Decía Ernesto Sábato que “en la bondad se encierran todos los géneros de la sabiduría”. Es cierto. He abierto el artículo con esta cita porque hay mucha gente que identifica al bueno con el tonto, al generoso con el ingenuo, al altruista como estúpido. “Es tan bueno, que parece tonto”, se dice. El inteligente solo mira por sí mismo. Es necesario llegar a descubrir con Platón que “buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro”.
Voy a contar algo que ha pasado hace unos días. Explicaré dónde y qué. Hay un supermercado de Mercadona en una barriada de Málaga que se llama El Palo. Yo fui paleño durante ocho años. Y todavía conservo el ático en el que viví. Muchas veces iba a comprar a ese supermercado que se encuentra a pocos metros de mi vivienda. Y hoy en día, aunque ahora vivo en La Cala del Moral, acudo algunas veces a él por comodidad o por nostalgia.
Pues bien, en estas navidades, me han enviado una noticia que me ha llamado la atención. Y que ha tenido lugar en ese Mercadona de El Palo. Una señora mayor (84 años contantes y sonantes) deposita su compra sobre la cinta y contempla cómo la cajera va pasando los diversos productos por el lector óptico. Cuando la cajera termina le dice el total (62 euros) que tiene que abonar y le pregunta si va a pagar con tarjeta. La respuesta de la anciana es afirmativa. Saca de su bolso una cartera, extrae la tarjeta bancaria y la introduce por la ranura del datáfono. Cuando marca el pin, comprueba que hay un error. Vuelve a introducir otro número y se repite el rechazo. La señora se pone muy nerviosa porque ve que la gente de la cola empieza a impacientarse.
Llama por teléfono a su hijo con el fin de que la ayude a recordar el pin de su tarjeta. Pero el hijo no responde a la llamada porque, como se ha sabido después, se encuentra visitando a su hermana, ingresada en un Hospital y, en ese momento, está hablando con los médicos. La señora, desbordada por la situación, se echa a llorar desconsoladamente.
Encuentra en su bolso 15 euros y cuando le va a decir a la cajera que deje solo productos que puede pagar con el dinero que lleva, esta le dice para su sorpresa:
- Señora, puede llevárselo todo. Ha pagado su cuenta ese joven con jersey marrón que está atravesando la puerta de salida.
Lo que más me ha llamado la atención de esta historia es que el joven se fuese sin decirle a la señora que él se había hecho cargo de su cuenta. Lo cual significa que no se trata de un préstamo sino de una donación, ya que no espera recuperar ese dinero. Pero, sobre todo, su retirada silenciosa muestra claramente que no pretendía conseguir el reconocimiento de la desconsolada compradora. Esa persona hizo buenas las palabras de Séneca: “La mayor recompensa de una buena acción es haberla hecho”.
La noticia ha tenido más relevancia porque la señora ha resultado ser la madre del conocido chef Chicho Marín, que busca al joven benefactor con un tuit que se ha hecho viral. Dice así: “Almas buenas. Gracias a la persona que hoy, con tanta generosidad, le ha pagado la compra a mi madre al ver que no se acordaba del pin. Si lees esto me gustaría poder pagártelo. Gracias de corazón. Ha llorado mucho por su impotencia ante la falta de memoria”. Que yo sepa, el generoso y anónimo donante no se ha presentado, sea por no conocer el reclamo del hijo, sea porque desea mantener el anonimato. En una llamada al supermercado acabo de comprobar que no se ha sabido nada más del joven donante.
Creo que hechos de este tipo, deberían ocupar obligatoriamente la cabecera de los periódicos, de los telediarios y de los informativos de la radio. ¿Por qué suelen ser noticia los escándalos financieros, los robos de bancos, los timos más diversos en los que el interés de algunos conlleva el daño de los demás…?
