. Hay quien queda marcado de por vida.
      Muchas gracias por tu comentario, querido amigo.
      Un abrazo.
      MÁS

  5. Querido Miguel Ángel:
    Qué historia la de Gustavo tan terrible por parte de la maestra y tan grandiosa por parte de Gustavo.
    De todo hay en los campos de este mundo. De todo he visto en los centros educativos: educadores maravillosos y destructores de alumnos.
    La resiliencia humana es increíble, hay quienes viviendo situaciones terribles acaban siendo personas amables y compasivas. No siempre es así.
    La educación emocional es fundamental. Más vale hombre ignorante y bueno que sabio malvado.
    Yo sólo quiero decir que, por suerte, el bullying que en ciertos colegios unos alumnos ejercen sobre otros, se ha tomado conciencia del hecho y parece que se hacen esfuerzo para atajarlo.
    Como bien dices, Miguel Ángel, la escuela debe ser centro de esperanza y no de tortura.
    Un gran abrazo y gracias por esta historia que me ha emocionado. Saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      Yo también creo que se están haciendo grandes avances en el tratamiento del bullying escolar. Hay más conocimiento, más preocupación, mejores estrategias para su prevención y para su tratamiento. Hace dos años me pidieron el prólogo para un libro titulado HISTORIAS QUE SANAN. Son 14 historias reales sobre bullyimg. Impresionante el dolor vivido en las escuelas.
      El caso de Gustavo es excepcional porque fue capaz de superar el maltrato de su maestra. Se preocupó primero por su madre y después por su verdugo. Fue resiliente y salió fortalecido del sufrimiento. Un buen ejemplo de superación.
      Un gran abrazo, querido amigo.
      Y gracias por tus palabras.
      MÁS

  6. Excelente relato en el que se puede ver cómo se puede superar la adversidad en la vida.
    A algunos les destruye t a otros les fortalece.
    Eso por lo que respecta a la víctima del maltrato.
    Otra cara del problema es la actitud de. la profesora. ¿Cómo es posible que se pague a alguien por hacer lo que hizo esta maestra?

    • Querida Raquel:
      Suscribo las dos ideas.
      Es horrible que quien que salvar condene a la desgracia. Por capricho. Por maldad. Y es más grave que suceda un año tras otro.
      Cuando Gustavo contó su historia pensé que sería bueno hacerla pública por ser aleccionadora su forma de afrontar una situación tan terrible.
      Por eso le agradezco desde aquí el valor de de compartir con los participante en el Diplomado lo que había ocurrido en la escuela y en la familia.
      Saludos y gracias.
      MÁS

  7. Qué hermosa historia y a la vez tremenda historia.
    Tremenda porque lo que sucedió con el bullying practicado por la profesora resulta una ignomia.
    Y hermosa porque la forma de reaccionar de Gustavo, protegiendo por una parte a su madre y por otra a la profesora que le había causado tanto daño es admirable.
    Gracias por compartir la expriencia.

  8. Maestro Miguel, soy Gustavo Saavedra, el personaje principal de esta historia, la cual me genera una enorme nostalgia leerla a través de sus palabras, me hace volver a vivir cada sensación de las cuales viví en ese momento. Para mi el haber pasado por todo esto, ha sido un gran aprendizaje, me ha enseñado a vivir de una manera diferente, donde logro ver el lado positivo de todas las cosas, por muy malas que puedan parecer, a lo largo de mi vida, me ha tocado luchar una y otra vez con el fracaso, la decepción, la tristeza y la pena. Pero cada vez que vivo una de estas emociones, siempre me motivó creyendo que no hay mal, que por bien no venga, y que eso me da más herramientas para seguir creciendo como persona.

    Espero seguir ayudando a todo aquel que lo necesite, sin esperar algo a cambio, no hay nada que me haga más feliz en la vida, que la sonrisa de una persona, si puedo ayudar a que otro sonría, es el mayor regalo que puedo tener.

    Estoy eternamente agradecido de sus palabras, darme la oportunidad de expresar mi historia y ser parte de este maravilloso blog.

    Gracias Maestro.

    • Querido Gustavo:
      Me ha encantado leer tu comentario, que he recatado de la bandeja de spam.
      Gracias por escribirlo pero, sobre todo, gracias por compartir tu historia que tanto me conmovió.
      Ha sido un honor para mí hacer pública la hermosa historia que nos contaste.
      Es magnífico el ejemplo que tu reacción ha supuesto para todos los que te hemos escuchado y para todos y todas quienes han leído este artículo.
      Me gusta leer que tu pretensión es conseguir que las personas sonrían.
      Alguien dijo: quien no nace para servir, no sirve para nacer.
      Ha sido un placer conocerte, querido Gustavo.
      Gracias por todo.
      Un abrazo.
      MÁS

  9. Maestro Miguel, soy Gustavo Saavedra, el personaje principal de esta historia, la cual me genera una enorme nostalgia leerla a través de sus palabras, me hace volver a vivir cada sensación de las cuales viví en ese momento. Para mi el haber pasado por todo esto, ha sido un gran aprendizaje, me ha enseñado a vivir de una manera diferente, donde logro ver el lado positivo de todas las cosas, por muy malas que puedan parecer, a lo largo de mi vida, me ha tocado luchar una y otra vez con el fracaso, la decepción, la tristeza y la pena. Pero cada vez que vivo una de estas emociones, siempre me motivó creyendo que no hay mal, que por bien no venga, y que eso me da más herramientas para seguir creciendo como persona.

    Espero seguir ayudando a todo aquel que lo necesite, sin esperar algo a cambio, no hay nada que me haga más feliz en la vida, que la sonrisa de una persona, si puedo ayudar a que otro sonría, es el mayor regalo que puedo tener.

    Estoy eternamente agradecido de sus palabras, darme la oportunidad de expresar mi historia y ser parte de este maravilloso blog.

    Gracias Maestro.

  10. Me ha encantado ver al protagonista de esta historia a la vez triste y hermosa escribir en este blog. Eso le da mayor credibilidad y emoción.
    No se trata de una historia de ficción sino de un ser de carne y hueso al que hemos podido leer.y al que ahora quiero agradecer su ejemplo y su generosidad al compartirlo. con todo nosotros.
    Un gran abrazo, Gustao.

  11. A mí también me gustaría felicitar a Gustavo y agradecerle el f¡gesto de compartir su historia.
    Él mismo dice que le temblaba todo el cuerpo AL CONTARLO. Es que es hablar de algo muy importante de su vida.
    GRACIAS. POR TU MARAVILLOSO EJEMPLO.
    DE RESILIENCIA.

    • A José Antonio y María:
      Los dos habláis de Gustavo.
      Yo me uno a vuestro agradecimiento y a vuestra felicitación.
      Es magnífico encontrarse en la vida con personas con esa capacidad de resiliencia, de generosidad y de bondad.
      Un abrazo.
      Y gracias a vosotros por escribir.
      MÁS

  12. Admirable la respuesta de Gustavo ante la tremenda injusticia que vivió en la escuela.
    Personas como él llenan el mundo de esperanza. Necesitamos personas como él, capaces de devolver bien por mal.
    Un gran abrazo, admirado Gustavo.

    • Estimado Luis:
      Gracias por leer el artículo y por el envío de este sentido comentario.
      Yo me uno a tu admiración y a tu felicitación a Gustavo.
      Son estas personas las que hacen el mundo más habitable.
      Un abrazo.
      MÁS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.