Si fuese obligatorio abrir las noticias con hechos de este tipo podríamos tener otra imagen sobre la realidad, sentir más seguridad en las casas y en la calle, ideas que podríamos imitar, un mayor optimismo sobre el futuro de la especie… Pero no. Una noticia llamativa es una desgracia, un delito, un robo, un atentado, una violación, un secuestro, un atraco, un asesinato…
Hace ya algunos años leí el libro “El poder de la bondad”, de Piero Ferrucci. Lo he recuperado ahora de la biblioteca. Dice el autor en las primeras páginas: “Ningún periódico publicará mañana la noticia de una madre que leyó a su hijo un cuento para que se durmiera, o de un padre que le preparó el desayuno a su hija, o de alguien que nos ha escuchado con atención, de un amigo que nos ha ayudado, o de un extraño que nos ha llevado la maleta…”.
Estoy seguro de que son más numerosos los hechos marcados por la generosidad, por el amor, por el respeto, por la honestidad, por la confianza, por la empatía, por el perdón, por la gratitud, por la humildad, por la paciencia, por la comprensión, por la bondad, que aquellos que muestran la perversión o la maldad de los seres humanos.
Las personas bondadosas son más fuertes y están destinadas a vivir una vida más interesante, más larga y más satisfactoria que las personas que carecen de esta cualidad. Sharon Salzberg, en su maravilloso libro Loving Kindness, cita la forma en que Buda enumera los beneficios de la bondad. Si una persona es bondadosa dormirá con facilidad, se despertará con alegría, tendrá sueños agradables, la gente le querrá, los animales le amarán, los devas (seres celestiales) le protegerán, los peligros externos no le lastimarán, lucirá un rostro radiante, su mente será serena, no morirá en un estado de confusión, renacerá en un ámbito feliz.
La bondad beneficia a los destinatarios de esa actitud pero también a quienes son bondadosos. Hay un refrán español que siempre me ha parecido pesimista y mezquino: “por la caridad entró la peste”. A veces, por ser generosos, nos vemos perjudicados. Dice Piero Ferrucci en el libro citado: “El auténtico beneficio de la generosidad, para quien la ofrece, no es un beneficio material sino una revolución interior. Nos volvemos más fluidos, más dispuestos a arriesgarnos. Concedemos menos importancia a los bienes materiales y más a las personas. Y los límites entre nosotros y los demás son menos radicales, de forma que nos sentimos parte de un todo en el que es posible compartir recursos, emociones y nuestro propio ser”.
La bondad debe ejercerse con alegría. Cuando necesitamos ayuda nos gusta recibirla de alguien que se alegra de brindarla y no de quien se sacrifica al hacerlo. La alegría y el buen humor son componentes básicos de la bondad. Decía Ernest Heminguay: “La gente buena, si se piensa un poco, ha sido siempre gente alegre”.
Desde que Norman Cousins se curó a sí mismo de espondilitis anquilosante (artritis crónica, AS por sus siglas en inglés) viendo vídeos de los hermanos Marx han proliferado los estudios sobre los efectos sanadores del humor, que tiene otras virtualidades, por empleo, fomenta nuestra creatividad. Los sujetos que acababan de ver una película cómica resolvían un problema práctico mejor que quienes no la habían visto. También se ha comprobado que el sentido del humor pose la facultad de aliviar el dolor físico, de reducir el estrés, de reforzar el sistema inmunitario y de disminuir la presión sanguínea. Me gusta decir que el humor es un forma de bondad.
Querido Miguel Ángel:
Aprovechando que te tengo bien fresquito y mis manos sobre el teclado, voy a ganarme la pole position de la parrilla de comentarios.
Ya, y ahora qué digo. Bueno, más que nada, cómo lo digo.
Que sí, que de acuerdo en todo, que casi lloro viendo la escena. Que los telediarios hay que verlos con humor. Que los políticos van a visitar mucho el campo, supongo que buscando el voto animal. Les recomiendo que lleven una muda, pues la ropa suele coger un aroma excesivamente fuerte para la ciudad.
Hay gente pa to, pero estoy convencido que en general es buena, a veces pienso que demasiado con quienes no lo merecen.
Me voy a dormir, pero estoy seguro de que si me quedo dormido pronto no será por mi alegría, bondad o humor. Es que ya no son horas y estoy cansado. Y, además, la mala leche también ayuda. Quienes no se muestran amables con mayores o con niños no merecen, no merecen, me gustaría verlos a ellos cuando. Bueno, ya. Que ya me entendéis.
Un abrazo para todo el mundo.
Querido José Antonio:
Pues sí, una buena pole. A las dos de la mañana, recién aparecido el artículo.
Y cuántas cosas dices en pocas líneas.
Me están indignando las exageradas, reiteradas y oportunistas visitas al campo de los líderes del PP.
¿Quién no ve que lo que importa son los votos y no los ganaderos?
Qué manera de alargar una polémica estúpida.
Un abrazo.
Y gracias por despedir el día con la lectura.
Espero que hayas dormido bien.
MÁS
Querido Maestro:
Hoy el tema de su comentario me ha llegado al alma, me ha removido lo más hondo de mi ser.
Y no es un frase hecha, es un sentir.
La bondad es un espíritu blanco que nos llena de amor, humor y alegría.
Forma parte de la manera de ser de las personas, es algo innato , trascendente, quizás un don, una forma dulce de manejarse por la vida, de vivir alegremente, de amar la vida.
Pero claro sentir todos esos sentimientos te hacen parecer tonto.
A mi me lo han dicho muchas veces la palabra tonta y por gente que debería quererme.
Eso marca, y te hace pensar lo injusto de algunas acciones.
He visto casi siempre el vaso lleno, la verdad en las cuestiones, el poder de las palabras y de los hechos.
Esto me ha traído numerosos y graves problemas económicos que no vienen al caso y que me podrían haber cambiado; pero no he cambiado.
Sí le digo que ser buena no es una opción, que se nace con ello.
Que una persona necesita quererse y querer a los demás para obtener la más tierna felicidad.
¡Después el tiempo dirá!
Cuando tu vas sintiendo esa plenitud te rompe por dentro que las personas actúen con maldad y más aún en el seno familiar.
El poderoso caballero, don dinero, que destruye los más elementales vínculos y los que tenían que ser ejemplos se convierten en tus enemigos.
Y unas preguntas: ¿ Cómo sales de ese enredado? ¿Cómo conviertes tus pedazos rotos en sentido común? ¿ Cómo vuelves a amar sin medidas? ¿ Cómo vuelves a amar a las personas?
¡El camino es duro querido Maestro, pero la fe mueve montañas !
Yo tengo la convincion que nada ni nadie me cambiará, porque soy feliz siendo así.
Ya sin más me despido con un fuerte abrazo para todos.
¡Qué la semana os sea leve y feliz!
Querida Loly:
Creo que las buenas personas nacen y se hacen.
Es importante lo que somos al nacer pero la educación, el contexto y la experiencia nos permiten elegir cómo queremos comportarnos con los demás.
Tú has vivido situaciones duras y difíciles, pero has decidido seguir por un camino de bondad.
Pues sí, te preguntas cómo se puede reaccionar ante la adversidad. Sin hundirse, sin entregarse al dolor, sin desanimarse. Recuerda la historia que cuento en mi libro La estrategia del caballo. Las paladas de tierra que pretendían sepultarlo, él las convierte en la escalera para la liberación.
Se pueden convertir dos signos menos (- -) en un signo más (+). Tuve dos problemas pero me fortalecí; tuve dos fracasos, me hice mejor persona; tuve dos errores, pero me hice más humilde…
Hay que hacer visible la bondad.
Besos.
Buena semana.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
El dicho popular «tan bueno es mi Juan que no vale» no puede ser tan incierto hoy, sobre todo para esa señora de 85 años que ha podido sentir esa felicidad inmensa de verse socorrida por una persona buena ¡Qué alegría he sentido al leerte hoy y que sensación de gratitud tan grande hacia esa persona anónima!
Siempre que leo algo sobre las personas de edad avanzada no puedo evitar recordar a mi madre, que también padeció alzhéimer y sufría (se le notaba en los ojos) cuando quería recordar algo y no lo conseguía.
Entiendo muy que el hijo de esta señora sienta la necesidad no solo de agradecer la nobleza del benefactor sino también la de ponerle rostro a la cara humana de la bondad; yo he sentido ternura tanto por la anciana como por el hombre del jersey marrón, qué no se le habrá removido en su interior al hijo…
Ojalá, como bien señala en tu artículo de hoy, este tipo de actos fueran «noticia» frecuente en la prensa y en la televisión, ya que servirían como efecto multiplicador, contribuiría a que la bondad se normalizase como algo precioso y preciado.
Mil gracias por el chute de energía positiva que he sentido hoy al leerte.
Un abrazo
María Ángeles Peláez
Querida María Ángeles:
El chute de energía está en ti por la grandeza de tu corazón.
Qué curioso.A mí este tipo de situaciones también me hacen recordar a mi madre.
Cuando veo a una mujer pidiendo, siempre pienso en lo que me gustaría que hicieran si fuera mi madre la que pide. Y me es imposible pasar de largo.
El hecho me ha llamado la atención por el anonimato del benefactor. Qué hermosa historia.
Hay mucha gente buena. Yo creo que mucha más que mala.
Hay que hacer visible la bondad.
Besos.
Y gracias por escribir.
MÁS
Muy buenas Magister!
Felicidades por el artículo sobre la bondad.
Espectacular!
Me encanta el espejo real que tienes en casa, que al mirarlo te siga dando tan buenas ideas.
En estos sábado de compromisos formativos, no sé si me he levantado bizcochon pero al leerte temprano la emoción que me ha producido la anécdota del joven ha sido una emoción líquida en forma de gota…Que fuerza tienen tus palabras. Gracias.
También creo que Somos tribu y aldea gobal donde nuestro ser es social y cooperativo. La inteligencia de nuestra especie es la bondad y el bien común. Me uno contigo a construir sociedades inteligentes o lo que es lo mismo, sociedades de bondad, cuidado y buen trato.
No deberíamos perder nuestro gen cultural Ubuntu.
Mil gracias por las anécdotas,el humor y las recomendaciones de libros de tu maravillosa biblioteca.
Abrazos 3×3 y muy Buen fin de semana!
Querido Miguel, querida Gema:
Ya veo que no desaprovechas el tiempo. Solo tienen compromisos formativos…, los comprometidos.
La inteligencia humana fracasa cuando somos egoístas y desgraciados. Y la cultura fracasa cuando las personas vivimos infelices.
Somos seres sociales. Hay mucha bondad en el corazón humano. Es una pena que destaquemos siempre lo malo, lo negativo, lo oscuro.
Hay que dar visibilidad a la bondad.
Un gran abrazo, querida familia.
Y mil gracias por estar siempre-siempre ahí, del lado de la bondad y de la verdad.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
Qué razón, a mi modo de ver, tienes en todo lo que has escrito. Hay mucha gente bondadosa, buena, pero solo nos sirven lo cruel y vil. Si nos sirvieran la mucha bondad que hay, como sociedad seríamos mejores y más felices.
El ejemplo de bondad que nos has contado, emociona, y diría que el generoso donante recibió más felicidad que la beneficiada, pues los actos de amor al que más felicidad dan es al que los hace, y todos tendremos alguna experiencia de eso.
Creo que me estoy haciendo muy viejo, pues me cuesta entender el mundo cuando veo la mentira, la vulgaridad, la falacia y el descaro de de tantos dirigentes políticos que mienten y tergiversan las cosas con la mayor desfachatez, y tanta gente les sigue…Si el maravilloso ejemplo que nos has puesto lo dieran por la televisión, seguro que muchísimos dirían: o muy rico es ese tipo, o muy tonto.
Me quedo con lo que creo que ha sido, es y será el mundo: con su dualidad de bondad y maldad; generosidad y egoísmo; necedad y sabiduría…
Un gran abrazo y gracias por el banquete semanal gratuito. Saludos a todos.
Querido Joaquín:
Lo que más me llamó la atención en el comportamiento de esa generosa persona fue su deseo de mantenerse en el anonimato.
Porque lo que algunos hubieran hecho es acercarse a la señora y decirle:
– No se preocupe, señora, yo se lo voy a pagar.Y le voy a ayudar a llevar su compra.
Parece lógico que se espere la gratitud de la anciana y su satisfacción al ver solucionado el problema.
Pero no. Se va en silencio. Y no aparece ante el reclamo del hijo.
Parece que me han intuido porque la próxima semana voy a analizar algunos comportamientos políticos que me están pareciendo desvergonzados.
Como has sido siempre y sigues siendo una persona BUENA te duele la maldad que contemplas en el mundo. Y te alegra la bondad. Hasta la de un pequeño gestocomo este.
Un abrazo.
Y gracias por tus palabras.
Yo disfruto cada sábado compartiendo lo poquito que tengo.
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Y yo me pregunto…¿ por que las noticias que abundan son aquellas violentas, tristes,morbosas y no las positivas?
Dicen gaz el bien y no mires a quien…aunque hemos de servconsecimuente y dejar que los demas tambien aprendar por si mismos…la paciencia es la madre de la ciencia
Gracias por tus escritos.Saludosñ
Querida Noelia:
Aunque no tenga una justificación lógica, le damos más importancia a lo negativo.
En alguna coNferencia he hecho un sencillo ejercicio. Muestro un folio blanco con un punto negro en el centro. Y pregunto qué es lo que ven y siempre he tenido la misma respuesta: UN punto negro. No han visto la hoja blanca. Es curioso. Porque yo no pregunto qué hay dibujado en el folio sino qué hay aquí.
En este mismo blog hay un artículo titulado EL SÍNDROME DEL PUNTO NEGRO.
BESOS
Y GRACIAS.
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Hola a todo el mundo.
Algún tinte político se ha escapado por aquí. Hoy no voy a hablar de política, me niego, hoy pienso que la política lo emborrona y empuerca todo. Hoy me niego a hablar de política en honor al tema de fondo que se trata. No casan política con bondad. Bondad es humanística en estado puro. Y al que la trata le llamo pedagogo de la humanística, ya sean palabras de un cabrero o de un Catedrático de Universidad. Quien emplea la docencia, ahora lo llaman pedagogía, quien gusta enseñar, una fuerza interior le hace valorar la bondad del ser humano. Luego estamos los brutos, los economicistas, los que nos preocupamos de lo económico y de cumplir el presupuesto, pero de ellos no quiero hablar hoy.
El Sr. Guerra ha empleado el ejemplo perfecto de bondad, la anónima. Gracias. Ella en contraposición a la que se viste de bondad, y en realidad es un interés oculto, que saldrá a la luz. Yo hoy quiero pensar bien, quiero pensar que el ejemplo del Sr. Guerra es, hoy, perfecto, es y no más solo lo que quiere decir: anónima. Hoy no quiero hablar de política, ah, esto creo que lo he dicho antes, perdón, hoy no quiero pensar mal, hoy no quiero estropear tan bello artículo. Claro, que siendo como soy, podría pensar largo y que tal vez el chico que pagó anónimo se enamoró a voz de pronto de la señora, quién sabe, el mundo de los sentimientos da mucho de sí; pero hoy toca ni pensarlo.
La verdad es que encuentro la bondad perfecta en muchas ocasiones, quizá más que la maldad. Soy más de Rousseau que de Hobbes. Pienso que se nace bueno, es este medio hostil el que te hace malo. La maldad, en la mayoría de los casos la achaco a una falta de inteligencia, quizá imperceptible falta de inteligencia, y por lo tanto fácilmente maleable por el entorno. Aquel que vino a que le tramitase otro contador de agua porque su yerno consumía mucha agua al ducharse, y a la semana le dio un infarto y se quedó seco, eso sí, solo y sentado, luego no lo podían meter en la caja. Pienso que en la mayoría de los casos la maldad es un comportamiento adquirido como consecuencia de los miedos que vivimos. Acaparamos para que no nos falte, conlleva maldad, pues alguien queda con menos recursos. Aparentamos para parecer más e intimidar al otro. Son sentimientos de nuestros ancestros, será la educación la que nos guiará.
Vale, vale, ya está bien de teorizar. Hace muchos años, iba yo un día vestido de campo, sin afeitar de dos semanas, zapatos embarrados, haciendo tiempo compré y llevaba en la mano el Ulisses de Joyce, que aún no le había leído. Firmamos en una Notaría, al finalizar, el Sr. Notario que ya me conocía, para mi ida y me dice que qué leo. Mira el libro, y hace una inmediata peritación de libro y lector, y dice: “no podrás leerlo”; e ipso facto saca de un cajón una novela escrita por él y me la regala. Menudo regalo. Qué pesadilla, qué aburrimiento, que no decir nada con tantas palabras. Y para colmo cada vez que me veía por la Notaría me preguntaba sobre mi parecer de “su” novela. Aquello no había por donde digerirlo, aquello eran páginas y páginas transcritas del Código Civil, de la Ley Hipotecaria y de la Legislación Urbanística. Tal empeño del autor, mi querer quedar bien (aún era joven), tal que casi me tuve que aprender la novela para no desilusionar a tan ilusionado autor. Menudo regalo, menuda pesadilla.
Que tengan buena noche.
Estimado Don Quintiiano:
Es que hay regalos que se convierten en un castigo.Cuando regalo un libro siempre digo: «Nunca te preguntaré si te ha gustado». Eso le libra de la obligación de leerlo. No me extraña que que la insistencia en pedirte una valoración, se convirtiera en una pesadilla añadida a la lectura.Y no fue muy respetuoso que digamos cuando te augura que «no podrás leerlo». Un juicio inexacto y ofensivo.
Pues sí, me costó encontrar el título pero creo que, al fin, encontré el adjetivo más pertinente: ANÓNIMA. Dejó claro lo único que le importaba: ayudar a la anciana.
Yo también estoy más con Rousseau que con Hobbes. Y me ha parecido interesante tu vinculación de la bondad con la inteligencia. Para pensar.
Gracias por el interesante comentario.
Un cordial salud.
Y que llueva mucho, bien y pronto para tus cultivos.
MÁS
Qué hermosa historia.
Hay cuatro ideas que quiero destacar:
– La compasión, la generosidad, la bondad de la persona que paga.
– El hecho de marcharse sin darse a conocer.
– El anonimato en el que quiere permanecer, a pesar de haber solicitado el hijo de la señora
su identificación.
– La necesidad de hacer visibles estos gestos.
Muchas gracias por hacer público este hecho.
Saludos cordiales.
Estimado Javier:
Muchas gracias por leer el artículo y por resumir sus ideas más relevantes.
Convendría que tantos hechos generosos y amables que se producen en el mundo tuviese más presencia en los medios.Porque yo creo que son más abundantes y más importantes. ¿por qué no son los más visibles?
Un abrazo.
MÁS
Magnífico comportamiento en esta sociedad mercantil en la que el dinero lo es todo.
Sin que nadie se lo pidiera, sin identificarse ante la señora y sin responder a la llamada del hijo. Solo le preocupaba hacer el bien, no sacar rédito a su buena acción.
Por eso me ha parecido muy certero el título del artículo: Bondad anónima. Las dos palabras esenciales que resumen el artículo.
Es importante el gesto, pero irse sin decir nada me parece increíble.
Gracias por compartirlo.
Querida Raquel:
Es cierto. El comportamiento de esta persona ha sido ejemplar. Qué menos que decirle a la señora, tan angustiada por el problema, que no se preocupe porque él se va a hacer cargo del pago.Es admirable ese desinterés de no esperar ni siquiera la palabra gracias.
La impotencia ante una situación como esta se acrecienta con la edad. Es fácil imaginar cómo le hubiera agradecido la anciana ese gesto.
No me extraña que el hijo le haya querido localizar pero, que yo sepa, no se ha presentado.
Esta persona ha hecho realidad el proverbio «haz bien y no mires a quién».
Gracias.
Besos.
MÁS
¿Por qué este tipo de acciones no se publicitan?
Estoy segura de que si en lugar de pagar la cuenta de la señora, ese chico le hubiera robado sus bolsas y hubiera salido huyendo, algún medio se hubiera hecho eco del abuso de un joven ante la impotencia de una anciana indefensa. Qué crueldad.
Baste escuchar cualquier telediario. Hay muchas más noticias (algunas veces todas) de contenido negativo.
Es que las buenas acciones no llaman la atención.
Querida Sandra: Gracias por la lectura y por el comentario.
Estoy convencido de que hay más acciones buenas que malas. La pena es que, como dices, no se convierten en noticias.
Mientras te contesto se me ha ocurrido hacer una pequeña exploración. Voy a contar las noticias de carácter positivo y negativo de los telediarios que voy a ver en estos días.
Estoy convencido del resultado. Luego vendrá otro pequeño o gran reto: buscar explicaciones que permitan conocer por qué son así las cosas en el mundo de la comunicación.
Besos y gracias.
MÁS
Estimado Profesor:
Saludos desde Chile, en Verano acá y esperando que las lluvias no estén muy fuertes por se lado del mundo.
Me encanta leer sus historias y la sabiduría que pone en cada una de ellas, cuando estoy con poca energía y esperanza en el mundo vengo a este rinconcito a inyectarme de ánimo, de fuerza y de energía positiva, y me resulta bastante bien así es que le agradezco por eso. Con respecto al tema que usted ha planteado, yo lo uno con la historia de los dos lobos, en donde uno de ellos pues se alimenta del miedo, de la violencia y el rencor, y el otro de la bondad, del amor y de la solidaridad, y resulta que debemos elegir cuál de los dos lobos alimentamos como sociedad, yo de verdad me obligó a alimentar el lobo correcto.
Un abrazo estimado Profesor.
Estimado Javier:
Mensajes como el tuyo me animan a seguir escribiendo, aunque sea de forma gratuita. Este es el mejor pago del trabajo. No hay mayor satisfacción que leer lo que escribes: «cuando estoy con poca energía y esperanza en el mundo vengo a este rinconcito a inyectarme de ánimo, de fuerza y de energía positiva». GRACIAS.
SÍ, ES PRECISO ALIMENTAR AL LOBO BUENO QUYE TENEMOS DENTRO.
Tú lo estás haciendo con una actitud generosa.
Un gran abrazo.
MÁS
Hace bastantes años leí la historia de una persona que se dirigía a un puente para acabar con su vida. En su trayecto a la muerte se cruzó con una persona que hacía tiempo que no veía. Y su alegría de verla, su sonrisa y el preguntarle que cómo estaba le supuso dar media vuelta y volver a casa. Un gesto como decir buenos días, llamar a alguien por su nombre o simplemente preguntarle por su vida puede cambiar el rumbo de las decisiones. Desde entonces lo tengo muy presente y a mis alumnos/as les recuerdo el poder de un abrazo o una sonrisa. Es nuestro superpoder revolucionario para hacer feliz a alguien y, por ende, a nosotros mismos.
Estimado Paco:
Muchas acciones pequeñas, sencillas, afectuosas, resultan muy grandes.
El ejemplo que nos ofreces, la consecuencia de un buen gesto salvó una vida.
Saludos.
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